Enero ha sido un mes de sobresaltos a remolque del zigzagueante comportamiento de Alemania: nuestro mercado aparecía apático y titubeante, la oferta era importante y los pesos del ganado altos.
Con el cambio de mes el mercado se ha transfigurado: se exporta ganado hacia Centroeuropa e Italia, los pesos en canal apuntan decididamente a la baja y nadie duda que la subida del último mercado de enero no es más que la primera de las que han de seguir. El ganadero asume su fuerza y se prepara a gestionarla.
La industria europea se apresta a comprar la carne más cara (se concretan precios más altos en las piezas), España seguirá aunque para ello habrá que vencer la resistencia natural resultante de la salida de Navidades con exceso de oferta de carne, fruto de los festivos y de matanzas importantes.
Creemos que Mercolleida subirá desacomplejadamente aunque ello conlleve dificultades en las cuentas de los mataderos. Es probable que las matanzas se reduzcan para adaptarse a la menguante oferta.
Impresiona la celeridad con la que es capaz de cambiar el escenario: de las dudas infundadas sobre la consistencia del precio en vivo se ha pasado -en días- a un optimismo exagerado que la realidad se encargará de contrastar.
Como hemos apuntado en otras crónicas la globalización del mercado porcino es un hecho: España exporta más cada año y con ello aumenta nuestra dependencia de circunstancias externas. Esta realidad no cambiará; todo indica que la exportación será más y más importante y, como consecuencia de ello, los factores genuinamente españoles (peninsulares si apuramos) serán más y más irrelevantes en la fijación de precio de Mercolleida.
En el siguiente comentario tendremos ocasión de comprobar el rango de la subida que todos los operadores dan por descontada.
Como dijo Aristóteles: “El sabio no busca el placer, sólo la ausencia de dolor”.