Inmunonutrición en porcino

Luiz Felipe CaronDany MesaBreno Castello Branco Beirão
20-mar-2018 (hace 6 años 9 meses 2 días)

Generalmente se considera que la vacunación es el proceso más importante para obtener la protección inmunológica de una población. Esta percepción se deriva de la especificad de este proceso. Sin embargo, la concepción actual de los principios de la inmunidad implican que otros procesos de manejo son también muy relevantes para mejorar la productividad a través del control de la inmunidad. La inmunidad poblacional implica inversiones en calidad nutricional, uso racional de aditivos que mejoren los resultados productivos, uso de antibióticos, bioseguridad, formación de la mano de obra, junto con un protocolo de vacunación bien estructurado.

El tejido linfoide asociado a la mucosa (MALT-mucosal-associated lymphoid tissue) está muy desarrollado en los cerdos adultos. El componente intestinal de este sistema es el tejido linfoide asociado al intestino (GALT- gut-associated lymphoid tissue), que corresponde al 80% de todo el MALT. Está compuesto por una compleja organización de órganos linfoides primarios y secundarios. Las placas de Peyer (tejidos linfoides organizados presentes en la pared intestinal) están compuestos por linfocitos B, la mayoría de los cuales secretan IgA en la luz intestinal. Estas células componen el 40% de las placas de Peyer. Alrededor del 20% de las células son linfocitos CD4 (helper) y aproximadamente el 10% son linfocitos CD8 (citotóxicos). Entre el 5-9% de las células en este tejido son células dendríticas y otros fagocitos.

Debido a la conexión íntima de estos tejidos linfoides con el revestimiento epitelial intestinal, los componentes nutricionales tienen un gran efecto sobre las células inmunes locales. Por lo tanto, la integridad intestinal es tan relevante como los protocolos de vacunación para inducir una inmunidad adecuada a los desafíos ambientales. Cuantos más animales sean resistentes a las infecciones, menor será la transmisión lateral de patógenos después de un caso inicial dentro de la población. El desarrollo funcional del intestino como órgano digestivo y de absorción está íntimamente asociado con su desarrollo como tejido inmune.

El procesado de materiales extraños (antígenos) por el GALT sigue una secuencia similar a la de los tejidos linfoides sistémicos. Sin embargo, los enterocitos del GALT también juegan un papel transportando moléculas procedentes de los patógenos hasta estar al alcance de las células inmunes. En el revestimiento epitelial intestinal, las células M son cruciales en la realización de esta tarea. Tanto los enterocitos como las células M contribuyen a la defensa contra los patógenos. La arquitectura intestinal local a menudo cambia en respuesta a los patógenos, como alteraciones en la profundidad de las criptas, producción de moco, infiltración de células linfoides, aumento del espaciamiento entre las células, etc. En las placas de Peyer se construyen respuestas más específicas, donde los linfocitos B inician las respuestas de IgA dirigidas contra los patógenos.

Entre todos estos factores que son relevantes en la protección natural de la población, la composición óptima de la dieta determinará los mejores resultados posibles al equilibrar el coste de activación de la inmunidad y la productividad animal. La microbiota es obviamente muy relevante en este contexto. Los animales con un desafío ambiental extremadamente bajo (en condiciones de laboratorio) tienden a demostrar un rendimiento mejorado en comparación con las condiciones de campo, debido naturalmente a los costes que implica responder a un desafío mediante la activación de la inmunidad. Los animales libres de gérmenes tienen una demanda metabólica entre un 10-30% menor que los cerdos convencionales. Los animales en condiciones normales sólo pueden superar a los animales libres de gérmenes cuando la dieta se gestiona de forma minuciosa, mejorando la microbiota. Obviamente, "libre de gérmenes" no es una opción para los animales de granjas comerciales, y por lo tanto, es muy importante controlar las bacterias que interactúan con la inmunidad de la mucosa. Entre los dos puntos posibles para controlar la inmunidad intestinal (nutrición y microbiota), este último es mucho menos conocido. Las respuestas a los "potenciadores de la microbiota" suelen ser inestables y varían ampliamente entre diferentes situaciones. Las mejores respuestas provienen del establecimiento de una microbiota de alta calidad desde las primeras semanas de vida, cuando las poblaciones bacterianas intestinales aún son lábiles.

Los "costes" generados por la inmunidad en el huésped son de dos tipos: 1) Las células inmunes tienen altas demandas de proteínas. Y no solo eso, sino que la composición de aminoácidos de las proteínas inmunitarias se desvía en gran medida de otras proteínas en el animal y, por lo tanto, las demandas nutricionales variarán si la inmunidad se activa constantemente. Como ejemplo, la valina y treonina se consumen en niveles más altos para la producción de IgA y de mucina (el constituyente principal del moco). 2) Las fases iniciales de las respuestas inmunes presentan un "coste de oportunidad" para el huésped. La protección inmunológica comienza con la inflamación. Algunas moléculas inflamatorias pueden alcanzar el hipotálamo y controlar la temperatura corporal, induciendo fiebre. Esta es una respuesta natural contra los patógenos, pero requiere mucha energía, incluso para aumentar la temperatura unos pocos grados. La inflamación también regula negativamente el apetito y el consumo de alimento disminuirá hasta que se alcancen las últimas etapas de la inmunidad. Las fases posteriores de la inmunidad (como la producción de IgA), si bien son costosas, son menos exigentes en términos de "oportunidad": no hay fiebre ni cambios en el apetito en estas fases.

Por lo tanto, la nutrición es especialmente relevante para animales en entornos difíciles Las respuestas a los patógenos en estas situaciones ocurrirán principalmente en la mucosa, el intestino y el tracto respiratorio. Controlar la inmunidad, ya sea a través de la microbiota o directamente por inmunonutrición, es vital para prevenir pérdidas de productividad. Se debe alcanzar un equilibrio entre fuertes respuestas inmunitarias y la productividad. Esto depende de las interacciones involucradas en el órgano inmune más grande, el INTESTINO.