Más carne de cerdo y más beneficios: ¿Por qué y durante cuánto tiempo?

Dennis DiPietre
18-jul-2017 (hace 7 años 4 meses 4 días)

La gran noticia en EEUU es la gran facilidad con que han aumentado las ventas a los mercados asiáticos, y además la demanda interna también ha aumentado. Ahora, incluso las previsiones de comercialización para el trimestre invernal, época en que se suelen producir pérdidas, oscilan alrededor del umbral de la rentabilidad. Esto ha mantenido, y elevado, los precios y los beneficios mucho más allá de lo que la mayoría de los miembros de la industria hubieran pronosticado en febrero, cuando la situación de la oferta estaba creando grandes preocupaciones. Durante varios años ha habido un cierto temor de que los cambios estructurales de la industria estuvieran eliminando la posibilidad de establecer un precio de mercado ya que se venden muy pocos cerdos al contado. En la próxima decada, si la tendencia actual continúa, esto podría ser discutible. Ya se verá.

Para hacernos una idea de qué nos ha llevado a la situación actual, hay que mirar hacia atrás, al periodo 2008-2014, cuando el censo porcino en EEUU era muy estable y se movía alrededor de los 60 millones de cabezas, con oscilaciones debidas a patrones estacionales normales. La llegada del PEDv en 2014 provocó una rápida reducción de, aproximadamente, un 10% de la producción y disparó los precios y los beneficios, rompiendo los récords de todos los tiempos, lo que creó una fiebre que no sólo afectó a los cerdos. Desde 2014, el censo de cerdos en EEUU ha tenido una trayectoria siempre ascendente, superando de largo el 10% perdido y acercándose a los 70 millones de cabezas. Todavía no hay signos de que esto se vaya a detener.

<p>Censo trimestral de cerdos en EEUU: junio</p>

La combinación de precios de materias primas muy estables y bajos se combinó con precios récord en 2014 lo que llevó a saldar casi toda la deuda de la industria porcina. Esto permitió grandes inversiones tanto en la modernización como en la expansión y mejora de las instalaciones propiedad de los productores.

La desaparición del lastre de la deuda ha propiciado proyectos de grandes expansiones en los sistemas de producción porcina especializada, sobretodo en los de carne libre de antibióticos. Además ha creado la posibilidad de que las grandes empresas de producción ampliaran sus plantas de procesado o bien invirtieran el ellas por primera vez. Esto ha hecho que florezcan nuevos mataderos y plantas de procesado alrededor del cinturón de maíz de oeste a este y que algunas de las mejores plantas de tamaño medio también se expandiesen o, en algunos casos, se limpiasen las telarañas y volvieran a abrir.

Como hubo tiempo más que suficiente para prever esta situación, los procesadores independientes animaron a sus mayores productores a expandirse para evitar quedarse repentinamente sin cerdos cuando se empezaran a distribuir por las nuevas plantas. El bajo nivel de deuda permitió que las cosas sucedieran de este modo en la fase de producción y que la nueva oferta se distribuyese ordenadamente durante estos últimos tres años de crecimiento.

En artículos previos ya hemos discutido sobre la importancia de estos cambios estructurales pero, en esencia, la industria estadounidense está evolucionando rápidamente hacia un sistema de producción sofisticado, que ha desplazado los beneficios lejos del procesado (que actúa como un centro de coste) hacia la producción, donde se están haciendo las mayores inversiones de toda la cadena y, por lo tanto, donde se puede obtener una mayor rentabilidad y valor añadido. El valor añadido durante el procesado es importante pero se limita al despiece, envasado, ahumado/sazonado etc. ya que los procesadores no pueden cambiar substancialmente el producto base. En cambio, los productores sí que pueden hacerlo incorporando toda una nueva gama de características directamente sobre la materia prima (libre de antibióticos, más grasa intramuscular mediante cambios de genética). Además, sólo los sistemas de producción pueden crear y reforzar ciertos atributos que no radican directamente en la carne (producción humanitaria, garantías laborales justas, cierta tecnología o producción orgánica, sólo para mencionar algunos) y ya se han puesto en marcha para hacerlo.