Residuos de antibióticos y otros medicamentos veterinarios en productos cárnicos porcinos

Massimo CastellariMaria Hortós
25-sep-2017 (hace 7 años 2 meses 27 días)

Los animales de producción pueden ser tratados a lo largo de su vida con medicamentos veterinarios con fines preventivos, profilácticos y terapéuticos.

En particular, la administración de antibióticos puede determinar la presencia en el mercado de alimentos de origen animal con contenidos residuales de estas sustancias, bien del principio activo en su forma original o bien de sus metabolitos (Pla de Seguretat Alimentària, ACSA 2016; Residuos de medicamentos veterinarios, Comisión Europea). Hay que destacar como la presencia de residuos de antibióticos en alimentos de origen animal, normalmente ocasionada por una utilización fraudulenta de los medicamentos veterinarios o por malas prácticas veterinarias, puede representar un riesgo para la salud de los consumidores.

Por esta razón, y con el objetivo de evitar que lleguen al consumidor alimentos con residuos de sustancias que puedan tener consecuencias negativas para la salud, se ha establecido a nivel europeo un marco legislativo de los más avanzados a nivel mundial.

En producción animal, la administración de sustancias para promover el crecimiento de los animales está actualmente prohibida en la UE (Directiva 81/602/EEC, Directiva 96/22/EC; Directiva 2003/74/EC) y, para supervisar su aplicación, se han establecido planes oficiales de monitorización y control de residuos en alimentos de origen animal (Directiva 96/23/EC), así como normas para la autorización y el uso de medicamentos veterinarios (Directiva 2001/82/EC).

Además, también se han definido procedimientos basados en criterios objetivos de gestión de riesgos para definir los “Límites Máximos de Residuos” (LMR) para cada medicamento autorizado (Regl. (EC) No 470/2009; Regl. (EU) No 37/2010). Los LMRs representan la máxima concentración de residuo de un medicamento veterinario en un alimento que no constituye un riesgo para el consumidor (Agencia Europea del Medicamento, EMA).

Por otra parte, los métodos de análisis para la detección y cuantificación de los residuos de antibióticos y otros medicamentos veterinarios en alimentos de origen animal deben cumplir los criterios de validación definidos en la Decisión 2002/657/EC, para aquellos residuos que tengan un LMR definido, y en la directiva 2005/34/EC (para los medicamentos no permitidos, con residuo teóricamente cero). Esta normativa se aplica también a terceros países (non-UE), que deben garantizar el mismo nivel de seguridad en sus productos en el momento que quieran exportarlos al mercado europeo.

Tendencias en el empleo de antibióticos

Los antibióticos se utilizan en producción porcina como terapéuticos para tratar enfermedades, como profilácticos o metafilácticos para prevenirlas y como promotores del crecimiento, aunque este último uso no está permitido, como se ha comentado anteriormente. También se pueden utilizar impropiamente para encubrir errores de manejo, alimentación, alojamiento, etc.

En España los antimicrobianos betalactámicos (como penicilinas y cefalosporinas), y los macrólidos (tulatromicina y tildipirosina) son los principios activos más usados durante la lactación del lechón en producción porcina (Cameron-Veas K. et al., 2016).

Figura 1. Notificaciones del RASFF por categoría de peligro en el año 2015

La incidencia de residuos de antibióticos por encima de los niveles permitidos en alimentos de origen animal se puede considerar muy baja en la UE, especialmente en porcino (Figuras 1 y 2, RASFF, 2015). Sin embargo, el empleo de los antibióticos en producción porcina sufrirá probablemente una profunda modificación en los próximos años por diversas razones. En primer lugar, porqué la legislación al respecto es cada vez más restrictiva y la puesta en marcha de mecanismos de control obligará cada vez más a restringir su uso. En segundo lugar, porqué el uso indiscriminado de antibióticos en veterinaria es considerado uno de los factores que ha favorecido la aparición de cepas bacterianas patógenas resistentes a los antibióticos, que representan un serio problema para la salud humana y animal. Además, se ha evidenciado que el uso de antibióticos en producción porcina, puede provocar notables alteraciones en la microbiota digestiva, que se traduce en distintos grados de disbiosis con consecuencias negativas a nivel sanitario y en el rendimiento productivo. Finalmente, las grandes compañías farmacéuticas invierten cada vez menos en la investigación de nuevos antibióticos por su escasa rentabilidad.

Figura 2. Incidencia de las notificaciones del RASFF para los residuos medicamentosos veterinarios por categoría de producto (Enero-Noviembre 2016)

A su vez es muy importante señalar que, debido a las presiones de grandes asociaciones de consumidores, el no uso o el uso mínimo y controlado de antibióticos en la cadena de producción de alimentos de origen animal ya representa una marca de calidad y una estrategia de marketing, que países como Dinamarca, Holanda o Francia emplean para diferenciarse de sus competidores en la exportación de carne de cerdo, como España (Moreno, 2016).

Es necesario, por lo tanto, adaptar las formas de producción a esta nueva situación y buscar alternativas al empleo masivo de antibióticos, como pueden ser nuevas vacunas o el uso de fitoterápicos, péptidos antimicrobianos, inmunomoduladores o probióticos y prebióticos entre otros. Por ejemplo, los microorganismos probióticos, principalmente bacterias acidolácticas, son considerados seguros para el consumo humano y animal, y ejercen efectos beneficiosos sobre la salud del animal, inhibiendo microorganismos patógenos, y mejorando la respuesta del sistema inmunitario. Por otro lado, se debe subrayar que la producción libre de antibióticos es mucho más intensiva en lo que se refiere a mano de obra e implica el mantenimiento de altos niveles de bioseguridad (interna y externa) (Institute for agricultural and fisheries research, ILVO, 2016).