La severa corrección bajista de Alemania a comienzos de mes (6 céntimos en el mercado del 4 de abril) arrastró al continente entero hacia unos precios más bajos. El mercado actúa según las reglas de los vasos comunicantes y el descenso no ha podido evitarse.
La lectura del actual escenario no puede tener otra conclusión que aceptar que la oferta de ganado es excesiva para las necesidades de la UE. Un dólar a unos precios mínimos históricos penaliza duramente las exportaciones europeas y ganado, haberlo haylo. El conjunto de la UE produce más carne de la que consume: esta realidad es la que ha puesto contra las cuerdas a la producción.
El derrumbe del precio del lechón (de nuevo) es todo un mal presagio del futuro a corto plazo.
El único remedio posible para recuperar la economía de la producción porcina pasa por la reducción constatable de la cabaña europea. La persistencia de la crisis nos indujo a presagiar que, de modo natural, la oferta descendería esta primavera o quizás en verano. Por ahora no parece el caso y sin ninguna restricción en la oferta el mercado no dará el salto que el sector necesita.
Indudablemente mayo servirá para recuperar posiciones y, siguiendo la tradición española, junio y julio ofrecerán precios del ganado más interesantes; el problema radica en que ello no será suficiente para paliar los graves daños que la economía de la producción viene sufriendo.
Bruselas prolongó las ayudas al estocaje privado tres meses más allá del tiempo inicialmente previsto, el tiempo ha transcurrido y el mercado sigue con gran atonía. Esta carne extra que se introducirá en los circuitos comerciales no debería desestabilizar la tendencia.
El tablero de juego es el conjunto de los países de la UE. Nos consta que el sufrimiento es general y que el gran interrogante a descifrar consiste en saber quién reducirá primero (y drásticamente) su producción. No vemos otra salida.
Algunos mataderos en Dinamarca se han visto obligados a reducir levemente sus plantillas de operarios por falta de sacrificio. Quizás sea la primera señal.
El hundimiento del dólar y la carestía de materias primas justifican en parte el descalabro actual; no obstante si la oferta interna de la UE fuera un 6 – 8% inferior a la actual, el precio de mercado compensaría, con creces, estos inconvenientes. Seguro que esta afirmación es una perogrullada; a pesar de ello, las cosas son así.
No queda otra esperanza que confiar en que la oferta flaquee cuanto antes.
En los largos caminos se conoce a los amigos.
Guillem Burset |