El mantenimiento de la sanidad es un punto crítico para conseguir una producción porcina eficiente ya que cualquier problema sanitario conlleva un empeoramiento del bienestar animal, un incremento directo en los costes de producción y como consecuencia un empeoramiento de los parámetros zootécnicos y de la rentabilidad económica de la explotación. Es evidente que una buena bioseguridad nos puede ayudar a evitar la introducción de enfermedades en la granja (bioseguridad externa) y a evitar su diseminación dentro de la explotación si ya está presente (bioseguridad interna). En este sentido, merece la pena destacar la importancia de una buena limpieza y desinfección de las instalaciones. En la literatura hay muchos artículos científicos en los que se demuestra que un buen programa de limpieza y desinfección puede disminuir la presión de infección en las explotaciones e, indirectamente, mejorar sustancialmente el rendimiento zootécnico de los animales. Por tanto, el primer punto a revisar en un programa de medicina preventiva porcina son las medidas de bioseguridad que tiene cada explotación porque es un punto crítico para garantizar la salud de los animales. Por otra parte, también disponemos de vacunas (frente a enfermedades víricas y bacterianas), medidas de manejo (ej: todo dentro-todo fuera) y de antimicrobianos para el abordaje de las enfermedades bacterianas ya que, en la actualidad, no disponemos de vacunas eficaces para muchas enfermedades bacterianas.
Los antimicrobianos en porcino se pueden utilizar con fines terapéuticos (sólo tratamiento de animales enfermos), metafilácticos (tratamiento de animales enfermos y de la población en riesgo de padecer la enfermedad) o profiláctico (tratamiento de animales sanos para que no aparezca la enfermedad en la población). El uso terapéutico en porcino no está discutido en la actual legislación sobre antimicrobianos, ni lo estará en el futuro ya que el tratamiento de los animales enfermos es una obligación veterinaria para garantizar su bienestar. Por otra parte, el uso metafiláctico está contemplado en la legislación actual (bajo la indicación metafilaxia) pero la legislación futura será con toda seguridad más restrictiva con esta indicación ya que exigirá unos estrictos protocolos donde la diagnosis de la enfermedad y el seguimiento serán claves para su implementación. En este sentido, los clínicos porcinos debemos plantearnos realmente en qué patologías es realmente necesario un uso metafiláctico de los antimicrobianos y defenderlos con argumentos técnicos sólidos. Por último, está muy claro que el uso profiláctico de los antimicrobianos se debe evitar, siempre que sea posible, ya que en algunos casos implica un uso rutinario de antimicrobianos en grandes poblaciones de animales sanos. En la tabla 1 se hace una simulación del consumo de antimicrobianos que se tendría si se utilizan programas profilácticos de antimicrobianos y se compara con el consumo bajo un uso terapéutico. Es evidente, que debemos reflexionar en profundidad sobre el uso de antimicrobianos que hacemos en porcino y plantearnos si somos capaces de defender un uso terapéutico, metafiláctico e incluso profiláctico en situaciones excepcionales. Por otra parte, debemos tener en cuenta que un consumo elevado de antimicrobianos para producir un kilo de carne de cerdo se puede utilizar como argumento comercial para limitar el acceso a mercados internacionales de interés si no está adecuadamente justificado.
Tabla 1.- Simulación de consumo de antimicrobianos
Aplicación de antimicrobianos | Uso | mg/*PCU |
Tratamiento con doxiciclina durante una semana en cerdos de 40 kg |
Terapéutico | 39,6 |
Tratamiento con enrofloxacina durante tres días en cerdos de 40 kg |
Terapéutico | 4,1 |
Tratamiento con amoxicilina y colistina** toda la transición |
Profiláctico | 169 |
**Es una simulación. No se utiliza a nivel sectorial con esta indicación.
* PCU = unidad de corrección de la población
Finalmente, los antimicrobianos son herramientas fundamentales en los programas de medicina porcina. Por otro lado, la seguridad alimentaria es un requisito clave para que la carne de cerdo continúe siendo una de las primeras producciones ganaderas en el mundo. Estos dos temas se pueden cumplir a la vez gracias a que la normativa europea sobre la presencia de residuos de fármacos en tejidos comestibles es muy estricta y se cumple siempre. Así, se ha determinado la ingesta diaria admisible de todos los antimicrobianos. Es decir, la cantidad máxima de fármaco que se puede ingerir cada día y durante toda la vida de una persona sin experimentar ningún efecto perjudicial para la salud del consumidor. A partir de los datos de ingesta diaria admisible, se calcula el límite máximo de residuos (LMR) en todos los tejidos comestibles y después se calcula el período de supresión para cada medicamento. Este período es el tiempo necesario que debe transcurrir desde el cese del tratamiento hasta que estos animales puedan pasar a la cadena alimentaria. En este cálculo se garantiza un nivel por debajo de LMR en los tejidos comestibles y no la ausencia total de residuos en los alimentos.
En conclusión, los productos que encontramos en cadenas de distribución habituales son totalmente seguros para el consumidor siempre que se cumplan las indicaciones aprobadas por las agencias reguladoras, ya que se han realizado un gran número estudios sobre los antimicrobianos antes de que se puedan utilizar como herramientas en producción animal. Como mensaje final, me gustaría remarcar que los antimicrobianos se deben utilizar tanto como sea necesario y tan poco como sea posible.