El control del virus del Síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRSv) es uno de los mayores desafíos de la producción porcina mundial. La falta de vacunas universales, junto con una patogénesis y epidemiología complejas, obliga a plantear su control con un enfoque multifactorial. Por lo tanto, el control del PRRS se basa en cuatro pilares, todos con el mismo valor e importancia: 1) Diagnóstico y monitorización, 2) Inmunidad, 3) Manejo y 4) Bioseguridad. Este último, la bioseguridad, se define como el grupo de medidas implementadas para reducir la entrada de patógenos en la granja (bioseguridad externa) y para reducir su diseminación una vez han entrado (bioseguridad interna). En muchos casos, la implementación de medidas de bioseguridad implica un cambio en el manejo de la granja, inversiones en las instalaciones y cambios en el flujo de las rutinas de trabajo; sin embargo, las medidas de bioseguridad deben entenderse como una inversión, no como un coste. Además, los resultados de su implementación tienen que evaluarse a medio/largo plazo; esperar resultados a corto plazo puede llevar a frustración e incluso al abandono de su implementación. Para evitar esta situación indeseable, cada medida de bioseguridad debe asociarse a un objetivo y, por lo tanto, a un resultado futuro y medible.
La bioseguridad puede entenderse como una evaluación de riesgos. Los riesgos principales para la introducción lateral de PRRSv son los animales de reposición y el semen, pero no podemos olvidarnos del transporte, de las visitas ni del entorno. Por lo tanto, las medidas relacionadas con el estatus sanitario de la granja origen de los animales de reposición y del semen, las cuarentenas, los muelles de carga, las normas para visitantes y trabajar de forma colectiva con las granjas vecinas puede reducir el riesgo de introducción de PRRSv. Por lo que atañe a la diseminación del PRRSv dentro de la granja, puede verse favorecida por la aclimatización incorrecta de las nulíparas y las cerdas, por una limpieza y desinfección deficientes de las instalaciones, por el incorrecto movimiento de los trabajadores durante la realización de sus tareas, por la falta de planificación de los lotes, por una mala implementación del todo dentro/todo fuera, por una política inapropiada de adopciones y por el uso de agujas "compartidas" en los tratamientos. Desde este punto de vista, cualquier medida de manejo destinada a poner orden en el flujo de trabajo y a monitorizar el estatus de la inmunización, reducirá este riesgo.
El diseño de un protocolo de bioseguridad para controlar PRRSv debe adaptarse individualmente a cada granja; ¿qué es prioritario y qué no? depende de los riesgos y del estatus de PRRSv de la granja:
- En una granja de reproductoras y transición, positiva inestable frente a PRRSv, en la que la circulación de PRRSv esté activa en la maternidad, los primeros esfuerzos deberán dirigirse a dilucidar cuál es la fuente de la infección y a estabilizar la granja. Por lo tanto, hay una pregunta crucial que debe ser clarificada sin lugar a dudas: ¿La presencia de PRRSv en la maternidad se debe a transmisión vertical o a una transmisión anterógrada desde la transición?
- Si lo que se está produciendo es una transmisión vertical, el punto más importante que debe ser evaluado es la cuarentena (bioseguridad externa) y la aclimatación de las nulíparas (bioseguridad interna).
- Por lo que respecta a la cuarentena, el objetivo es evitar la entrada constante de nuevos virus en la granja a través de animales infectados. En el mejor escenario, las nulíparas deben ser ELISA y PCR negativas a la llegada. Además, las instalaciones deben estar aisladas, al menos a 1 km del resto de las naves. El personal y los materiales deben ser exclusivos.
- La aclimatación debe garantizar que todas las nulíparas desarrollen una inmunidad homogénea antes de su introducción en la granja de reproductoras. Por lo tanto, todos los animales deben ser inmunizadas al mismo tiempo y debe controlarse la seroconversión. Los tratamientos de feedback (contacto con animales positivos, placentas o materiales de abortos – cuando esté permitido) no pueden garantizar una inmunización apropiada y simultánea de todos los animales. Si el momento de inmunización y su monitorización no se efectúan correctamente, puede aumentar el riesgo de introducir nulíparas infectadas en el flujo de reproductoras ya que estos animales pueden actuar como excretores de PRRSv frente a otras cerdas gestantes. Además, deben aplicarse medidas para reducir la presión infecciosa de PRRSv en la maternidad y la transición —como reducción de las adopciones, eutanasia de los nacidos débiles y cambio de agujas entre corrales o camadas. Las cerdas con camadas problemáticas o abortos tardíos no deben utilizarse como nodrizas.
- Para el control de la infección cuando la fuente del virus es anterógrada, serán cruciales el flujo de trabajo de los operarios y los protocolos de todo dentro/todo fuera y de limpieza y desinfección. En este escenario, el vaciado de las transiciones puede ser una opción.
- Para evaluar la eficiencia de estas medidas, debe monitorizarse el PRRSv:
- Tras la primera vacunación de las nulíparas, para evaluar la seroconversión como indicador de una aclimatación adecuada.
- Lechones al destete, para asegurar la falta de circulación de PRRSv en la maternidad, si el objetivo es detener la transmisión vertical.
- En la transición, mediante fluidos orales, para evaluar la circulación del virus en esta fase. Al final de la transición (9– 10 semanas de vida), mediante serología, para detectar seroconversión frente a PRRSv.
- En una granja estable a PRRS (sin transmisión entre cerdas, con flujo negativo de lechones desde el parto hasta el destete), la prioridad debe ser evitar cualquier introducción lateral de PRRSv y, en segundo lugar, evaluar las posibilidades de negativizar la explotación por entero.
- Para reducir el riesgo de una introducción lateral de PRRSv la prioridad de la granja tiene que ser la bioseguridad externa.
- Las reposiciones externas y el semen deben proceder de fuentes negativas, pero entre las medidas principales también deben estar los muelles de carga, protocolos estrictos de higiene para las visitas y el establecimiento de un perímetro; hay que minimizar los riesgos externos.
- La monitorización debe basarse en la detección de cerdos serológicamente negativos al final del destete y en la ausencia de nuevos brotes.
- La erradicación del virus y la eliminación de los animales positivos (parar la vacunación) sólo es factible en dos escenarios:
- 1) la granja está en una zona de baja densidad (p.e.: >5 km de la granja más cercana)
- 2) la granja está en una zona de alta densidad pero rodeada de granjas negativas bajo un programa regional de control de PRRSv. Si no es así, tarde o temprano se producirá la reintroducción de PRRSV, lo que puede ser devastador para una población negativa.
- En este caso la monitorización debe basarse en la evaluación serológica periódica de las cerdas.
Finalmente, según nuestra experiencia, ninguna de las medidas previas tiene sentido si el personal de la granja no cree en la utilidad de la bioseguridad. Por esto es esencial proporcionar una formación en bioseguridad a los trabajadores remarcando su importancia en el control de PRRS y de otras enfermedades.