El análisis preliminar de los datos resulta interesante y en algunos casos muy orientativo para el veterinario hacia las causas que están provocando estas lesiones: instalaciones, nutrición, peleas, etc. Cada una tiene un origen distinto u orígenes comunes, por lo tanto, el porcentaje elevado de una o varias de ellas que compartan las mismas causas puede indicar al técnico dónde reside el problema en esa granja en concreto.
El volcado de datos y análisis posterior, que se realiza de forma automática, revela tendencias que ayudan a formar una fotografía sobre la situación de la granja.
En primer lugar, hemos observado que, del total de cerdas revisadas, más de un 80% (de media) tienen algún tipo de lesión en las pezuñas de mayor o menor gravedad, y normalmente se localizan en las patas traseras, coincidiendo este dato con investigaciones anteriores (Anil et al. 2007).
El tipo de lesión predominante, aunque cambia según la explotación como podemos ver en lo gráficos 4 y 5, son los sobrecrecimientos del talón y los dígitos auxiliares (gráfico 3).
Gráfico 3. Distribución del tipo de lesiones recogidas en la base de datos.
Como se indica anteriormente, los gráficos 4 y 5 muestran granjas distintas con diferentes % en los tipos de lesiones, que orientan claramente al veterinario sobre la causa que los origina.
Gráfico 4. Distribución de las lesiones de patas en una granja determinada. Los grandes problemas de grietas en la pared horizontal que dirigen a que el problema sean los suelos y diseño de las cuadras o densidad. | Gráfico 5. Distribución de las lesiones de patas en una granja determinada con problemas de grietas en la pared vertical y línea blanca. Es necesario revisar humedades y desniveles del suelo, peleas y alimentación. |
Con este primer análisis, se está observando que las cerdas más afectadas por las lesiones en pezuñas, sea cual sea el tipo de lesión, son las de segundo parto frente a lo que en un principio podría parecer más lógico, que las cerdas viejas tuvieran más lesiones. Aunque existe variación entre granjas, es algo generalizado tal y como muestra el gráfico 6.
Gráfico 6. Distribución de lesiones por número de parto.
A la espera de continuar aumentando la base de datos y relacionar estos resultados con los productivos, sospechamos que este pico de lesiones en cerdas tan jóvenes puede ser otro síntoma más del síndrome del segundo parto debido al gran estrés metabólico que sufren las cerdas durante la primera gestación/lactación. Este estrés provoca cierto nivel de inflamaciones sistémicas estériles, causadas por la liberación de citoquinas, que reajustan las rutas metabólicas y priorizan la situación de aparente emergencia fisiológica en la que se encuentran los animales frente a la función reproductiva (M. Wilson et al, 2010). Como consecuencia, las cerdas bajan su capacidad reproductiva y nosotros observamos, tanto en datos como en granja, el famoso “Síndrome del Segundo Parto”.
Otro indicador que se está usando para ayudar a comprender el grado de afectación en granja es el Ratio de Detección Temprana. Con este dato, comprobamos la gravedad de las lesiones presentes en relación al total de lesiones registradas. Es decir, si la mayoría de las lesiones de la explotación son de grado 1, podemos concluir que hemos detectado las lesiones en un estadío temprano con lo que el pronóstico de evolución es mejor o el problema es menos grave.
Cuanto más se acerque este ratio a 1, mejor es la situación de las granjas: el problema es menos grave porque hay más lesiones de grado 1 que de grado 2 y 3. En el total de la base de datos este número es de 0,42, así que se puede concluir que la mayoría de lesiones hasta el momento tienen cierta gravedad. Este dato varía entre granjas, encontrando algunas que tienen un valor de 0,7 frente a otras con valores cercanos al 0,2, estas últimas normalmente ya tienen sospecha o confirmación de problemas de cojeras.
Como conclusiones, podemos asegurar que las cerdas afectadas por algún tipo de lesión o cojera en nuestras granjas es muy superior al que en un principio parece haber. Además, es necesario relacionar estos datos con los reproductivos para determinar cómo afectan exactamente estos problemas no diagnosticados a incidencias reproductivas inespecíficas, bajas producciones o bajas tasas de retención de cerdas.
Y, por último, como objetivo final, debemos determinar en qué grado afecta económicamente a nuestras granjas y cuál es el retorno de la inversión que supone la remodelacióno cambio de instalaciones, sistemas de alimentación, nutrición protectora de alta calidad, etc. que provocan/favorecen estas lesiones.