Durante el mes de julio Alemania ha lanzado un órdago indigerible para Europa entera; el cerdo bajó allí un total 18 céntimos por kilo en canal en las tres primeras semanas rectificando con +3 en la siguiente para repetir hace dos días. En todo el mes, la pérdida neta ha sido de 15 céntimos por kilo en canal, equivalente a unos 11,50 céntimos en vivo.
En contrapartida, el mercado español subió medio céntimo en la primera semana del mes para después ceder hasta un total de 4,70 céntimos por kilo en vivo. En total, la diferencia con el líder ha aumentado en casi 7 céntimos por kilo vivo.
Sin canícula en la mitad norte peninsular, con un consumo de carne atípicamente malo —aquí y en las quimbambas—, con los diferenciales abismales mencionados, bastante ha hecho el precio español con resistir a base de ceder poco a poco. Resistir es vencer como apunta el encabezamiento.
El embargo ruso persiste, toda Europa sufre. No se consigue compensar la ausencia rusa con otros destinos y la pesadez de las ventas lastra el precio. No se anuncian novedades y ni siquiera la explosiva situación de Norteamérica (precios de récord estratosférico en Canadá y Estados Unidos) sirve de ayuda: América está lejos (a cinco semanas de barco) y pocos son los establecimientos homologados y preparados para vender en aquellos lares.
Nuestro precio no podrá aguantar en su torre de marfil: significados operadores alemanes, holandeses y daneses han hecho y hacen su agosto suministrando carne y cortes a la industria española en cantidades importantes... contribuyendo a que la situación sea como una paradoja: con una autosuficiencia estimada en un 160% estamos importando como casi nunca antes. La situación es insostenible: el precio español y el alemán deben converger. No existe otra opción. Como agosto no se anuncia alcista en Alemania, no quedará otra que bajar el precio del cerdo al sur de los Pirineos. Probablemente sin movimientos bruscos pero hemos de converger. Incluso Dinamarca -cuyo precio rehúye frecuentemente los avatares de su vecino- ha reposicionado su precio en un escalón bastante más bajo que hace unas semanas.
Estamos donde estamos y somos quienes somos. No llegaremos al récord del año anterior, ni tan siquiera al de 2012, pero ello no será óbice para que 2014 sea un muy buen año para quien engorda cerdos. El alimento ha bajado –¡ahora sí!- y este importante aspecto está cómodamente cubierto hasta fin de año.
El matadero contempla la presente situación con una dosis de fatalidad: su margen se ha volatilizado y no consigue que el precio de los cerdos baje lo que necesita, no encuentra comprador a los precios que debería vender y "pierde una sábana en cada colada". Con el objetivo de minimizar el daño sigue matando a trancas y barrancas esperando que la situación mejore. A trancas y barrancas como apunta el encabezamiento.
Como dicta un proverbio chino tradicional: “El árbol quiere la paz pero el viento no se la concede”
Guillem Burset
1 de agosto del 2014