Haciendo realidad lo imposible

Guillem Burset
30-ene-2023 (hace 1 años 9 meses 23 días)

Hemos empezado 2023 con el precio más alto de la historia en el mes de enero. Últimamente saltamos de excepción en excepción y de récord en récord. Este nuevo año empieza como terminó el anterior, con el mercado tensionado al límite.

Desde la puesta en marcha de la nueva macro planta de beneficio de Binéfar, España tiene una capacidad de beneficio que excede -con mucho- la oferta disponible de ganado para beneficio. Inevitablemente esta circunstancia, que perdura en el tiempo, provoca tirantez en las negociaciones entre ganaderos y plantas de beneficio.

La significativa incidencia en los últimos meses del PRRS actúa como un factor coadyuvante de la presión al reducir todavía más la disponibilidad de ganado. Llueve sobre mojado y faltan (para lo que se querría beneficiar) muchos cerdos; muchísimos. Nuestra idea de que en febrero el cerdo bajaría se ha desvanecido como la nieve al sol de agosto.

Figura 2. Evolución de precios en los principales países exportadores desde enero de 2022 hasta la actualidad.

Ahora bien, si ancha es Castilla resulta que el Mundo Mundial lo es mucho más. Veamos en el gráfico siguiente los precios actuales de los cerdos en el mundo occidental (exponemos los precios “en crudo” sin considerar ni evaluar las hipotéticas primas de sobreprecio que podrían existir en nuestro mercado, estando como está tan estresado):

Figura 1. Comparativa precios actuales en los principales países exportadores de cerdo

De ese cuadro podemos concluir que en España no sólo tenemos un precio del cerdo sino que tenemos una especie de “Monumento al Precio del Cerdo”, encaramado allí arriba en su peculiar Torre de Marfil. El precio más caro entre los países cuya exportación es significativa. De todos modos, a la vista del cuadro de precios hemos de decir… ¡pobres ganaderos canadienses!

Sabemos que, desde hace unos años, España exporta más de un 55% de la carne de porcino que produce. Toda esa carne exportada debe competir con la carne de EE.UU. (primer exportador mundial) y de Canadá y Brasil, fundamentalmente en Asia.

Sabemos que la demanda española de cerdos no puede ser atendida (de ahí las últimas subidas) y que, con esta premisa, el mercado sube sin complejos. Las plantas de beneficio están sufriendo pérdidas salvajes y la industria de transformación lleva meses sin poder repercutir en sus productos transformados las subidas en la carne de la pasada primavera.

¿Exportamos más de la mitad de lo que producimos y además tenemos el cerdo más caro de los países occidentales? Esto es lo que está ocurriendo aquí y ahora. Parece imposible pero no lo es, puesto que sucede, acontece y además es real y palpable.

La carne -en los mercados internacionales- no hace otra cosa que bajar desde que iniciamos el año; la planta de beneficio constata al transcurrir el tiempo que su margen pasa de perder unos pocos céntimos a perder -como se ha dicho- cantidades salvajemente grandes cada semana. En estos momentos ya se impone la reducción de actividad voluntaria (aquello de ¿matar para perder?, no, gracias) que debería dejar ganado vivo en pie en las granjas en lugar de en los camiones de transporte para beneficiar. Cuando eso ocurra (las cosas van lentas, está por ver si será en febrero) la actual subida se detendrá y se podrá pensar en bajar. Signifiquemos aquí que el peso medio de las canales sacrificadas está en el punto más alto de la Historia, bordeando los 93 kilos; en principio más peso en canal debería significar más oferta, pero… todo es diferente y muy excepcional últimamente.

La industria de beneficio y despiece afronta un año complicado como nunca antes. También los fabricantes, que ya vienen de un año con resultados negativos. No se divisa en lontananza ningún factor que pueda corregir o arreglar el actual desbarajuste (de alguna forma hay que denominar a esas pérdidas salvajes) y no va a quedar otra que sufrir e intentar resistir. Veremos lo que nunca hemos visto antes en rentabilidades negativas en ese eslabón de la cadena.

Venimos de un año completamente atípico; a lo largo del año podremos valorar en qué grado nos afecta la muy importante reducción de beneficios en Alemania. Como hemos explicado en comentarios anteriores, la reducción de efectivos en la Europa Central (Alemania, Polonia, Bélgica, Países Bajos…) es un hecho innegable y sus efectos sobre el sector en España son desconocidos por la novedad que representa la situación. Parece obvio que la reducción de la oferta local en Centroeuropa creará oportunidades a los operadores españoles.

Ocurra lo que ocurra habrá que convivir con precios de la energía desbocados y con el alimento a precios nunca vistos. El precio del cerdo en España se moverá muy por encima de lo habitual durante todo el año. De todos modos, a esas alturas del año, con el mercado del vivo hiperestresado y la paulatina reducción del costo del alimento parece que la rentabilidad de la producción porcina española está asegurada para todo 2023 (salvo imprevisibles catástrofes).

La planta de beneficio se encuentra en medio de un fuego cruzado (como el que encontró el fabricante el año anterior): la cortedad de la oferta por un lado (que no va a corregirse en el transcurso del ejercicio) y la abundancia de carne en los confines internos de la UE (que persistirá mientras China o Asia en general no tiren del carro). El crédito y el pulmón económico que tiene el sector marcarán este 2023.

El gran filósofo alemán Emanuel Kant sentenció: “La inteligencia de un individuo se mide por la cantidad de incertidumbres que puede soportar”. Ahí estamos. Exactamente ahí.

Guillem Burset