¿Qué se puede esperar de un bresciano de "Franciacorta" (Franciacorta es una comarca situada en la provincia de Brescia de la región italiana de Lombardía) que se ha trasladado a los alrededores de Pegognaga (provincia de Mantua)?... Sergio Visini, de familia de agricultores (nunca tuvo contacto con el mundo del cerdo), licenciado en Económicas y Comercio, quiso reproducir la "fórmula del vino de Franciacorta". Así nació Piggly, una empresa que posee 850 cerdas en el Véneto y 11.000 animales en transición-engorde en Pegognaga. La granja de cerdas, que no es objeto de este reportaje, se ha reestructurado casi por completo y las instalaciones de transición y cebo son nuevas, con un diseño insólito de gran impacto estético.
Hay que empezar inmediatamente por precisar que la granja tiene, prácticamente, una "huella de carbono cero", y aquí es exactamente donde empezó el proyecto en 2012: primero se construyeron las placas fotovoltaicas (2 megavatios) y luego las naves... ¡debajo! y el biogás (637 Kw). La inversión inicial sirvió para financiar las sucesivas construcciones, empezando por el engorde y terminando con las 3 naves de destete completamente en sistema con paja, en 2017. Además, la explotación es "libre de antibióticos desde el nacimiento": los cerdos tratados se identifican con crotales y representan alrededor del 2% de la producción. Empecemos por las preguntas:
Desde el punto de vista medioambiental... ¿cómo han conseguido reducir significativamente la Huella de Carbono?
Sencillo:
- Usamos muy poca electricidad para la cría, no hay ventilación forzada ni otros equipos que consuman mucha energía. Al final, sólo un 10% se utiliza en la granja, el resto va a la red.
- El biogás representa más del 70% de la reducción de emisiones; sólo la energía térmica se destina a la granja, el resto va a la red. Además, el digestato producido se utiliza en nuestras tierras, no compramos abonos químicos.
Sergio, ¿cómo es el destete en paja, un tema que "asusta" a muchos ganaderos?
En primer lugar, me gustaría decir que inicialmente tenía muchas dudas sobre la paja y un sistema de ventilación totalmente natural en esta fase tan delicada de los lechones. Aposté por mis objetivos: hacer un producto de calidad respetuoso con el medio ambiente, bajo coste energético y muy comprometido con el bienestar animal, que pudiera impresionar positivamente al consumidor más exigente. Técnicamente, la paja debe cortarse con una cuchilla durante el prensado, con una longitud máxima de 10 cm y una cantidad media diaria de 200 g por cabeza, de principio a fin.
Para la limpieza, hemos construido un entorno fácil de manejar en el que los lechones pueden quedar completamente recluidos, de modo que la limpieza puede realizarse una vez a la semana durante las primeras 2-3 semanas y dos veces a la semana cuando son más grandes (pueden llegar hasta 40 kg en esta fase). Se necesitan dos personas y una pala mecánica para las operaciones de limpieza, que duran aproximadamente 1 hora cada vez. Tener un estado sanitario tan elevado, nos permite dedicar mucho menos tiempo a los tratamientos. En esta fase, la ganancia media diaria es de unos 600 g/animal/día. El coste de la paja y la mano de obra es de 2,5 euros/cabeza.
Un detalle importante es la temperatura: al principio teníamos "miedo" del frío, pero hoy, después de varios experimentos, nos hemos quedado en 20°C en invierno (hay un radiador de calor que aprovecha la energía térmica del biogás). Con la paja no hace falta tener temperaturas altas, además de beneficiarnos de un intercambio de aire más importante, tenemos 6 metros de altura en la zona más alta (fotos 1 y 2).
Cuando visitas la granja, no parece que haya cerdos dentro... ¿Cómo lo has hecho?
Recurrí a un arquitecto no especializado en el mundo ganadero, que me sugirió el uso de materiales muy duraderos y estéticamente agradables. La zona exterior está cerrada, tanto para contener el calor como por un aspecto visual de limpieza. Además, entre las naves tenemos césped, que ayuda a bajar las temperaturas interiores durante el verano: un trabajador externo se encarga del mantenimiento. Luego, desde el punto de vista auditivo... los cerdos son tan silenciosos que no oímos nada del exterior... ¡sólo cuando comen los de engorde! (fotos 3,4,5). Los problemas de mordeduras de cola son prácticamente inexistentes.
¿Cómo son las naves de engorde? ¿La paja no obstruye las fosas?
Internamente son muy normales, lógicamente damos más espacio (1,25 m²/cabeza) y tenemos constantemente paja en cada corral, ofrecida mediante un dispensador de paja (fotos 6 y 7). Todas las naves (incluidas las de los lechones pequeños) son a una sola agua, con una altura máxima de 6 metros, lo que mejora mucho la ventilación y hace que los cerdos no se ensucien para refrescarse en verano. El suelo sólido está muy aislado en el interior y con slat en la zona exterior, que sirve de zona de defecación. La pared sur también está muy aislada (todas las naves tienen una orientación este-oeste).
Periódicamente utilizamos, mediante atomización, un conjunto de bacterias de la familia Bacillus para disminuir los olores y el amoníaco, rociado directamente sobre los animales, las heces y el suelo de todos los corrales, y es una gran ayuda para mantener alejados a los insectos y las moscas en general, evitando el uso de insecticidas.
El vaciado regular y semanal de las fosas situadas bajo las zonas exteriores mediante un sistema de aspiración y tuberías con diámetros adecuados, evita cualquier tipo de problemas de obstrucción a causa de la paja, además de disminuir los niveles de amoniaco. La frecuencia semanal evita la compactación.
¿Utiliza alguna tecnología especial? ¿Cómo ha conseguido reducir tanto sus emisiones?
Sinceramente no, sólo tenemos en todas las naves, sensores de amoníaco, CO2, temperatura y humedad que se controlan constantemente en tiempo real (foto 8). El pienso de engorde es líquido y los lechones se alimentan en seco a voluntad. Obviamente, los sistemas fotovoltaico y de biogás están siempre conectados para que todos los aspectos de la producción de energía estén siempre bajo control... Al final, sólo "emitimos" 1,06 kg de CO2/kg de peso vivo frente a una media de 5,50 kg de CO2/kg de peso vivo producidos en granjas convencionales.
Para concluir.... ¿salen las cuentas?
Yo diría que sí: con una inversión inicial de un 30% más que un sistema tradicional y con el reconocimiento adecuado del mercado y las primas que se conceden a este tipo de cerdos.