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Termina abril con el mercado conteniendo el aliento en espera de que lleguen los consumos estacionales del verano (barbacoas, terrazas, fiestas al aire libre, …). Después de un mes de marzo que ha culminado con unas pujas como nunca habíamos visto, la llegada de Semana Santa propició una tregua o reposo con el fin de digerir unas subidas muy importantes (62% en la canal alemana en pocas semanas, 50% en el precio español en trece semanas de subidas consecutivas). En esas estamos.
La persistencia de la guerra en Ucrania augura y garantiza precios altos para rato en las primeras materias para piensos. Este factor perturbador persistirá. La energía se ha puesto por las nubes. La inflación española supera el 10% de abril a abril. Todos los factores en juego nos advierten que la única forma en que los porcicultores españoles (europeos en realidad) puedan trabajar en condiciones de rentabilidad es con unos precios de los cerdos a unos niveles de récord. En esas estamos.
El mercado de la carne ha respondido bien a los latigazos del precio del vivo… hasta cierto punto. Con la llegada de Semana Santa, se atemperaron los ánimos y los compradores de carne dijeron “¡hasta aquí!”. La paranoia de desabastecimiento, que se desencadenó inmediatamente después del anuncio de los grandes mataderos alemanes de anular unilateralmente los pedidos de carne congelada, se ha ido diluyendo con el paso de las semanas y la racionalidad parece imperar de nuevo. De momento los precios de la carne van repitiendo, aunque jamones y lomos andan muy renqueantes y con problemas. En esas estamos.
La Unión Europea ha puesto en marcha a principios de abril una operación de almacenamiento privado de carne de porcino. Nos cuesta entender que se haya iniciado un mecanismo de salvaguarda del mercado bastantes semanas después de subidas nunca vistas. Probablemente nuestra visión a ras del suelo nos impide ver y comprender lo que los burócratas en Bruselas han percibido con visión de águila desde las alturas. Constatamos que más de la mitad de las operaciones de almacenamiento se han concretado para el período mínimo de dos meses; por algo será.
Los nuevos precios de la carne en la UE actúan como un factor limitador en las exportaciones a terceros países; en efecto la mayoría de los despieces han subido decididamente y ahora no son atractivos en el mercado mundial. En condiciones normales Europa es excedentaria en carne de cerdo; la limitación de sus exportaciones -por precio- provoca que la carne producida deba de ser consumida dentro de nuestras fronteras. La pregunta del millón sería: con la exportación bajo mínimos y las matanzas muy reducidas… ¿faltará carne dentro de la UE, o no faltará? Si conociéramos la respuesta sabríamos si los precios actuales tienen recorrido alcista o no. Esta es la cuestión. El escenario global en la Unión Europea es inédito:
- Nunca antes han faltado tantos cerdos en vivo para sacrificio (en Centro Europa, que no en España en lo que llevamos de año) respecto de lo normal como ahora.
- Nunca antes hemos vivido unos costes de producción disparados como ahora
- Pocas veces antes hemos tenido unos precios internos tan caros (respecto del mercado mundial) en todos los despieces nobles.
El fiel de la balanza (subir mucho más o poco más) lo decantará el balance de la carne. Si la reducción de matanzas es lo bastante intensa como para compensar la disminución de exportaciones, entonces veremos los cerdos a precios estratosféricos; si al final la reducción de exportaciones es tal que incluso con menos sacrificios hay carne para todos, los cerdos seguirán caros, pero con poco recorrido a partir de los precios actuales.
Mientras el matadero tenga margen positivo, seguirá sacrificando todos los cerdos que se ofrezcan. Cuando entre en pérdidas deberá plantearse lo que le conviene más: seguir a un ritmo alto de matanzas para diluir costes o reducir su actividad para minimizar pérdidas. Todo dependerá de la severidad de sus márgenes negativos.
Nuestros principales competidores mundiales tienen menos producción y precios altos (con la única excepción de Brasil); es posible que las puertas de la exportación no se nos cierren totalmente. Este sería un rayo de esperanza que podría permitirnos subir algo más.
El mercado europeo está conteniendo el aliento ahora mismo. Expectante. Esperando. Sabemos que van a faltar muchos cerdos y que los impulsos al consumo deben de llegar con el buen tiempo. No cabe duda de que la cotización española no ha llegado a su límite superior, aunque ignoramos cuánto recorrido le queda.
El gran Pitágoras de Samos afirmó: “Prefiero el bastón de la experiencia que el carro rápido de la fortuna. El filósofo viaja a pie.”
Guillem Burset
