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Suplementación mineral práctica en porcino: fósforo y microminerales

Habitualmente se trabaja con un margen de seguridad pero esta práctica puede ser contraproducente en algunas ocasiones.
16 agosto 2007
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Problemática de la nutrición micromineral

La mayoría de los técnicos dedicados a nutrición animal somos conscientes de que los minerales son nutrientes esenciales para los animales. Casi todas las funciones metabólicas del organismo están relacionadas de un modo u otro con la presencia de uno o más minerales. La inmunidad, reproducción, desarrollo óseo, utilización de la energía, transporte de oxigeno, etc. son funciones que están directamente relacionadas con la presencia de microminerales. Cualquier limitación en la disponibilidad de alguno de ellos va a provocar el funcionamiento subóptimo de estos sistemas, con consecuencias más o menos graves sobre la salud y la productividad de los animales.
No obstante, a pesar de ser conscientes de la importancia que tiene un aporte adecuado de minerales en la dieta, a menudo no nos planteamos la gran dificultad que reviste asegurar que los animales reciben los minerales que necesitan en la cantidad y en la forma adecuada.

Establecer necesidades

Lo primero que debemos plantearnos es: ¿qué cantidad de cada micromineral necesita un animal para satisfacer sus necesidades para vivir y producir? Dar una respuesta exacta a esta pregunta es poco menos que imposible debido a la gran cantidad de variables que nos pueden inducir a error. Los estudios científicos encaminados a determinar las necesidades de minerales de un grupo de animales están sujetos a una gran cantidad de influencias por lo que solo van a responder la pregunta para unos animales, unas condiciones y una situación concreta. Un solo cambio en alguno de los parámetros puede dar lugar a resultados muy distintos. La raza y edad del animal, las condiciones medioambientales, el nivel de producción, estrés, son algunos de los diversos factores que van a influenciar el resultado del estudio.

Ante esta incertidumbre, una solución bastante sencilla y comúnmente adoptada es la de aportar minerales por encima de los requerimientos establecidos, a modo de margen de seguridad. No obstante, esta práctica puede ser contraproducente en algunas ocasiones.

Satisfacer las necesidades

Una vez hayamos decidido cuales son las necesidades de nuestros animales (o hayamos realizado nuestra mejor suposición sobre cuales son esas necesidades) debemos diseñar el aporte mineral que las satisfaga. El primer problema que se nos plantea es cual es la biodisponibilidad de la forma de los microminerales que utilizaremos para diseñar estos suplementos.

Los comités científicos encargados de establecer unos requerimientos establecen sus recomendaciones en base a una biodisponibilidad media de los minerales en las fuentes habitualmente utilizadas. Es decir, si el requerimiento real estimado de un mineral es de 10 mg al día, y la biodisponibilidad media de esta fuente es del 50 %, entonces la recomendación final va a ser de 20 mg al día para compensar por la porción del suplemento que no va a ser absorbida. No obstante, la biodisponibilidad de los minerales entre distintas fuentes o de la misma fuente en distintas condiciones es muy variable. Por ejemplo, hay valores publicados de biodisponibilidad para el selenio procedente de selenito sódico entre 4 y 50 %.

¿A que se debe esta variabilidad en la biodisponibilidad de los microminerales?

– Cambios de pH en el lumen intestinal que hace que precipiten muchos de los minerales, impidiendo su absorción. El grado de precipitación va a depender de la presencia de otros minerales en la dieta.

– Secuestro de minerales por elementos quelantes como fitatos, polifenoles y algunos tipos de azúcares o fibras en la ración

– Capa de mucus intestinal, la cual retiene gran parte de los iones, especialmente los de mayor carga

– Control de absorción a nivel de enterocito, evitando su paso al torrente circulatorio.

Parte de esta incertidumbre en cuanto a disponibilidad de los minerales puede solventarse mediante el uso de minerales orgánicos, los cuales son menos sensibles a las barreras que el organismo interpone frente a la absorción y a la interacción con otros minerales. Por ejemplo, la biodisponibilidad del zinc presentado en forma orgánica respecto a la inorgánica fue de 166 % con una concentración de Ca en la dieta de 0,6 % y de 292 % con el calcio aumentado a 0,74 %.

En conclusión, la nutrición micromineral presenta un grado de complejidad muy elevado, que hace que no podamos descartar ninguna posibilidad. Por tanto, en caso de sospechar alguna carencia, no debemos desestimarla por el simple hecho de estar aportando una premezcla mineral en la dieta de los animales. También debemos considerar la posibilidad de que a pesar de no observar síntomas de deficiencias, la productividad pueda verse limitada por una suplementación inadecuada de microminerales.

Escribe J Roquet proquet@productosbasicossl.es

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