Para ello se entrenó a los animales ofreciéndoles un comedero lleno, marcado con una C, o uno vacío, marcado con una O. Una vez aprendieron el significado de estas dos letras, se hicieron varias pruebas, variando el tamaño de las mismas y la intensidad lumínica.
El tamaño de las letras tuvo un efecto muy importante, mientras que la intensidad de la luz no jugó un papel importante en las decisiones de los animales. Sólo a intensidades menores a 1 lux los animales empezaron a cometer fallos.