El año acaba con la constatación, una vez más, que nuestro mercado por si solo no puede aguantar una línea de firmeza discrepante de la tendencia europea: hemos asistido a un loable intento de remontar el precio que no ha sobrevivido a la enorme presión bajista francesa.
La benignidad climatológica y los festivos del inicio de diciembre se han traducido, lógicamente, en una oferta muy abundante. Problemas empresariales en la zona centro han coadyuvado a la baja. Los mercados exteriores siguen muy pasivos.
Un grupo de mataderos catalanes ha contratado una partida importante de ganado vivo francés para sacrificar en estas fechas y hasta mediados de enero. Esta circunstancia, que no es nueva excepto por su dimensión y por la época del año, debería ayudar a reactivar el precio francés, sobretodo en dos o tres semanas. Si el mercado francés mejora posiciones, la exportación hacia nuestro primer destino recuperará los volúmenes perdidos, hecho esencial para la fluidez de nuestro mercado (si los mataderos no pueden exportar, nuestro mercado se satura muy rápidamente).
Cerca del fin del ejercicio se impone hacer balance: la media anual debe considerarse como más que correcta, siendo lo que, a la postre, cuenta. El descenso en cascada iniciado el 31 de agosto (sin precedentes en cuanto a su rotundidad) ha yugulado un beneficio ganadero que prometía ser de escándalo. La realidad se ha mostrado poco generosa en este final de año. Para el matadero ha sido un año repleto de tensiones con demasiadas temporadas (y demasiado largas) sin márgenes.
El año 2007 se presenta cargado de desafíos; habrá que afrontarlos con entereza.
Conociendo que nuestro mercado natural se halla dentro de las fronteras de la UE creemos que iniciativas como la reciente disposición germánica que prevee primar el consumo de carne de cerdo alemán en detrimento de las carnes importadas deberían estimular a nuestra administración (y a las de otros países netamente exportadores) a defender los intereses del libre comercio del sector. Mucho nos tememos que deberemos abordar esta cuestión en ulteriores comentarios.
En cualquier caso estamos en Navidad, aprovechemos bien estas fiestas para solazar el espíritu y recargar energías para los avatares del próximo ejercicio.
Más vale tortilla dura que hambre pura.
Felices Navidades y próspero Año Nuevo.
Guillem Burset |