A medida que se acerca el nuevo año, vemos que habrá un período prolongado de equilibrio de precios (combinado con fases de pérdidas, alguna de las cuales podrían ser graves, por lo menos durante cortos periodos). Esto será así por un par de buenas razones. En primer lugar ha habido un aumento estructural de la producción global de carne. Esto significa que las grandes cadenas de producción de proteína de las zonas clave del mundo han tomado la decisión de invertir en un aumento permanente de la capacidad productiva durante los dos últimos años.
Cuando digo permanente no significa que una gran presión económica no ralentice temporalmente la producción o se reduzcan los pesos si la presión es lo suficientemente duradera, más bien me refiero a que se han establecido nuevos activos fijos en EEUU y también en otras partes del mundo. En los EEUU, nunca nos ha parecido bonita una plaza vacía, por lo que podemos esperar una ocupación total. Al aumento estructural de las plazas (establecido antes de que hubiera suficiente demanda para absorberlo) hay que sumar el aumento constante en productividad (genética, manejo...), lo que mantiene muy tensa la superficie de la burbuja productiva.
En segundo lugar, tendremos una abundancia global de cereales secundarios a precio bajo, especialmente el maíz, incluso si EEUU reduce un poco la producción en 2019, tal como prevé el USDA. No cuestiono esta previsión pero debo añadir que, aunque veo la lógica de la previsión del 8 de noviembre del USDA, lo creeré cuando lo vea. Entre el hemisferio sur, Ucrania y otras zonas, el maíz se mantendrá barato y abundante y moviéndose por el mundo con relativa facilidad. Los productores estadounidenses de soja deberán olvidarse permanentemente de la expresión "hacer el agosto" ya que la producción prevista, junto con el remanente, mantendrá los precios por debajo de los 10 $/bushel. Esto significa que la harina de soja oscilará alrededor de los 300 $/tonelada corta, manteniendo barata la proteína.
En resumen, el bajo coste del pienso presionará de un modo constante el pedal del gas de la producción, lo que hará inalcanzable un nivel de rentabilidad decente. Los continuados aumentos marginales en la demanda mundial de carne salvarán los muebles y evitarán que la situación sea un desastre financiero, pero pasarán algunos años antes de que se vuelvan a presentar grandes oportunidades. Por supuesto, nuestra némesis actual, el virus de la PPA, puede cambiarlo todo, ya sea lentamente, o de modo dramático, de un día para otro. Esperamos y observamos (comiéndonos las uñas).
Teniendo en cuenta lo anterior, el productor de carne de cerdo económicamente resiliente, el que funciona bien incluso en condiciones económicas difíciles, doblará su apuesta de hacer avanzar su granja hacia un control financiero basado en una mayor precisión. Las enfermedades, especialmente las crónicas, son la mayor amenaza cuando las condiciones económicas están al límite. Son un auténtico destructor de beneficios. El crecimiento más lento reduce las vueltas anuales y aumenta los costes por unidad. Sacrificar a pesos más bajos y aumentar las eliminaciones consume los ingresos necesarios para pagar los gastos fjos, los que no están relacionados con el volumen de producción. El aumento de la mortalidad anula completamente la inversión realizada sobre los animales que mueren y la desproporción entre el pienso utilizado para mantenimiento corporal frente al utilizado para crecimiento en los cerdos enfermos reduce dramáticamente el uso eficiente del mayor coste de la granja.
Dado que prevenir es claramente mejor, y más barato, que arreglar el desastre, la prevención forma parte de los cimientos de cualquier práctica de precisión. Invertir en reforzar el vallado y realizar una rigurosa formación en bioseguridad, programas regionales de vacunación ejecutados meticulosamente junto con otras formas de prevención, dan al proceso productivo la oportunidad de rentabilizar las grandes inversiones.
Por último, debe haber un mayor compromiso con la recogida y uso de los datos de la granja, que muchos no realizan, para avanzar gradualmente hacia una mayor optimización de beneficios tanto en la producción como en la comercialización. Se logrará superar el umbral de rentabilidad centrándose en reducir la varianza de las métricas y no sólo fijándose en los valores medios.
Me sorprende ver qué cantidad de granjas, incluso algunas grandes, cuyos gerentes siguen tomando decisiones críticas basándose sólo en series temporales de resultados medios de los lotes de engorde o de datos reproductivos. Todos estos son, en el mejor de los casos, indicadores brutos de la complejidad de la creación de beneficio en la producción porcina. Están muy centrados en los "antiguos" promedios y tienen un nivel de error en las mediciones relativamente alto. Las granjas no entrarán en la emergente era moderna de producción de alimentos aferrándose a los pequeños cálculos que en su día fueron útiles, acompañados de perogrulladas que no son realmente ciertas. Estos métodos se desarrollaron cuando los cerdos salieron de las charcas de barro y entraron en las naves y, en ese momento, fueron muy útiles. Revisa el calendario, ya hace tiempo de esto.