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Biogás: los purines también dan dinero (1/2)

Convenientemente tratados los purines son una fuente de metano biológico que puede aportar importantes rendimientos económicos a una granja y además reducir las emisiones de efecto invernadero.

Vista general de una planta de biogás
Vista general de una planta de biogás

Todo el sector está pendiente de la implantación de la prohibición de esparcir estiércol y purines mediante cisternas con sistemas de plato, cañón o abanico a los ganaderos y agricultores que quieran recibir ayudas de la PAC con el objetivo de reducir los niveles de emisiones de nitrógeno. Se señala al ganado porcino como el gran villano de la acumulación de nitrógeno en suelo y aguas y parece que la única opción es gastar dinero para tratar y neutralizar los purines.

En estas circunstancias la tecnología para producir biogás a partir de las deyecciones del porcino aparece como una oportunidad para dar valor a los desechos orgánicos que se producen en una granja y de paso mejorar la sostenibilidad de la explotación y su impacto en el medio ambiente. Los purines pueden pasar de ser un gasto a formar parte de los ingresos de la granja. Los purines producidos por cada 5 cerdos pueden generar energía eléctrica suficiente para cubrir el consumo medio de un ciudadano europeo en un año.

Además el biogás es la única energía renovable que puede usarse para cualquiera de las grandes aplicaciones energéticas: eléctrica, térmica o como carburante y que puede almacenarse y estar disponible para ser utilizada cuando se necesita. Como ejemplo, gracias al biogás dispondremos de electricidad de fuentes renovables cuando aún es de noche, podremos regar los campos al amanecer y al anochecer (no al mediodía como obliga la energía solar fotovoltaica) e incluso muy pronto podremos conducir un tractor impulsado por biogás.

A pesar de ser una tecnología perfectamente segura y probada de la que hay más de 17.000 plantas instaladas en Europa, en España es prácticamente una desconocida, pues contamos con menos de 50 de estas instalaciones, menos que Portugal, lejos de las más de 1600 de Italia y más aún de las más de 8.000 de Alemania. La explicación viene de la inseguridad que generó en nuestro país la falta de una normativa clara sobre el autoconsumo energético, que por suerte ya es un asunto aclarado desde hace poco más de un año.

El biogás se produce mediante un proceso de digestión anaerobia (en ausencia de oxígeno), en la que los purines se encierran en unas cámaras llamadas biodigestores y se someten a un proceso biológico de fermentación mediante distintos tipos de bacterias con dos fases consecutivas principales: una de acidificación del digestato (así se denomina la materia orgánica en el biodigestor) y otra en la que los microorganismos convierten el material orgánico en gas metano. Los biodigestores se cierran herméticamente, por lo que no hay emisiones de nitrógeno a la atmósfera, olores, moscas, etc. El proceso suele durar unos 30 días.

El resultado es, por un lado gas metano (60%), CO2 (35%) y pequeñas porciones de otros gases (5%), por ello se somete a un proceso de depuración y queda listo para ser quemado en un motor PCCE, capaz de generar energía térmica directamente para producir calor o para mover una turbina que genera energía eléctrica. El gas resultante del proceso de depuración (biogás) es un combustible limpio de fuentes renovables que reduce la emisión de gases de efecto invernadero (el CO2 que se produce al quemarlo tiene 21 veces menos efecto invernadero que el metano que producirían los purines al aire libre).

Por otro lado tendremos un abono líquido y un compost orgánico de alta calidad, pues el nitrógeno orgánicamente enlazado y de lenta descomposición se convierte por un lado en amoniaco y por otro en nitratos de alta disponibilidad para la plantas (produce menor concentración de nitrógeno en suelos). Este abono más fácilmente absorbible por las plantas no consume nutrientes del suelo durante la maduración. Por último, la estabilización y madurez que se consigue tras la digestión evita posibles problemas de fitotoxicidad, lo que lo hace muy adecuado para fertilización de fondo y siembra, y de acidez, por lo que es óptimo para fertilización de cobertera.

A la hora de diseñar una planta de biogás, es muy importante que esté dimensionada a las necesidades y capacidad de cada explotación para ajustar los costes y conseguir una rápida amortización de las inversiones. Dedicaremos un próximo artículo a describir las inversiones necesarias y los beneficios económicos que puede reportar una instalación de biogás para autoconsumo.

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