El rápido crecimiento del sector porcicultor ha intensificado la presión sobre los recursos naturales, contribuyendo significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). A nivel mundial, el sector porcino, por ejemplo, genera aproximadamente 700 millones de toneladas de CO₂ equivalente anualmente. Aunque esta cifra es considerable, es menor en comparación con otros sectores ganaderos, como el vacuno. Este último es responsable de alrededor del 5,8 % de las emisiones globales de GEI, lo que equivale a más de 1.300 millones de toneladas de CO₂ equivalente al año. La mayor parte de estas emisiones proviene del metano liberado durante la digestión (fermentación entérica) y de la gestión del estiércol, posicionando al sector vacuno como uno de los mayores contribuyentes dentro de la ganadería, duplicando las emisiones del porcino.
Si ampliamos la comparación a sectores no ganaderos, el impacto también es significativo. En 2019, por ejemplo, la aviación comercial emitió cerca de 918 millones de toneladas de CO₂, representando aproximadamente el 2,5 % de las emisiones globales derivadas del uso de combustibles fósiles. Estas cifras sitúan las emisiones del sector porcino en un nivel comparable al de la aviación comercial, lo que subraya la importancia de ambos sectores en términos de impacto ambiental.
Si bien el sector porcino hace años que trabaja en como ser más sostenible, veamos, a continuación, todos aquellos puntos de la cadena de valor dónde podemos incidir para disminuir estas emisiones y avanzar en la sostenibilidad.
Una alimentación animal más sostenible
El 90 % del alimento suele estar compuesto por soja y cereales. Los cereales como el trigo, la cebada y el maíz se producen ampliamente en la Unión Europea pero en el caso de la soja las condiciones no son óptimas para generarla, y debe importarse. La soja importada puede estar asociada a procesos de deforestación previa para producirla, y esto tiene un impacto ambiental importante. La tala de árboles supone una reducción del CO2 secuestrado, lo que contribuye al calentamiento global y a una reducción del oxígeno disponible. Por eso es importante, aunque no completamente obligatorio por la UE, que las granjas compren soja con certificado de sostenibilidad que garantice que no se ha deforestado para producirla.
La soja es la mejor fuente de proteína conocida hasta ahora para producir alimento porque tiene un perfil aminoacídico muy bueno. Sin embargo, se pueden incrementar fuentes de proteína de proximidad como de leguminosas (guisante o haba). En países como Francia y Alemania ya están investigando como cultivar más proteaginosas. También está en estudio cómo obtener proteína de fuentes alternativas tales como las microalgas, los insectos, o la que se podría obtener a partir de la fermentación de hongos.
Por otra parte, mejorar la alimentación del cerdo en eficiencia y precisión; ofreciendo el alimento requerido en cada período de su crecimiento, casando las necesidades proteicas con el aporte nutricional que precisa, reduce la cantidad de nitrógeno presente en el purín. Incidir en la alimentación comporta obtener menos deyecciones y más sostenibles.
Reducción de emisiones y tratamiento de deyecciones
La gestión de las deyecciones es uno de los puntos clave para mejorar la sostenibilidad del proceso productivo en el sector cárnico. Los porcicultores disponen de una serie de tecnologías de tratamiento de los purines para mejorar su gestión. La principal limitación es el alto contenido en agua y esto supone que su transporte tenga un costo muy elevado. Actualmente, la tecnología más implantada es la separación sólido-líquido que permite obtener una fracción sólida, con una concentración elevada de nutrientes y materia orgánica, que debería exportarse a territorios con demanda de nutrientes. Por otra parte, se obtiene una fracción líquida que debería aplicarse en la zona próxima.
El nivel de implantación de nuevas tecnologías de tratamiento para mejorar la gestión de los purines sigue siendo relativamente bajo, debido a aspectos económicos, técnicos y legales. Por ello, la investigación trabaja en nuevas tecnologías y estrategias para producir nuevos productos de alto valor añadido, principalmente biofertilizantes a partir de deyecciones, que ayuden a hacer más sostenible todo el proceso. Muchas de estas estrategias se basan en el diseño de biorefinerías, que son instalaciones que combinan distintas tecnologías de tratamiento de deyecciones a pequeña escala.
Uno de los principales productos de valor añadido que puede obtenerse a partir de las deyecciones es el biogás. Producirlo abre la puerta a nuevas formas de recuperación de energía dentro de la propia granja, o exportarlo y generar nuevos ingresos que pueden ayudar a hacer más sostenible al sector. Sin embargo, es importante no perder de vista que la producción de biogás genera un nuevo subproducto, el digestato, que debemos gestionar de forma eficiente. Países como Dinamarca ya aplican sistemas de gestión del estiércol y producción de biogás y cuenta con unas 50 plantas, entre ellas, algunas de las más importantes a nivel europeo.
Mejora en el bienestar animal y tipología de granjas
Las granjas porcinas han experimentado transformaciones significativas en su estructura como por ejemplo la adopción de sistemas sin jaulas. Además, se han incorporado materiales de enriquecimiento, como paja, madera o juguetes, que permiten a los cerdos expresar comportamientos naturales como explorar e interactuar con su entorno. Paralelamente, la automatización y el uso de tecnologías avanzadas, como sensores para monitorear la salud de los animales, han optimizado la eficiencia en las granjas.
Suecia y los Países Bajos son conocidos por una aplicación estricta de las normas de bienestar animal, incluida la prohibición de prácticas controvertidas como el corte de colas, centrándose en mejorar las condiciones ambientales de los corrales para reducir el estrés y fomentar comportamientos naturales.
Más sostenibles en la etapa de transformación
En las fases de faena y transformación, se deben cumplir ciertas regulaciones energéticas y de reducción de emisiones. Una forma de conseguirlo es utilizar energías renovables, mejorar la eficiencia energética de las instalaciones, o reducir el uso del agua haciendo un uso de precisión y un buen tratamiento para poder reutilizarla. La aplicación de tecnologías avanzadas para el tratamiento de efluentes de la industria agroalimentaria permite la obtención de agua con potencial para su reutilización y así promover la circularidad de un recurso fundamental. El Centro Tecnológico BETA (CT BETA) de la Universidad de Vic - Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC) ha trabajado en una guía de asesoramiento para promover la recuperación y reutilización del agua en el procesado cárnico, basada en los resultados y conclusiones obtenidas en proyectos de investigación y transferencia de conocimiento.
También se debe mejorar la gestión de los subproductos del frigorífico, determinando cuál es la mejor vía de valorización de cada subproducto o residuo orgánico obtenido (restos de carne, sangre, huesos, piel, barro de depuradora). Algunos pueden servir de materias primas en la alimentación humana o animal, otros pueden destinarse a la valorización agronómica o energética, mientras que otros productos deberán eliminarse.
Herramientas que nos permiten ser más eficaces
Comentar en este punto, que para facilitar al sector porcino la consecución de mayores estándares de sostenibilidad, el CT BETA de la UVic-UCC, con la colaboración de los clusters INNOVACC e I+Porc, la Asociación GSP y 333Corporate, ha desarrollado una herramienta innovadora diseñada para calcular la huella ambiental a lo largo de toda la cadena de valor del sector porcino: PigPEF.
Conclusiones
En conclusión, para hacer el sector porcino más sostenible, es fundamental mejorar la eficiencia en el uso de recursos, gestionar adecuadamente las deyecciones y adoptar fuentes de proteína locales y sostenibles. También es clave avanzar en el bienestar animal, promoviendo sistemas más éticos y con mejores condiciones para los cerdos. La implementación de tecnologías innovadoras en todas las etapas del proceso, desde las granjas hasta la transformación, puede reducir el impacto ambiental y mejorar la sostenibilidad del sector.