Así lo ve Imasde
25-nov-2002 (hace 22 años 1 meses 4 días)
Las infecciones causadas por bacterias entéricas causan mortalidad, morbilidad y pérdida de producción en la industria porcina. Están implicadas distintas especies bacterianas, y cada uno de estos patógenos tiende a colonizar y causar afecciones en diferentes regiones del tracto gastrointestinal. Indudablemente la composición de la dieta tiene un papel clave en su desarrollo, aunque la principal herramienta utilizada para su control son los agentes antimicrobianos, que se suministran como terapéuticos o como promotores del crecimiento en ausencia de enfermedad. Sin embargo, las restricciones establecidas en la actualidad a su uso, establecen la necesidad de buscar estrategias alternativas, principalmente vía nutrición.
La flora microbiana del digestivo juega un papel clave en los procesos de digestión, pues está presente en todo el recorrido intestinal, aunque es en los tramos inferiores donde más procesos fermentativos se producen, especialmente en el ciego y el colon proximal. El hecho es que la ecología microbiana y las interrelaciones entre las poblaciones son extremadamente complejas, y hoy se desconocen con exactitud. El delicado equilibrio entre bacterias beneficiosas (Lactobacillus, Bifidobacterias) y perjudiciales (Clostridium, E. coli, Salmonella) es relativamente estable, pero el riesgo de disbiosis está asociado con la cantidad y el perfil de nutrientes que alcanzan los tramos posteriores del digestivo. En general, existe en la actualidad un amplio debate sobre si es interesante o no la fermentación en el intestino grueso (IG). Ciertos autores apuntan que la llegada de nutrientes selectivos a este tramo ayuda a la flora beneficiosa a proliferar y a controlar a la patógena, además de otros beneficios como la generación de ácidos grasos volátiles (AGV), que son utilizados para la obtención de energía para el animal y para los propios enterocitos y colonocitos (especialmente el butírico). Otros autores han evidenciado que la ausencia de material fermentascible en el IG genera un aumento en la salud de los animales y ayuda a controlar las patologías digestivas. La coexistencia de ambas teorías con una amplia base científica seria y razonada evidencia que las múltiples relaciones existentes entre los microorganismos y con su medio (ambiente, estado sanitario, dieta) hacen muy difícil en la actualidad formular recomendaciones que excluyan supuestos. En este sentido, cabe destacar lo siguiente:
1. Contaminación del pienso. Si el pienso está contaminado, puede hacer proliferar una especie patógena en concreto, con la consecuente aparición de procesos entéricos. En el caso de Salmonella, cabe destacar que las cepas que habitualmente aparecen en la dieta no se suelen corresponder con las encontradas en los animales.
2. Cantidad de nutrientes que alcanzan el intestino grueso: algunas diarreas se producen por una sobrecarga intestinal, ya que el animal no es capaz de asimilar todo lo que ingiere. En estos casos lo mejor es restringir el alimento.
3. Perfil de la dieta:
3.1. Almidón: aunque su disponibilidad difiere en función de la fuente, en general es bastante digestible. Los tratamientos térmicos aumentan su disponibilidad, pero si son excesivos generan almidón resistente que alcanza el IG.
3.2. Proteína: Siempre se debe evitar su exceso en lechones y maximizar su calidad y biodisponibilidad. Su exceso o falta de digestibilidad provoca su llegada al IG y la posibilidad de aparición de graves trastornos digestivos.
3.3. Lactosa: en las primeras etapas es deseable altos niveles, pero a partir de 10 kg los niveles de lactasa bajan y si existe un exceso, constituye material altamente fermentascible en el IG, por lo que no es deseable.
3.4. Fibra: este es el componente sobre el que existe mayor discusión, dada su i) complejidad y diversidad química y ii) su falta de digestión enzimática y por tanto llegada de forma casi íntegra al IG. La fracción ácido detergente es poco fermentable, aumenta el tránsito digestivo y las pérdidas endógenas, y en general provoca un descenso de la flora microbiana. Las hemicelulosas y en mayor grado las pectinas son más fermentables, y de hecho se ha probado con razonable éxito la utilización de materias primas ricas en pectinas (pulpa de remolacha) en lechones. Los b-glucanos y xilanos aumentan la viscosidad de la digesta, que aunque en porcino no provoca los mismos efectos que en aves por el mayor contenido acuoso de la dieta, podría afectar positivamente a la facilidad de adherencia a los patógenos en las paredes intestinales.
3.5. Uso de aditivos: obviamente el uso de enzimas, pro y prebióticos, acidificantes, o extractos de plantas también modifican el equilibrio de la microbiota intestinal, aunque no son objetos del presente trabajo.
4. Tamaño de partícula: trabajos daneses en relación con Salmonella evidencian que el tamaño de partícula también puede condicionar la población microbiana, pareciendo haber un efecto positivo de tamaños groseros sobre la flora beneficiosa.
5. Presentación de la dieta: como en el caso anterior, la presentación de la dieta en harina vs gránulo y líquida vs sólida contribuyen a una mejor salud intestinal, aunque se desconoce con exactitud qué factores influyen.
Como resumen, las estrategias nutricionales deben ir encaminadas a incentivar la salud intestinal de los lechones, respetando en la medida de lo posible su productividad. Con la información existente y hasta que no haya más avances en este campo, los autores recomiendan i) diseñar las dietas en aras de la máxima digestibilidad y regular la concentración de nutrientes del pienso en función de la capacidad de los animales y la existencia de patologías y ii) manejo exquisito del pienso.