La respuesta breve sería: cuando no tenga ni idea de lo que está causando un síndrome clínico o de lo que está provocando alteraciones en los parámetros de producción o en la eficiencia.
Más del 70% de las pérdidas económicas importantes en la producción porcina por enfermedad están asociadas con trastornos de dos sistemas: el tracto respiratorio y el tubo digestivo. Este hecho no es sorprendente ya que el cerdo está siempre en estrecho contacto con su medio ambiente. La infección se produce principalmente por contactos boca a boca u hocico con hocico de unos cerdos con otros después de que su hocico haya sido contaminado por otra ventana nasal, el ano o el suelo o por heces atomizadas en el ambiente. Ambos sistemas están continuamente expuestos a la contaminación por deglución o por inhalación y no es sorprendente que se diga siempre que la nasofaringe y las amígdalas sean un lugar de transmisión de microorganismos y un punto ideal para el aislamiento de agentes potencialmente patógenos. Relativamente, un hocico puede contaminarse más respirando 10 veces por minuto que lamiendo/masticando/tragando dos veces por minuto, pero todo depende de lo que se haya masticado y lo que se haya respirado.
Las reacciones generales del organismo a las infecciones de estos dos sistemas son muchas e incluyen pirexia, anorexia, postración, torpeza, letargo (estos dos últimos también son frecuentes entre los patólogos y veterinarios que realizan exámenes post-mortem), descoordinación, desgana para moverse, ataxia, etc. y son normalmente un reflejo de la diseminación sistémica de infecciones localizadas. Sin embargo, pueden ser el resultado de infecciones localizadas en un sistema del organismo que dé lugar a una efusión de citoquinas que pueden estimular o detener los sistemas que controlan el centro del hipotálamo. Esto conducirá a un cambio del metabolismo orientado al crecimiento hacia un estado intensificado de inmunidad humoral y celular en el que los recursos del organismo (proteínas/energía) se desvían para combatir la infección.
El tubo digestivo tiene pocos signos clínicos que indiquen anomalías en el cerdo, posiblemente pérdida de apetito, ijares hundidos, diarrea y disentería con o sin mucosidad, o sangre, o gas y con diversos colores y consistencias. De un modo similar, el aparato respiratorio en realidad sólo presenta tos, estornudos, disnea, secreción nasal y conjuntivitis como síntomas principales.
Lo que esto significa en la práctica es que a menudo no es posible hacer un diagnóstico específico basándose solamente en los síntomas clínicos. A veces hay, por ejemplo, prolapso, estructura rectal, rinitis atrófica, pero el diagnóstico diferencial de sangre/mucus en una muestra de heces (¿? ulceración, disentería porcina, salmonelosis y PIA) es casi imposible sin recurrir a las pruebas de laboratorio. Una muestra de heces también puede que no contenga muestras para diagnóstico del intestino delgado y puede que no se haya recogido recientemente y también puede estar sometida a retrasos por el transporte y a cultivos mal realizados. De forma similar, se puede llegar fácilmente a un diagnóstico diferencial de una infección de la cavidad nasal debido a que el punto de la toma de muestras es fácilmente accesible, pero el diagnóstico diferencial de la pleuresía (A.pleuropneumoniae, H.parasuis, S.suis, M.hyorhinis, P.multocida, A.suis?) no se logra tan fácilmente a no ser que se disponga de material reciente.
En estas circunstancias es cuando es más útil el examen post-mortem. Las lesiones macroscópicas pueden tener valor diagnóstico por sí mismas, pero si no es así, al menos se pueden recoger las muestras apropiadas para una posterior evaluación. La mayor utilidad corresponde a las situaciones agudas y subagudas cuando hay pocas oportunidades de que la serología sea de alguna utilidad porque probablemente no ha transcurrido el tiempo suficiente para que se produzca una respuesta serológica adecuada.
Realice los exámenes post-mortem de campo tan cómodamente como sea posible. Se puede colocar fácilmente una barrera más allá de las vallas o cercas de paja a la altura de la cintura de forma que no haya problemas en el suelo.
Un buen examen post-mortem realizado en el material apropiado y en el momento adecuado debería proporcionarle alguna idea de la naturaleza del problema y de sus posibles causas. No es bueno en absoluto realizar un examen de un animal que haya sido encontrado muerto durante la noche, ni siquiera de uno que lleve muerto sólo 1-3 horas. Se necesita un cerdo vivo que pueda ser sacrificado especialmente si se sospecha que el problema se encuentra localizado en sistemas donde pueda estar dañada la mucosa, por ejemplo en casos de criptosporidiosis, en los que el agente ya no está unido a las células epiteliales aproximadamente 40 minutos después de la muerte o incluso en la coccidiosis, en cuyo caso se necesitan epitelios intactos para estudiar la presencia de las diversas etapas en la pared intestinal. De modo similar, el epitelio bronquiolar se desprende bastante rápidamente y puede llevar consigo inclusiones y sincitios. Es preferible sacrificar un cerdo específicamente para el examen post-mortem, especialmente en el momento (economía de la producción porcina) en que se puede considerar una práctica ahorrativa (no tiene que alimentarlo ni ocuparse del mismo) mientras que en tiempos buenos se puede considerar una pérdida de beneficios.
Elija un cerdo (o cerdos) en la etapa aguda típica de la enfermedad y realice la tarea lo mejor que pueda. No deje que pasen varios días o semanas (en que abundarán las infecciones secundarias), sí está desconcertado sobre la naturaleza del síndrome, hágalo pronto durante el curso de la enfermedad.
No importa qué sistema utilice (tumbado en posición lateral o dorsal, etc.). Sin embargo, debe usted seguir su propio método sistemático cada vez. Si lo hace así no se equivocará nunca. Una de las pocas veces que puede usted alterar su sistema es si sospecha que un sistema está implicado y quiere obtener el material lo más fresco posible, en ese caso puede realizar la operación en ese sistema en primer lugar, por ejemplo, en la criptosporidia del intestino delgado o del intestino grueso. En este caso también es aceptable comenzar por el ano y seguir hacia adelante en vez de realizar la disección más habitual en dirección rostral a caudal.
El último consejo sería que registrara los hechos según los descubre. Si está examinando 3-5 cerdos no recordará los detalles del primero cuando vaya por el último. La mejor idea es tener a alguien que escriba por usted (también puede marcar los frascos, etiquetar, procesar y almacenar las muestras correctamente), pero si no puede ser así, utilice sistemas como el dictáfono.
Haga lo que haga, sea cuidadoso con su técnica, preste atención a los demás y disfrute del descubrimiento, un buen examen post-mortem es siempre un buen ejercicio de aprendizaje.
¿Cuándo merece la pena hacer un examen post-mortem?
La respuesta breve sería: cuando no tenga ni idea de lo que está causando un síndrome clínico o de lo que está provocando alteraciones en los parámetros de producción o en la eficiencia.
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