Las repeticiones de junio han dejado claro que el precio español no puede subir. Es cierto, y bien obvio, que la oferta cojea por todas partes pero también lo es que nuestros vecinos no suben al carro.
En este mes se han importado cerdos vivos de Francia y canales de Alemania en una demostración práctica de la fluidez de los mercados y de lo que se conoce como globalización. Si los milagros existen aquí casi palpamos uno: importamos cerdos vivos de la Bretaña para posteriormente vender allí parte de su despiece.
Este año entre la semana 4 y la 24 (20 semanas) Mercolleida ha subido 0,268 Euros / kg vivo, el año pasado entre la semana 2 y la 19 (17 semanas) subió 0,265 y el anterior entre la semana 1 y la 25 (24 semanas) subió 0,266 Euros / kg vivo. Según parece no hay más recorrido.
Si nuestro precio hubiera subido más (razones las hay, la falta de oferta ha sido y es asfixiante, sin visos de corrección a corto plazo) se habría producido con toda seguridad un alud de importaciones muy perturbador de la marcha del mercado nacional. Tal y como están las cosas no parece posible que la cotización trepe más arriba aunque su firmeza esta garantizada unas cuantas semanas. El calor será el aliado principal del ganadero al garantizar que la oferta seguirá restringida.
Todos los mercados de destino de nuestras carnes están deprimidos, el mercado nacional no es sombra de lo que fue y nada es lo que parece. Hay que pedalear duro para vender y el margen de los mataderos hace semanas que pasó a mejor vida… Este escenario no es favorable a más subidas del ganado.
Es probable que observemos repeticiones en todas y cada una de las lonjas del mes de julio, probablemente lo mejor para todos.
Giuseppi Tomasi de Lampedusa en su celebre novela “El Gatopardo” afirma: si queremos que todo siga como está es necesario que todo cambie, en una afirmación que podría trasladarse a muchos aspectos de nuestro entorno.
Guillem Burset
29 de junio 2012