Después de cuatro semanas de repetición termina noviembre con una bajada de un céntimo de Euro por kilo. Mala señal, muy mala señal.
Alemania pinchó fuerte el miércoles 26 de noviembre bajando su precio cuatro céntimos, después de siete semanas de repeticiones. Como es bien sabido en nuestro sector: si Alemania estornuda toda Europa se constipa.
Alemania exporta hoy a todos los países del entorno europeo, sus precios son agresivos y nos arrastra a todos en esta espiral bajista. No hay escapatoria.
Las matanzas en el entorno UE son muy importantes (Alemania sacrifica más de un millón de cerdos cada semana, muy por encima de su promedio habitual) y España no es ninguna excepción. La oferta es muy importante y el matadero la ha absorbido porque ha tenido margen y matar le ha resultado atractivo. Los precios de la carne bajan y las ventas no son boyantes, para mantener el ritmo alto de matanzas es indudable que el matadero demandará más concesiones en el precio. El suelo de noviembre (cuatro semanas a 1,09 Euros / kg vivo) no ha sido suficiente y habrá que profundizar más.
La ausencia de exportaciones hacia Rusia es un factor determinante; si bien se han incrementado las exportaciones hacia otros países terceros la verdad es que en total las exportaciones europeas de 2014 serán unas 150.000 toneladas inferiores a las del año pasado. La ausencia de Rusia no se compensa en su totalidad y el mercado sufre por este lastre.
Se acerca Navidad y sabemos que se perderán muchos días de matanza; como consecuencia la oferta de animales vivos encontrará dificultad para su colocación y para su reabsorción en enero. El precio actual es ya inferior a los costes de producción y habrá que “atarse bien los machos” para soportar un invierno glacial en el aspecto económico. La primavera queda lejos y el camino hasta llegar a ella será un auténtico Via Crucis para la producción.
Las noticias y las expectativas no son buenas, aunque no por ello hay que matar al mensajero. No queda otra que prepararse para resistir esperando a que todo mejore. En un lugar u otro de Europa queda producción porcina menos competitiva que la nuestra y que sufrirá más. Triste consuelo, tenue esperanza.
Necesitamos exportar a nuevos mercados y necesitamos que los bajos precios de la carne se transmitan al consumidor para incentivar el consumo. He aquí dos tareas útiles que la administración debería acometer.
Como dijo una vez el gran Victor Hugo: el futuro tiene muchos nombres: para los débiles es lo inalcanzable, para los temerosos, lo desconocido, para los valientes es la oportunidad.
Guillem Burset