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Adaptación digestiva del lechón recién destetado

El destete precoz es económicamente beneficioso siempre y cuando se evite la aparición de diarreas.

En condiciones comerciales los lechones son destetados con unas cuatro semanas de edad. El destete precoz es económicamente beneficioso siempre y cuando se evite la aparición de diarreas. Hasta hace unos años las diarreas se habían controlado con el uso de dosis subclínicas de antibióticos, pero su total prohibición ha obligado a estudiar con detalle la fisiología del destete con el fin de hallar estrategias alternativas.

El destete precoz constituye un estrés para el lechón, tanto desde el punto de vista social y ambiental como nutricional. La respuesta del lechón a este estrés es la anorexia. Los enterocitos son muy sensibles a la disponibilidad de nutrientes en la luz intestinal, por lo que la anorexia post-destete conlleva una atrofia de las vellosidades intestinales. Cuando el lechón empieza la ingesta del pienso, el problema, lejos de resolverse, se agrava: el intestino delgado del lactante no tiene capacidad enzimática para la digestión de ingredientes de origen vegetal, sobre todo por su contenido en carbohidratos complejos. Por consiguiente, restos de alimento indigerido permanecen en la luz intestinal y alcanzan el intestino grueso provocando una hiperproliferación bacteriana. Los antígenos de la nueva dieta y los antígenos bacterianos generarán un cuadro de inflamación intestinal. En el intestino delgado, este proceso tiene como consecuencia un incremento en la descamación de los enterocitos apicales de las vellosidades, comprometiendo la integridad de la mucosa intestinal. En su conjunto, esta situación predispone a la aparición de diarreas, en especial cuando hay presentes patógenos como los E. coli beta-hemolíticos.

Esquema del síndrome post-destete


esquema síndrome post-destete

Existen diferentes estrategias para tratar de romper el flujo de condiciones que conducen a la aparición de diarreas.

La primera aproximación es la de evitar la anorexia post-destete tratando de incrementar la apetencia de la dieta con una mayor inclusión de ingredientes lácticos, hidrolizados de proteína animal o con la utilización de aromas o edulcorantes. Estas estrategias han demostrado cierto grado de éxito en algunos estudios, con mejoras en el crecimiento que pueden alcanzar hasta el 5% durante las primeras 3 semanas post-destete. Sin embargo queda por resolver la incapacidad digestiva del lechón. Para este fin se ha intentado la adición de enzimas exógenas, o con más éxito, la utilización de ácidos orgánicos que permiten reducir el poder tampón de la digesta, favoreciendo la digestión y evitando la hiperproliferación bacteriana. También se ha intentado reducir la proliferación bacteriana utilizando extractos de plantas con actividad bactericida, aunque en algunos casos las dosis utilizadas se han demostrado insuficientes para alcanzar los efectos deseados.

Otro enfoque es la utilización de nutrientes específicos de los enterocitos, como los nucleótidos o su precursor metabólico: la glutamina, con el fin de paliar la atrofia de las vellosidades. En un estudio reciente se ha demostrado que es posible reducir en un 50% la atrofia de las vellosidades utilizando un suplemento que contiene la misma composición de nucleótidos que la leche de cerda.

Finalmente, otra estrategia utilizada en la actualidad es la inclusión en las dietas de prestarter de entre un 4 y 5% de plasma porcino atomizado. Se ha demostrado que este ingrediente, aparte de tener un efecto positivo sobre la ingesta, reduce significativamente la inflamación intestinal, medida como una disminución en la densidad y actividad de células linfocitarias tanto en yeyuno como en ciego, lo cual tiene una repercusión directa sobre la eficiencia productiva.

Estas estrategias o la combinación de ellas tienen respuestas variables en función de las características particulares de cada explotación, pero todas tienen en común que actúan de forma paliativa y no preventiva porque se aplican en el post-destete. En la actualidad, a parte de la ya común utilización del creep feeding, existen líneas de trabajo que están moviendo su foco de actuación a la etapa de lactación. Trabajos recientes han demostrado que la administración oral de antígenos vegetales durante la lactación como lectinas, proteínas de soja, etc. pueden acelerar la maduración intestinal permitiendo que la transición al destete sea menos abrupta.

Probablemente conseguir aumentar la seguridad del proceso del destete va a pasar por una combinación de estrategias coordinadas durante y después de la lactación.

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