De acuerdo a la legislación vigente en la UE en materia de bienestar animal y protección de cerdos (2008/120/EC), el corte de cola no debe ser una práctica rutinaria. Con el objetivo de incentivar la transición hacia la cria de cerdos con cola larga, es recomendable empezar a criar subgrupos de cerdos con colas intactas. Esto permite la formación del personal, minimizando las pérdidas en caso de brotes de caudofagia, lamentablemente en algunos casos impredecibles. Con esto en mente, una granja de engorde convencional de 1800 plazas con manejo todo dentro-todo fuera entró un lote de engorde con un subgrupo de 300 lechones con cola intacta. El peso medio de los animales a la entrada era de 33 kg aproximadamente. El suelo es emparillado y se suministran 2 comidas al día. A la entrada, los animales no presentaban ningún signo clínico patológico, ni entérico ni respiratorio, ni tampoco se observaron problemas locomotores ni de cojeras. Sin embargo, entre los 300 cerdos con cola larga, aproximadamente el 15 % tenía costras y, ocasionalmente, signos de inflamación de la cola (predominantemente enrojecimiento e hinchazón, con una ligera sensibilidad al tacto). La mayoría de las lesiones estaban en vía de resolución y no se observaba sangre viva, aunque varios animales tenían una menor longitud de la cola. El grupo de animales con cola intacta se alojó en otros corrales separados de los animales con cola cortada.
Las corrales estaban equipadas con dispensadores de paja, usada como material de enriquecimiento ambiental con acceso constante. Además, estaba equipada con una cadena de metal fijada a uno de los muros perimetrales.
Pérdidas “diferidas”
No se habían observado señales de caudofagia en los cerdos con cola intacta inmediatamente después de la entrada y el proceso de curación de las lesiones previas había continuado hasta su resolución completa en las semanas siguientes. Sin embargo, alrededor de 5 semanas después de la entrada, algunos animales comenzaron a mostrar signos de cojera en el tercio posterior, inicialmente sutiles y luego gradualmente más y más evidentes. En las siguientes 4 semanas, el 22% de los animales que inicialmente presentaron una lesión en la cola (9 animales), que luego se curó, habían perdido progresivamente el uso de las extremidades posteriores hasta que ya no podían caminar.
Animal con lesiones graves de cola que acaba con parálisis de las extremidades posteriores. En esta misma granja se ha podido observar la misma clínica en animales en los que la lesión inicial en la cola ya estaba cicatrizada y no era visible.
Mielitis e infección ascendente
La clínica locomotora de los animales que habían presentado previamente lesiones en la cola se acompañaba de infecciones ascendentes a las vértebras sacras y lumbares, a menudo también con presencia de abscesos y mielitis, encontrados en la necropsia. De hecho, la presencia previa de lesiones en la cola había representado una vía de entrada e infección por patógenos secundarios, cuya actividad había continuado ascendiendo incluso después de la cicatrización de la lesión cutánea superficial. La infección había provocado la afectación de las estructuras nerviosas y la parálisis o paresia total o parcial de los miembros posteriores.
La problemática ligada a la presencia en la explotación de cerdos que pierden la capacidad de andar está ciertamente ligada al bienestar animal pero también a pérdidas económicas no despreciables. En total, la pérdida de animales en el grupo con cola intacta fue del 7.4 % en comparación con el 4.9 % en el resto del lote raboteado. En el grupo de cola intacta, las pérdidas fueron debidas a los animales que no pudieron ser cargados en el camión por la imposibilidad de caminar de forma autónoma y por lo tanto fueron sometidos a eutanasia en la granja, y por los decomisos en la planta de beneficio debido a los abscesos en la zona sacra y vísceras. Además, el grupo de cola intacta vio un aumento de los gastos relacionados con el consumo de medicamentos, que pasaron de EUR 0.98 a 1.58.
Resumen comparativo entre animales con o sin corte de cola
Grupo con cola intacta | Grupo con cola cortada | |
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Mortalidad | 7.4 % | 4.9 % |
Mielitis (% sobre mortalidad total) | 22 % | 0 % |
Coste medicamentos | EUR 1.58 | EUR 0.98 |
Pérdidas matadero | 4 % | 0 % |
Descripción de las lesiones
La clínica se asoció con frecuencia a la presencia de lesiones secundarias en la columna vertebral, caracterizadas por lesiones directas o compresivas sobre las motoneuronas distales responsables de la movilidad de las extremidades posteriores. Autores (Hariharan et al, 1992) que han realizado un cultivo bacteriano de este tipo de lesiones muchas veces no han podido aislar ningún patógeno, probablemente debido a la propia cronicidad de la lesión o a la tendencia a tratar repetidamente con antibióticos a los animales con esta clínica. Macroscópicamente, las lesiones de la cola se caracterizaron por la pérdida de la porción distal y una posible cicatriz después del desprendimiento de la costra. Debajo de la cicatriz, a menudo había material purulento que también se encontraba en el espacio intradural hasta el segmento lumbosacro de la columna.
El riesgo de parálisis aumenta en caso de mordedura de cola
La proporción de animales con infecciones asociadas a lesiones por mordedura de cola (artritis supurativa, espondilitis supurativa y meningitis/mielitis bacteriana ascendente) aumenta con los eventos de caudofagia. Esto también lo confirma un estudio reciente (Piva et al, 2022) realizado por un grupo de investigación brasileño. De hecho, estas infecciones pueden afectar incluso a casi el 70% de los animales con la cola mordida, mientras que representan solo el 0.04% de los casos cuando la cola no está dañada. Simplificando, el riesgo de aparición de estas infecciones con paresia clínica o parálisis de las extremidades posteriores "diferida" tras eventos de caudofagia es 57 veces mayor que en grupos de animales sin lesiones en la cola.
La prevención es más importante que el tratamiento
Desgraciadamente, es bien conocida la dificultad de intervención en caso de brotes de caudofagia en las granjas de cerdos. Sin embargo, es igualmente difícil detener el riesgo de infecciones ascendentes después de una lesión grave en la cola. El riesgo puede permanecer incluso si la lesión está curada parcial o totalmente, ya que el daño de las estructuras más profundas o viscerales puede ser incluso mayor que el que afecta exclusivamente a la piel. La aparición "diferida" de la clínica locomotora respecto a la lesión original está ligada a la cronicidad de un cuadro inflamatorio e infeccioso inicialmente agudo, y a la difusión de un patógeno de un tejido a otro que puede llevar mucho tiempo, hasta el punto de ser difícilmente atribuible al evento desencadenante. La culminación del proceso es, por tanto, el signo clínico en un lugar diferente al original, a veces asociado a lesiones sistémicas y, por tanto, no siempre fáciles de interpretar. Uno de los aspectos más delicados de este proceso es también el hecho de que muchas veces el animal sigue alimentándose correctamente y sigue creciendo, retrasando el momento en que el personal técnico opta por la eutanasia, prolongando el estado de malestar de un animal que ya no puede caminar y al mismo tiempo agravar las pérdidas económicas asociadas al consumo prolongado de alimento por parte de animales con mal pronóstico. La prevención de los fenómenos de mordedura, reduciendo los factores de riesgo ambientales y de manejo, es ciertamente la intervención más útil en estos casos, entendiéndose que los animales con lesiones recientes y manifiestas deben ser tratados individualmente con terapia antibiótica para reducir la probabilidad de infección.