No siempre es posible (técnica y/o económicamente) instalar sistemas de refrigeración adecuados en todas las naves de cerdas. Y cuando el calor llega a límites difíciles de soportar para ellas (y para nosotros) es fundamental intervenir de alguna forma.
Lo que se hace normalmente es instalar un ventilador que, al mover el aire, alivie un poco a los animales. Pero si combinamos el aire con un poco de agua fresca ... es posible bajar unos grados la temperatura ambiente.
Así es como intervino este ganadero, primero instaló un ventilador en la ventana de la sala de gestación, que empuja el aire hacia adentro, hacia las cerdas.
Luego instaló un rociador frente al ventilador, en la parte interna, ajustable manualmente mediante una válvula de bola.
El dosificador se coloca de manera que el agua nebulizada se dirija sobre la columna de aire que proviene de las aspas del ventilador.
Las gotitas de agua se mezclan con el aire y son arrastradas al ambiente, lo que contribuye a bajar significativamente la temperatura, aportando un beneficio considerable a los animales.