Los ácidos grasos ω3 y ω6 tienen gran importancia nutricional y fisiológica. Forman parte de las membranas celulares del cerebro, sistema nervioso central y vasos sanguíneos, lo que les hace fundamentales en los procesos de rápida formación de tejidos, como el crecimiento fetal. A partir de ellos se producen distintos eicosanoides (prostaglandinas, tromboxanos, leucotrienos, etc) que intervienen en los procesos inflamatorios, inmunitarios, presión arterial, agregación plaquetaria, etc. Entre los ácidos grasos ω3 y ω6 se incluyen:
- Ácido α-linolénico (ALA C18:3 ω3 )
- Ácido eicosapentaenoico (EPA C20:5 ω3 )
- Ácido docohexaenoico (DHA C22:6 ω3 )
- Ácido linoleico (LA C18:2 ω6 )
- Ácido araquidónico (ARA 20:4 ω6 )
El LA (ω6) y ALA (ω3) son esenciales, es decir, los mamíferos no pueden sintetizarlos, por lo cual deben añadirse a la dieta. El ALA se puede transformar en EPA, y posteriormente en DHA, mientras que el LA se puede convertir en ARA, pero no pueden convertirse de ω3 a ω6, de forma que la relación ω6:ω3 de la dieta determina la de los productos finales obtenidos a partir de ellos y su funcionalidad fisiológica.
La relación ω6:ω3 ideal en la dieta no está bien establecida, aunque en nutrición humana las recomendaciones son de 4:1 a 8:1, muy lejos de las que se obtienen con formulaciones de piensos convencionales, que normalmente superan el 15:1. El LA (ω6) es abundante en las materias primas y grasas de origen vegetal, que sin embargo son pobres en ALA (ω3) con la excepción del lino y aceite de lino. DHA y EPA se encuentran en aceites de pescado y algas. Por tanto, para disminuir la relación ω6:ω3 deben añadirse estas materias primas al pienso.
En numerosos estudios se ha demostrado que suplementando con ω3 los piensos de cerdas gestantes y lactantes aumenta la concentración de ω3 en los fetos, en el calostro, en la leche, y en los lechones lactantes, tanto si la fuente era aceite de pescado (Fritsche et al, 1993), (Rooke et al, 2001), como a partir de aceite o semilla de lino (Farmer et al , 2009). Por tanto, la cantidad de ácidos grasos ω3 en los tejidos del lechón al nacimiento está determinada por la composición del pienso de la cerda gestante y al destete lo está también por la de la grasa de la leche, que depende a su vez de la composición del pienso de lactación y de la de la grasa movilizada por la cerda de sus reservas corporales.
Aunque los resultados son inconstantes, en general en todos los estudios realizados se han encontrado mejoras productivas con la suplementación de las dietas de gestación, lactación o ambas con ω3. Algunas de las principales ventajas son:
- Mejora de la viabilidad de los lechones y ganancia de peso en la primera semana de vida y después del destete mediante la suplementación con DHA (3 g/kg de pienso) las últimas 4 semanas de gestación (Edwards et al, 2004).
- Mejora del crecimiento de los lechones hasta los 35 días de vida añadiendo aceite de atún (17,5 g/kg de pienso) (Rooke et al, 2001).
- Mejora del peso al destete con DHA (3 g/kg de pienso) (Edwards et al, 2004).
- Menor mortalidad antes del destete (10,2 % vs 11,7%) mediante suplementación con aceite de salmón (16,5 g/kg de pienso) (Rooke et al, 2001).
- Mayor contenido en EPA y DHA en calostro y leche y mayor peso de los lechones a los 10 y 21 días. Pienso con 0,2% de aceite de pescado desde los 60 días de gestación y durante 21 de lactación (Mateoet al, 2009).
- Mayor crecimiento en lactación en el parto siguiente de los lechones de las cerdas suplementadas con 0,2% de aceite de pescado desde los 60 días de gestación y durante 21 de lactación (Mateoet al, 2009).
- Más lechones nacidos (12,8 vs 11,7) en siguiente parto de cerdas con más de 4 ciclos alimentadas con 3 g de aceite de pescado /kg de pienso, en lactación y 6 g/kg desde el destete hasta la 4ª semana de gestación (Smits , 2010).
- Mayor consumo al principio de lactación y mejora del perfil metabólico e inflamatorio postparto (Papadopoulos et al, 2009)
Para comprobar la viabilidad del uso de aceite de pescado, después de varias pruebas en granja experimental, el centro de investigación de porcino de nuestra empresa llevó a cabo una prueba en una granja comercial en España en condiciones de estrés térmico. Comparamos un pienso con y sin aceite de pescado desde una semana antes del parto y durante toda la lactación (Ramaekers, 2010). Las cerdas que consumieron el pienso con aceite de pescado tuvieron un consumo de pienso significativamente mayor (6,4 kg/d vs 6,1 kg/d) a lo largo de toda la lactación (Figura 1), especialmente las primerizas (6,3 kg/d vs 5,2 kg/d) (Figura 2). Como consecuencia perdieron menos peso (21,5 kg vs 22,9 kg) y espesor de grasa dorsal (1,8 mm vs 2,2 mm), aunque estas diferencias no fueron estadísticamente significativas . La supervivencia de los lechones en lactación fue significativamente mayor (90,9% vs 86,8%), a pesar de que el tamaño de camada fue mayor (15,7 vs 14,7 lechones nacidos totales) y el peso medio al nacimiento fue menor (1,275 vs 1,350 g/lechón), también el % de lechones nacidos vivos fue mayor a pesar del mayor número de nacidos totales (95,4% vs 92,5%) (ver Figura 3).
Figura 1. Efecto de la adición de aceite de pescado sobre el consumo de pienso por semanas de lactación.
Efecto de la adición de ω3 en consumo en lactación
Figura 2. Efecto de la adición de aceite de pescado sobre el consumo pienso de lactación por paridad.
Efecto de la adición de ω3 en consumo en lactación
Figura 3. Efecto de la adición de aceite de pescado sobre la supervivencia de los lechones en lactación.
Efecto de la adición de ω3 en supervivencia en maternidad
Conclusiones:
Los ácidos grasos LA (ω6) y ALA (ω3) no pueden ser sintetizados por los mamíferos, por lo que deben ser añadidos a los piensos. La adición de ácidos grasos ω3 en las dietas de cerdas gestantes y lactantes puede ayudar a mejorar la vitalidad de los lechones al nacimiento, reducir la mortalidad y mejorar la ganancia de peso en lactación, así como aumentar el número de lechones nacidos en el ciclo subsiguiente.