S. López, J.M. Guinovart. Adiveter s.l. España
E. Creus. Universidad Autónoma de Barcelona. España
12-may-2005 (hace 19 años 6 meses 14 días)La seguridad alimentaria es una de las principales preocupaciones de los consumidores,
dadas las crisis que convulsionan al sector de forma regular. Los criterios microbiológicos,
así como las regulaciones en sustancias indeseables intentan promover un
superior control de los distintos factores que pueden suponer un riesgo en la
cadena alimentaria. En este sentido, en los últimos años ha existido
una preocupación creciente por el nivel que un metal pesado ha presentado
en aguas y alimentos de los animales de producción, así como su
vehiculación a tejidos finales: el arsénico.
Fuentes y niveles tóxicos
El arsénico es un contaminante natural en cursos de aguas superficiales
y freáticas. El amplio uso de sus derivados en la primera mitad del siglo
XIX como agroquímicos produjo un enriquecimiento de los suelos en algunos
derivados. Así, en los cursos de agua y en las materias primas cultivadas
con los mismos, aparece el arsénico debido al mencionado uso agroquímico
y a las partículas de ceniza de sistemas de incineración: los
niveles de arsénico ambiental en los alrededores de industrias papeleras
se han demostrado entre los más elevados, dado el uso habitual de sus
derivados como conservantes de maderas. Su toxicidad se relaciona con el grado
de bioacumulación: los arsenicales inorgánicos solubles en agua
(arsenito de sodio, ácido arsenioso) presentan una elevada toxicidad.
El 70% del arsénico ingerido proviene de los alimentos. El 29% proviene
del agua y el 1% del aire (forma inorgánica). Las soluciones de compuestos
arsenicales penta y trivalentes son rápidamente absorbidas por ingestión,
mientras que la inhalación es la principal vía de los arsenicales
inorgánicos.
El nivel máximo permitido en piensos es de 2 ppm (4 en pienso de peces).
En el agua de bebida, niveles ligeramente superiores (o superiores al nivel máximo
recomendado de 0,05 mg/l) pueden producir un efecto semejante a un promotor de
crecimiento. El arsénico, sin embargo, es bioacumulable y puede alcanzar
niveles de toxicidad crónica y causar la muerte del animal. Los niveles
indicados para agua de bebida no son límites legales (no existe legislación),
están basados en resultados experimentales y son válidos para todo
tipo de animales. Animales de vida productiva corta (aves y cerdos) son menos
susceptibles de desarrollar signos de toxicidad por arsenicosis, pese a ser capaces
de bioacumular este metal.
Consecuencias tóxicas
Toxicocinética: Los compuestos pentavalentes tienen poca afinidad por
los grupos SH moleculares, a diferencia de los compuestos trivalentes, por lo
que son mucho menos tóxicos. El arseniato inorgánico (AsO
4=) afecta
a la fosforilación oxidativa en la mitocondria por sustitución
competitiva de fosfato inorgánico por arseniato. Los arsenicales trivalentes
se unen a los grupos SH de distintas moléculas, para formar un complejo
tioarsenioso. Así, muchas enzimas y cofactores serán inhibidos
por el arsenito (como el sistema de la enzima piruvato deshidrogenasa, que cataliza
ácido pirúvico en ácido acético). Esta reacción
es esencial en el metabolismo oxidativo y su inhibición es la causa principal
de la toxicidad: el ácido pirúvico se acumulará en sangre.
En animales superiores, los arsenicales orgánicos ingeridos vía
oral son rápidamente absorbidos (aún más en compuestos
disueltos en agua), siendo potenciada su absorción por la administración
concomitante de niveles elevados de Vitamina D3. El 70-80% es eliminado en una
semana, vía urinaria, como arsénico inorgánico y como arsenicales
metilados.
Sintomatología:
Sistema gastrointestinal: Dosis pequeñas de arsenicales trivalentes inorgánicos
producen hiperemia de la mucosa intestinal. La transudación del plasma,
evidente a dosis mayores, produce vesículas bajo la mucosa (cuya proliferación
está suprimida), que se rompen y producen descarga de plasma al lumen
intestinal, donde coagula. Los daños tisulares y el aumento de líquido
en el lumen producen hiperperistaltismo y heces en "agua de arroz".
Las heces devienen sanguinolentas. El inicio de estos síntomas en animales
puede no ser asociado a arsenicosis, por su evolución gradual.
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Piel: Arsenicosis
agudas tienen un efecto vesicante necrótico. Pequeñas dosis
de arsenicales inorgánicos causan vasodilatación cutánea,
mientras que ingestiones crónicas causan hiperqueratosis.
Hígado y sistema renal: Se han observado trastornos
hepáticos en animales expuestos de forma crónica. El daño
se localiza en el parénquima hepático, pero en algunos casos
el cuadro clínico puede parecerse al que produce una oclusión
del colédoco, produciendo trombos biliares en las radículas
biliares más finas. La acción del arsénico puede
causar severos daños renales: el efecto inicial se ejerce sobre
los glomérulos y aparece proteinúria (albúmina en
orina). Más tarde se produce necrosis y degeneración tubular.
La exposición a arsénico provoca oliguria con proteinúria
y hematúria (albúmina y sangre en orina). La triparsamida
(un tripanosomicida), puede inducir daños hepáticos incluso
a dosis terapéuticas.
Sistema cardiovascular y sangre: Los arsenicales inorgánicos
afectan la médula ósea y alteran la composición celular
de la sangre. La evaluación hematológica tras la exposición
a arsenicales revela leucopenia leve a moderada, con posible eosinofilia.
La anisocitosis se manifiesta al aumentar la exposición. Algunos
efectos se relacionan con una inferior absorción de ácido
fólico. Los arsenitos alteran la síntesis de porfirinas.
Consecuencias productivas en porcino: Efectos supresores
del crecimiento, anorexia y efectos reproductores (reducción de
la resistencia espermatozoica y alteración del ratio fructosa/cítrico)
son algunos de los efectos más evidentes de toxicidad por arsénico
en la especie porcina.
Consecuencias en alimentación humana: Niveles
de metales como el arsénico están legislados en la alimentación
animal, pero no en la legislación humana. El arsénico en
humanos puede causar gastroenteritis, alteraciones neurológicas,
vasculares, diabetes y cáncer. Sin embargo, el arsénico
de los alimentos destinados a alimentación humana suele encontrarse
en forma orgánica y son menos tóxicos. |
En principio, pese a ser un metal pesado bioacumulable en animales de producción,
las fuentes más comunes de metales tóxicos en alimentación
humana suelen ser los vegetales y el pescado. Por ejemplo, se estima que un humano
medio consume entre 0,2 y 0,9 mg/d de arsénico a través de marisco.
La contribución de metales tóxicos ha sido estudiada en carne de
pollo en un análisis realizado entre 1989 y 2000 y ha demostrado niveles
promedio de 0,39 ppm (hasta 4 veces superiores a la presente en otras carnes).