La importancia de la vitamina D para el sistema inmune en cerdos

Gilbert M. Weber
13-mar-2018 (hace 6 años 9 meses 9 días)

Aunque la vitamina D3 (colecalciferol) puede sintetizarse por irradiación ultravioleta de la provitamina D 7-deshidrocolesterol en la piel de los cerdos, esta producción endógena generalmente no satisface la demanda fisiológica, ya que los cerdos suelen estar confinados en instalaciones de producción sin acceso a la luz solar directa. Por lo tanto, la ingesta de vitamina D3 con la dieta es la fuente más fiable para asegurar la vitamina D necesaria para una producción porcina exitosa.

Después de la ingestión, el colecalciferol se absorbe en el tracto intestinal junto con las grasas y se necesita la presencia de sales biliares para su absorción. La vitamina D3 se transporta hasta el hígado a través del sistema linfático y, finalmente, se deposita en los tejidos adiposos. En el hígado, el colecalciferol se convierte en 25-hidroxi-colecalciferol (25-OH-D3) y posteriormente se hidroxila en el riñón a 1,25-dihidroxi-colecalciferol (1,25- (OH)2-D3), que representa la hormona activa. La vitamina D regula la homeostasis del calcio y el fósforo, es decir, aumenta la absorción de estos minerales en el intestino delgado así como su reabsorción en los túbulos renales e influye en el proceso de calcificación al aumentar la absorción de minerales por parte de los huesos. Generalmente se considera adecuada una suplementación dietética de 1.000 a 2.000 UI/kg de alimento para las diversas categorías de cerdos.

En todos los animales superiores, el resultado más conocido y dramático de un aporte insuficiente de vitamina D3 es el raquitismo. Las epífisis están agrandadas; los huesos de las extremidades, de la columna vertebral y del cráneo están deformados y son frágiles. Los animales se mueven de forma rígida y vacilante debido a la aparición de cojeras y debilidad muscular. Otras enfermedades metabólicas óseas típicas son la osteomalacia, la osteocondrosis y la osteoporosis, que están relacionadas con un fallo en la mineralización ósea y/o la pérdida de mineral óseo en cerdos de diversas edades. Los signos más generales de la deficiencia clínica y subclínica en los cerdos son: inhibición del crecimiento, pérdida de peso, pérdida o reducción del apetito y alta mortalidad. Para evitar estos problemas drásticos es importante suplementar una cantidad suficiente de vitamina D3.

A partir de estudios clásicos con ratones, se sabe que la vitamina D también interactúa con el sistema inmune. Los macrófagos, responsables de la destrucción de los patógenos, pueden liberar 1,25- (OH)2-D3, que a su vez es capaz de modular otras células del sistema inmune. Por ejemplo, esta 1,25- (OH)2-D3 producida localmente tiene un efecto sobre las células T y B activadas, favoreciendo respuestas específicas de células T-helper y regulando a la baja ciertas funciones de las células B. Además de ser una fuente de 1,25- (OH)2-D3, los macrófagos son también posibles objetivos para las acciones inmunomoduladoras de este metabolito de la vitamina D. El 1,25- (OH)2-D3 ayuda a mantener las poblaciones de macrófagos al estimular la diferenciación de las células madre mieloides hacia un fenotipo de macrófago. Además, los macrófagos ejercen una acción antimicrobiana mejorada tras un tratamiento con 1,25- (OH) 2-D3: se aprecia un aumento de la quimiotaxis y la intensificación de la muerte por fagocitosis de las bacterias infecciosas.

Recientemente se ha publicdo que el colecalciferol y, más particularmente, sus metabolitos 25-OH-D3 y 1,25- (OH)2-D3 juegan también un papel importante en el sistema inmune de los cerdos. Esta información merece una atención especial ya que, en la industria porcina, las enfermedades infecciosas se encuentran entre las causas más comunes de mortalidad y en consecuencia de pérdidas económicas, especialmente en el destete cuando los lechones son más vulnerables a la infección.

Un grupo de investigación informó sobre los efectos inmunomoduladores de 1,25-(OH)2-D3 medido como la respuesta de anticuerpos antígeno-específicos después de la inmunización intramuscular de cerdos con albúmina sérica humana (HSA). El 1,25-(OH)2-D3 mejoró significativamente las respuestas séricas de IgA e IgM antígeno-específicas. También se encontraron títulos más altos de IgA HSA-específicos en las secreciones de las mucosas (saliva, heces y secreciones nasales) de los animales tratados con vitamina D3. Además, el 1,25-(OH)2-D3 aumentó el número de células secretoras de anticuerpos IgA e IgG antígeno-específicos en los ganglios linfáticos locales de drenaje. En un estudio posterior, estos autores observaron que la inmunización de lechones con un antígeno de Escherichia coli durante el período de lactación podría proteger contra un desafío oral con E. coli y que la adición de 1,25-(OH)2-D3 mejoró esta protección medido por una excreción fecal reducida de E. coli. Sin embargo, en condiciones de producción, los efectos beneficiosos de 1,25-(OH)2-D3 solo pueden ocurrir si en la circulación sanguínea existe una concentración suficiente de 25-OH-D3 como sustrato para la segunda etapa de hidroxilación. La forma más fiable de poder lograr esto, es mediante una suplementación directa de 25-OH-D3 en el alimento.

Otro grupo investigó los cambios de las células inmunes, que ocurren como resultado de la suplementación nutricional de los lechones destetados con una versión comercial hidroxilada de vitamina D3 (25-OH-D3; Hy·D). Los lechones mostraron un aumento significativo en el número de células leucocitarias, que representan biomarcadores inmunes que se sabe que están estrechamente relacionados con las defensas antimicrobianas, así como una modulación positiva de la supervivencia de los leucocitos y la capacidad fagocítica. Estos y otros hallazgos indican que la vitamina D3 juega un papel central en la respuesta inmune de los cerdos y que 25-OH D3 puede ser una fuente más eficiente para mejorar el nivel de vitamina D de los cerdos que el colecalciferol.