La cerda permanece prácticamente inactiva el día del parto y hasta 24 (ó 48) horas después. En condiciones naturales y en animales en buen estado, se ha observado que puede haber hasta 3 ó 5 días seguidos de inactividad prácticamente total. La ingestión de agua y alimento se reduce (o desaparece) y su etograma (conjunto de conductas observables) se reduce a mantenerse echada.
Esta ausencia o reducción de la actividad de la cerda tiene una consecuencia clara: disminuye el riesgo de aplastamiento de los lechones. Es lógico plantear que la manera más eficaz de reducir el riesgo de aplastamientos es evitando que la cerda se mueva. Evolutivamente, resulta obvio pensar que los animales menos activos en el periodo postparto provocarían una menor mortalidad y dejarían más descendencia. Si dicha característica (inactividad postparto) fuese heredable, los animales con un grado aceptable se reproducirían en mayor grado. Sin embargo, es probable que este carácter esté integrado en los sistemas de mejora genética ya que el rasgo principal de selección es (o debería ser) el número de lechones (destetados-engordados) por cerda y año. Los animales inquietos en postparto producirían mayores mortalidades de lechones. De hecho, la componente genética de éste carácter ha sido demostrada en varios artículos científicos.
Los movimientos de la madre son peligrosos para los lechones |
Un detalle interesante en este sentido es la instalación eléctrica de la sala de maternidad. En ocasiones se han observado explotaciones en las que, incluso con instalaciones eléctricas nuevas y debido a derivaciones sobre los metales, los animales recibían pequeñas descargas cuando contactaban con diferentes materiales (jaula o bebedero). Esto provocaba sobresaltos que inducían a la cerda a levantarse con el consiguiente riesgo de aplastamiento de lechones.
El comfort y el bienestar están directamente relacionados con la productividad. |
Doce horas después del parto, las cerdas empiezan a distinguir a sus crías de las ajenas, capacidad que alcanza su máximo 24 horas después de los nacimientos. Los lechones, por su parte, reconocen los gruñidos de su madre 36 horas después de nacer. Por supuesto, el reconocimiento madre-crías es de gran importancia por lo que afecta al tema de adopciones. En muchas ocasiones, los problemas que aparecen durante las adopciones son por mal manejo, concretamente porque se realizan demasiado tarde. En sistemas intensivos, la práctica de las adopciones es muy interesante porque permite homogeneizar los grupos. Sin embargo, realizarlas pasadas 24 horas del nacimiento implica la aparición de problemas como la agresividad de la cerda hacia los lechones o entre los lechones. Ambas formas de agresividad se traducen en una mayor mortalidad y una menor viabilidad de las crías vivas. Sólo con el hecho de evitar adopciones posteriores a 48 horas se conseguirá una mejora apreciable en el peso medio del lechón al destete, aunque es preferible realizarlas antes de las 24 horas tras el parto.
En ocasiones, el problema aparece por un exceso de preocupación. Es lo que se ha dado en llamar la "patología del cuidante excesivamente bueno". Estas personas provocan adopciones constantemente con el objetivo de conseguir unas camadas perfectamente uniformes. El resultado es un estrés elevado tanto para las cerdas como para los lechones, que llegan al destete con pesos inferiores a los esperables. Este problema ofrece una doble dificultad de diagnóstico. Por un lado, el veterinario no detecta animales retrasados (porque todos van igualados) y no consigue acertar con la razón del bajo peso al destete. Por otro, el cuidante "excesivamente bueno" está convencido de que lo hace bien y no menciona el aspecto de las adopciones.