Durante el verano, el comportamiento de las cerdas refleja su incomodidad ante las altas temperaturas. Generalmente se traduce en la disminución del apetito, lo que implica una reducción del consumo de pienso y una caída en la producción de leche, causando efectos negativos en el rendimiento de los lechones y en la productividad de las madres.
En la salas de parto se intenta mantener dos microclimas diferentes; uno para los lechones, que requieren unos 30-35°C durante la primera semana de vida, y otro para la cerda, que requiere una temperatura que idealmente debería estar entre 18-20°C. Es muy difícil controlar y mantener la temperatura para cada uno, por lo que muchas veces la cerda se encuentre sometida a temperaturas muy por encima de las recomendadas.
Con el objetivo de lograr este equilibrio, una granja llamada HoCoTec, que está situada en el trópico colombiano, ha implementado el sistema FRESHNOSE para mejorar el confort térmico de las madres.
¿Cómo funciona el sistema FRESHNOSE?
En el exterior de la nave donde se encuentran las cerdas, se excava una fosa rectangular, con paredes de hormigón, sobre la cual se instala un aire acondicionado para enfriar su interior, bajando su temperatura de unos 30°C a 16-17°C. Un extractor conduce este aire frío por un sistema de tuberías de PVC. Estas tuberías van enterradas, para protegerlas de la luz solar. La principal es de 8'', la que va por debajo de las jaulas es de 3'' y, finalmente, un tubo de 1,5'' expulsa el aire hacia la nariz de la cerda.
La cantidad de aparatos de aire acondicionado necesarios para la(s) fosa(s) dependerá de la cantidad de cerdas y de su capacidad, teniendo en cuenta que se necesitan 20 m³ por cerda/hora. Otro factor muy importante, sobre todo en climas cálidos, es que las fosas se encuentren protegidas de la luz solar directa (por ejemplo, con árboles) esto disminuye el consumo de energía.
Gracias a este sistema, el espacio donde se encuentra la cabeza de la cerda tiene una temperatura de 22°C, mientras que en otras partes de la jaula puede estar en unos 33°C. Esto contribuye entre otras cosas a mejorar la sensación térmica de las cerdas, su consumo de alimento y el rendimiento de la camada.