Termina junio encadenando cuatro subidas bastante tangibles (+ 0,014 + 0,017 + 0,018 y + 0,028 €/kg vivo) en total exactamente 0,077 €/kg. Significa esto que el precio actual del cerdo de capa blanca español está en 1,626 €/kg vivo, lo que equivale a 2,14 €/kg canal.
Es estos momentos el precio español es líder destacado en el seno de la UE. De hecho, esto suele suceder todos los años en esta época. De los grandes exportadores mundiales sólo EEUU tiene un precio claramente superior al español. Comparemos los precios del segundo, tercero, cuarto y quinto productores mundiales ahora mismo para obtener una perspectiva:
País | €/kg canal | Equivalencia en €/kg vivo |
---|---|---|
Estados Unidos | 2,61 | 1,98 |
España | 2,14 | 1,626 |
Alemania | 1,85 | 1,41 |
Brasil (*) | 1,68 | 1,275 |
(*) Precio promedio entre Minas Gerais y Santa Caterina; difieren 11 céntimos en vivo
Con el alimento (además de la energía) a unos precios desbocados por mor del conflicto en Ucrania, los costes de producir un cerdo se han disparado. En estos momentos engordar un cerdo cuesta alrededor de 1,55 €/kg vivo en nuestro continente. En Europa, sólo España tiene un precio de mercado a ese nivel; el resto de porcicultores europeos están en el rango de precios de Alemania, por lo tanto están en pérdidas (y llevan en números rojos casi perennes desde octubre del 2020, imposible resistir). Los productores del Brasil no lo tienen nada bien tampoco.
El precio de las cerdas ha bajado en Alemania y países adyacentes, señal inequívoca de otra ola de sacrificios de madres causada por el abandono de actividad de ganaderos totalmente desesperanzados. El futuro de la porcicultura en Centroeuropa se presenta magro y desvalido, con muchos menos cerdos de los que han existido hasta ahora. Los ganaderos llevan meses y meses perdiendo y la única consecuencia lógica es la reducción de la cabaña.
El mercado interno de la UE está, en este momento, sometido a grandes tensiones: por un lado, la reducción efectiva de la oferta de cerdos vivos es un hecho. Se ofrecen pocos cerdos para sacrificio y, para colmo, nos hemos encontrado con una canícula salvaje en un inédito mes de junio (se han batido toda clase de récords al respecto en España) lo que retardará crecimientos por doquier. Muchos menos cerdos a la vista.
Por otro lado, la demanda lleva semanas en letargo; en mayo el tiempo no acompañó y las famosas barbacoas alemanas no tiraron del mercado. Junio se ha hecho corto y en julio las ciudades alemanas comienzan a vaciarse, con lo que la demanda sólo puede llegar ya desde las zonas turísticas. La carne no sube (y el cerdo en Europa tampoco, salvo esta última semana en Alemania) por lo que el matadero español ve como su margen negativo se acentúa. Se acerca el tiempo de la reiterada reflexión de todos los años: “¿Matar para perder? No Gracias”. En breve lo detectaremos.
Repasemos la trayectoria de este año: en febrero el precio del cerdo subió a toda prisa, impulsado por una fuerza irresistible (bien es cierto que partíamos de muy abajo); la carne no subió, atenazada por unos stocks descomunales resultado de sacrificios importantes en diciembre y enero. En marzo la carne subió a todo ritmo alcanzando con creces el retraso del mes anterior.
Los precios que tan alegremente alcanzó la carne de consumo industrial se revelaron caros para la exportación, de modo que el mejor destino posible -por precio- de la carne europea era… ¡¡Europa!! Y como somos excedentarios y la carne se ha quedado en el interior de nuestras fronteras pues… ha terminado sobrando, provocando la inevitable bajada. Y en esas estamos.
Sabemos que la carne de cerdo tiene unos límites en su venta; cuando su precio atraviesa unas determinadas líneas rojas se produce lo que se conoce como sustitución de consumo: el comprador se desvía hacia otras proteínas (¿lácteos? ¿legumbres?). Y en épocas de crisis (como ahora: una inflación anual de cerca de dos cifras no es ninguna broma) el fenómeno parece acentuarse.
De ese modo el futuro no está nada claro: los cerdos seguirán siendo caros de producir y con un consumidor en horas bajas no es posible saber cómo se desarrollarán las cosas. ¿Bastará una oferta muy restringida para sostener los precios en otoño/invierno de este año? ¿O bien la retracción del consumo pesará demasiado y los cerdos bajarán?
Llegados a este punto, nos parece oportuna otra pregunta: ¿Qué pasará con la producción porcina europea en 2023? Creemos que habrá una importante reducción global; en el próximo comentario intentaremos dilucidarlo aportando datos, información contrastada y opiniones de algún primer espada del sector.
Como tantas veces, es importante no perder la perspectiva: en España estamos en dificultades pero no somos los únicos y a la mayoría de nuestros colegas (competidores) europeos les va peor.
Como dejó escrito Ramón Llull, insigne mallorquín universal fallecido en 1.315 después de 90 fructíferos años de vida: “Vive mejor el pobre dotado de esperanza que el rico sin ella”.
Guillem Burset