Seguimos con la discusión sobre los datos en los que se basa la previsión de rentabilidad para la producción porcina en 2018. La rentabilidad prevista a finales de enero para este año en EEUU es de unos impresionantes 25 $/cabeza. Pese a las ganancias históricas acumuladas en 2013 y 2014 debidas a la reducción de la producción de un 10%, o un poco más, causada por el PEDv, hay que retroceder hasta 2010 para encontrar un año que produjo la rentabilidad que se espera para 2018. En 2010 se sacrificaron un poco más de 110 millones de cerdos en EEUU con un peso vivo medio de 272 lbs (123,4 kg). El USDA informa que, en 2017, el sacrifico total ascendió a 121,3 millones de cerdos, con una media de 283 lbs (128,4 kg). Se espera que la producción total en 2018 sea un 2-4 % superior, dependiendo del analista. A su vez, la industria espera los beneficios que se producían en la parte expansiva de los ciclos de expansión y recesión porcinos de los 1950s-1980s, cuando la producción porcina se ganó el apodo de "canceladora de hipotecas", ya que los cerdos a menudo pagaban los préstamos de la explotación agrícola, incluidos los agrícolas, o de ganado lechero o cárnico.
La previsión en cuanto al pienso es un factor clave de la rentabilidad, como hemos mencionado anteriormente. Para 2018 se prevé la continuación de unos costes relativamente bajos e inusualmente estables. La última vez nos centramos en el maíz y este mes focalizaremos nuestra atención en la harina de soja que, junto al maíz, son los dos ingredientes principales en las dietas porcinas y entre los dos determinan en gran medida el coste del pienso. Mientras que muchos otros granos y semillas oleaginosas pueden ser sustituidos tanto por maíz como por harina de soja, sus sustitutos presentan una serie de problemas que los hacen, en general, menos deseables.
Como es de suponer, las zonas del mundo que lideran la producción de maíz también lideran la de soja, ya que ambos cultivos pueden presentar ciertos ahorros en rotación y que las características del suelo requeridas son similares para los dos. El servicio de agricultura y alimentación del USDA (FAS) informa que las proyecciones preliminares para 2016/2017 y 2017/2018 muestran que la principal producción mundial procede de EEUU y Brasil, situados codo a codo, con una ligera ventaja para EEUU (120 millones de toneladas (mt) y 110 mt respectivamente), seguidos por Argentina (56 mt), China (14,2 mt), India (10 mt), Paraguay (9,4 mt) y Canadá (8 mt).
Asia como continente es, con diferencia, el principal importador de soja y China lo es a nivel nacional. La rápida expansión y transformación a sistemas de producción modernos para aves y cerdos ha impulsado en gran medida esta demanda. La EU-27 es un gran importador de soja, especialmente por parte de los países miembros centrados en porcino y pollos (Holanda, Alemania, España, Francia e Italia).
En el marco general del flujo de comercio mundial, Sudamérica exporta especialmente a China, Europa y Malasia, mientras que EEUU se centra en China, México y Japón. Por lo tanto, cualquier efecto sobre la demanda en alguna de estas regiones puede tener un impacto en los precios mundiales. Es interesante observar que las grandes comercializadoras financian las cosechas brasileñas proporcionando insumos (más que dinero) como parte del contrato productivo y luego controlan el movimiento hasta el destino final de venta. Por lo tanto, organizan la producción en cuanto a genética, insumos utilizados, cosecha, transporte y procesado posterior, como molido, o extracción de aceite. Este tipo de acuerdos en EEUU permiten utilizar las semillas con las características genéticas más adecuadas para cada región. Las características del producto se ajustan a la demanda global por lo que un pequeño número de empresas coordinan y ejecutan una estrategia global en la producción, transporte, procesado, exportación y venta directa de soja.
Brasil está creciendo en cuanto a superficie cultivada mientras que EEUU está creciendo más lentamente a través del progreso genético y aumentando gradualmente el rendimiento. El uso de la tierra es un problema candente en Brasil y una parte significativa de los cultivos están sobre antigua selva, con suelos limitados y menor productividad potencial a largo plazo. Sin embargo, la producción crece cada año, sumándose al exceso de cereales-pienso. Si la producción animal desacelera su rápido ritmo de expansión, lo que parece probable en el próximo año, podría producirse una rápida y dramática situación de exceso de oferta. Todas estas condiciones crean una abundancia a medio plazo de granos y semillas oleaginosas para alimentación animal, lo que permite unos costes de producción bajos y estables para la producción animal en todo el mundo. La diferencia estacional en ambos hemisferios ofrece una nueva cosecha cada seis meses, lo que reduce los periodos de poca oferta entre cosechas de un mismo hemisferio. Igual que con el maíz, las existencias de soja son muy elevadas, igual que la producción mundial, y todo ello genera una previsión de una rentabilidad superior a la esperada si la demanda de cerdo continua creciendo. El próximo mes, más.