En el artículo anterior explicamos la creciente importancia de la desigualdad de las camadas en las genéticas actuales, cuya prolificidad parece ser superior a su capacidad para criar a esa descendencia. También comentamos la influencia del número de parto de las cerdas. A continuación detallaremos algunos factores que influyen sobre la viabilidad de los lechones y cómo controlarlos.
Los lechones pequeños y de baja viabilidad son un problema creciente y representan un elevado coste en la industria actual, ya que suponen una de las principales causas de mortalidad pre-destete, y tienen un bajo rendimiento y mayor mortalidad en las transiciones. El gráfico 1 muestra cómo se distribuye la mortalidad en lactación a lo largo de un año.
Gráfico 1. Distribución de la mortalidad en lactación a lo largo de 2012. Fuente: Resultados basados en 293.262 lechones muertos (base de datos PigCHAMP Pro Europa, datos de Europa y Latinoamérica).
Es interesante comprobar cómo más de la mitad de las bajas se producen más allá del tercer día e incluso un 25 % a partir de la segunda semana. En muchos casos las bajas se deben a la muerte de lechones poco viables durante los días siguientes al parto. Sólo las bajas que ocurren durante el periparto (< 2 d de vida) tienden a disminuir a lo largo del año mientras que se mantienen estables las bajas de 2 a 8 días y las de la segunda semana en adelante. Hay varios factores que pueden estar relacionados con esta tendencia y cuyo estudio en profundidad dejamos para posteriores artículos.
Esta falta de viabilidad es de origen multifactorial, estando entre esos factores:
Factores del periparto:
a.- Evitar el sufrimiento fetal por hipoxia tanto intermitente como prolongada, ya que debilita enormemente a los lechones haciéndolos menos viables (Trujillo-Ortega, 2006). Los niveles elevados de lactato que se generan por esta causa correlacionan firmemente con mortalidades más elevadas. Para algunos autores esta causa es tan importante como el peso al nacimiento (Herpin, 1995), ya que disminuye la ingesta de calostro y la capacidad de termorregulación. Recordemos que el signo más evidente de sufrimiento fetal es la presencia de lechones manchados con meconio (foto 1).
Foto 1. Lechón manchado con meconio, indicador de sufrimiento fetal.
b.- Evitar las temperaturas menores de 34 ºC para el lechón en los primeros días tras el parto ya que le obligan a movilizar sus escasas reservas. La pérdida de temperatura es notable tras el parto, sin embargo dicha pérdida es mucho menor si atendemos el parto y secamos al lechón (Morales, 2010).
Foto 2. Pérdida de temperatura en lechón sin secar tras el parto (en verde).
Gráfico 3. Evolución de la temperatura en lechones secados tras el parto o no.
Esta pérdida de temperatura también retrasa la primera ingesta de calostro lo que retroalimenta negativamente la situación de pérdida de energía y menor ingesta de calostro del lechón. También debemos recordar que la capacidad del lechón para la gluconeogénesis es limitada y el riesgo de que estos lechones entren en hipoglucemia y mueran es mucho más elevado (Svendsen, 1986). Estos síntomas pueden confundirse con patologías infecciosas nerviosas.
Por tanto, para mejorar los problemas de viabilidad relacionados con el periparto y en particular en los lechones de bajo peso, debemos:
La literatura existente sobre la viabilidad de los lechones de bajo peso sugiere que generalmente no es factible la cría de lechones con un peso inferior a los 900 gr y sólo es viable económicamente en granjas especializadas de muy alto nivel sanitario y de manejo, generalmente con el fin de comercializarlos como tostones (para restauración).
Estos lechones de bajo peso y menor viabilidad son más magros al destete y parecen tener un sistema digestivo menos activo (Cranwell, 1997) por lo que encaran la fase de transición en condiciones de clara desventaja. En el próximo artículo explicaremos en detalle el rendimiento productivo y sanitario esperable de estos lechones.