En los sistemas productivos a menudo se mantiene a los cerdos en grupos más grandes que los que se producen en estado salvaje: los grupos pequeños tienen una jerarquía social muy estable, con una relación lineal mientras que, en grupos más grandes, las relaciones se vuelven más complejas.
El número de interacciones agonistas aumenta con el número de cerdos hasta los seis individuos, y luego disminuye con el aumento de tamaño del grupo. Hay dos posibles explicaciones para este comportamiento: en primer lugar, que los animales de los distintos subgrupos se ignoran entre sí, la segunda es que, en grupos numerosos, los animales son más tolerantes frente a los otros individuos: Esto se aprovecha en las explotaciones que gestionan grandes grupos, con hasta 100 o más cerdas.
En la mayoría de las explotaciones, las cerdas se agrupan después de la ecografía, durante la gestación, aunque también se ha tenido éxito en agrupaciones tras la lactancia.
Pese a que las cerdas habían convivido antes del parto, la posibilidad de que se reconozcan y reproduzcan la jerarquía es muy pequeña debido a tres razones principales: ha pasado mucho tiempo desde la disolución del grupo, algunos animales no estarán presentes en el nuevo grupo, el estado nutricional (el tamaño) puede haber cambiado, dando oportunidades a cerdas distintas. Los animales entonces "renegocian" su jerarquía. Las peleas comienzan inmediatamente y son inevitables, y el hombre tiene el deber de influir en los niveles de lucha permitiendo la expresión de las conductas pero consiguiendo el nuevo estadio jerárquico de la forma menos traumática posible.
Cabe señalar que, para grupos pequeños, el tamaño mínimo legal puede no ser suficiente para escapar de los ataques y los animales subordinados no pueden evidenciar su sumisión.
Por lo tanto es oportuno ofrecer un espacio amplio, preferentemente en corrales largos, donde un animal atacado puede escapar sin causar agresiones innecesarias y no motivadas por la presión de los animales dominantes.
En el desarrollo de nuevos grupos, es indispensable que el corral tenga el tamaño apropiado para formar correctamente los grupos y transferirlos luego al corral final. Los alojamientos deben estar equipados con paredes bajas para actuar como burladeros.
Una estrategia empírica, pero muy eficaz es entrar las cerdas después haber introducido un verraco grande: el interés por este animal reduce las interacciones entre las cerdas.
Es muy interesante la creación de grupos dinámicos que combinen cerdas gestantes en diferentes etapas de gestación, introducidas en un flujo continuo, donde los animales puedan beneficiarse de zonas bien definidas en las que los nuevos grupos puedan permanecer durante el período de integración con el grupo principal.
Ofrecer un amplio espacio para los animales les permite moverse y obtener recursos sin invadir el espacio personal de otros animales. Además los más débiles pueden mostrar su sumisión mediante la fuga.
Administración y consumo de alimento
En las primeras etapas de la gestación siempre se proporciona una cantidad racionada de alimento para favorecer la implantación del embrión y evitar una acumulación excesiva de grasa. La restricción de un recurso tan importante (incluso económicamente) hace del comportamiento social un factor crítico para las decisiones de manejo, porque el alojamiento individual de cerdas y primalas para permitir a cada animal para comer por separado está regulado.
El control de la ingesta de alimentos cuando las cerdas están alojadas en grupo es fundamental. Los animales dominantes pretenderán las mejores posiciones en el comedero (facilidad de acceso, etc.). Cuando, por el contrario, las cerdas son alimentadas de forma secuencial en un comedero único o en varios espacios, como la alimentación electrónica, la competencia será para priorizar los turnos de ingesta. Las agresiones pueden provocar lesiones y la exclusión de la alimentación de los animales débiles.
Por estas razones, las estaciones de alimentación electrónica deben ser diseñadas adecuadamente para permitir una alimentación tranquila de las cerdas, separando correctamente a los que esperan turno o los que quieren más.
Otros sistemas, como la comida en el suelo, proporcionan menos protección a las cerdas mientras están comiendo y un aumento de la competencia. Para mantener niveles similares de ingesta es necesario disponer de animales de similar tamaño y temperamento. Algunos sistemas tratan de controlar la competencia entre las cerdas en gestación mediante la administración ad libitum. El uso de dietas con niveles altos de fibra permite que los animales ingieran grandes volúmenes, logrando un alto grado de saciedad. Otra alternativa es permitir el acceso ocasional a comida ad libitum (cada cinco o siete días).
En los sistemas en que la competencia por el alimento no está bien controlada, las dominantes se engrasan y las sumisas se adelgazan.
El cumplimiento de la ley respecto al suministro de fibra (para satisfacer el hambre y la necesidad de masticar), y de materiales de exploración y manipulación (paja, heno, turba, etc.), puede ser una ayuda valiosa para reducir la competencia entre los animales que se alimentan una vez al día con concentrados.
Es interesante también el suministro ad libitum de heno ensilado, junto con alimentos de alto contenido energético: crea saciedad, regula la flora intestinal y, además, permite actividades de manipulación y hozado.