Infecciones urinarias en cerdas lactantes: ¿son un problema?

Giuseppe Baricco
08-ago-2011 (hace 13 años 4 meses 14 días)

Las infecciones del tracto urinario (ITU) son una de las infecciones bacterianas más frecuentes en la explotación pero rara vez los veterinarios las diagnostican y consideran. Debido al hecho de que, en condiciones de cría estándar, la vulva de la cerda suele estar en estrecho contacto con las heces, es muy fácil de entender cómo la infección puede progresar de forma rápida y sencilla a través del canal del parto.

Las ITU son una de las causas más comunes y no identificadas de muerte en cerdas o de descargas vulvares. Sin embargo se ha establecido una correlación significativa entre infecciones urinarias, genitales y mamarias en cerdas lactantes (Wanyoike y Bilkei, 2006).

La creciente necesidad de un manejo más preciso en las granjas de reproductoras, especialmente con los genotipos hiperprolíficos en el área de partos y lactación, probablemente, en un futuro próximo, obligará a prestar más atención al manejo de las ITU en las granjas, con tres objetivos principales:

  1. Favorecer que las cerdas consigan una ingesta máxima de forma rápida.
  2. Reducir la mortalidad de lechones o las descargas en lactación por debajo del 10%.
  3. Reducir el intervalo destete-celo.

Es obvio que un programa de este tipo tiene que ser 100% multifactorial, y que no hay ninguna “regla de oro” disponible, sin embargo una creciente atención a las ITU y a un manejo nutricional de las mismas probablemente podría ser útil.

Un amplio estudio realizado en Italia en 2010/2011 confirmó una elevada incidencia de cerdas con bacteriuria significativa, con un creciente porcentaje de muestras positivas correlacionadas con la edad y la fase fisiológica (lactación vs gestación):

Tabla 1. Muestras de orina de cerdas con bacteriuria significativa (Grattarola et al., 2010-2011).

Negativas Positivas Total
Nulíparas en gestación 91% (n=60) 9% (n=6) 100% (n=66)
Primíparas en lactación 79% (n=39) 21% (n=10) 100% (n=49)
Multíparas en gestación 77% (n=58) 23% (n=17) 100% (n=75)
Multíparas en lactación 60% (n=36) 40% (n=24) 100% (n=60)
Eliminadas 70% (n=50) 30% (n=22) 100% (n=72)

En casi todos los estudios Escherichia coli es el microorganismo prevalente, llegando a porcentajes tan elevados como el 90% de los aislados: es bien conocido que un pH relativamente ácido de la orina es una barrera para evitar las infecciones ascendentes de la vejiga provocadas por E. coli, que crece mejor en ambientes neutros o ligeramente básicos.

El posible papel de la nutrición para conseguir un pH de la orina de las cerdas lactantes bajo y estable se ha estudiado ampliamente. Nuestro grupo también, en un estudio previo (Piumatti et al., 2007), testeó por separado con un experimento en cuadrado latino la eficacia de tres acciones nutricionales en el pH de la orina de las cerdas, observando que el efecto máximo se conseguía con la sustitución del carbonato cálcico por CaCl2 microencapsulado, un efecto intermedio con la sustitución del carbonato cálcico por sulfato cálcico (gypsum), y el menor efecto por la simple adición de una mezcla de ácidos orgánicos al pienso control.

Más recientemente, hemos probado una estrategia nutricional simple orientada a la obtención de una fuerte acidificación de la orina de las cerdas lactantes basada en 4 acciones:

1. Sustitución de la mayor parte de la fuente de calcio del carbonato cálcico con:

a) CaCl2 microencapsulado (nivel de inclusión: 0,5%)
b) Sulfato de calcio (nivel de inclusión: 0,5/0,7%)
c) Formiato de calcio (nivel de inclusión: hasta el nivel requerido)

2. Eliminación de cualquier otra sal alcalina de la fórmula, principalmente fijándonos en el óxido de magnesio y el bicarbonato de sodio.

3. Uso de la dosis adecuada y no sólo estética de ácidos orgánicos (nivel de inclusión: 0,7/1%, preferiblemente ácido benzoico, aunque también hemos usado diformiato potásico con éxito).

4. Obviamente, usar fitasas para reducir la necesidad global de suplementar con minerales: si el suplemento de fósforo aún es necesario, no usar fosfato bi- o tri-cálcico sino preferiblemente una fuente monocálcica.

Los resultados son bastante consistentes, con un incremento medio de la acidez de la orina equivalente a una reducción del pH de 1,5 comparado con el control, tanto si la comparación se realiza con diferentes cerdas alimentadas con la dieta control o con la dieta para obtener un bajo pH, como si la comparación se realiza con las mismas cerdas, siendo el control el día 0 de la administración de la dieta para disminuir el pH y el test se realiza pasados 14-21 días del inicio de la administración.

No hemos observado ningún efecto negativo en el consumo de las cerdas o en otros parámetros zootécnicos durante la lactación aunque sí que hemos notado una tendencia a la reducción del intervalo destete – cubrición en las cerdas tratadas, esta última e importante observación necesita ser validada con pruebas más amplias.

Actualmente estamos investigando si es posible usar CaCl2 en bruto y hasta qué punto en lugar de la forma microencapsulada sin que afecte al consumo, ya que esto reduciría en gran medida el coste del tratamiento.

Sabemos que las infecciones de la vejiga son frecuentes en las cerdas en lactación y, que E. coli está involucrada en la mayoría de los casos.

También sabemos que dicho microorganismo está frecuentemente implicado en las infecciones mamarias y uterino/vulvovaginales.

Finalmente, también sabemos que la nutrición es una vía posible para reducir significativamente el pH de la orina de las cerdas y por tanto dificultar las infecciones ascendentes.

Lo que no sabemos todavía con precisión es en qué medida este alto nivel de infecciones del tracto urinario puede impactar en la productividad de las cerdas, de todos modos, la lucha contra las infecciones es una de las bases de la bioseguridad y uno de los pre-requisitos mínimos para preservar el bienestar de los animales.