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En el transcurso de octubre hemos visto como nuestro mercado español admitía cicateramente descensos muy limitados en la cotización; como resultado de ello terminamos el mes a un precio absolutamente récord de 1,42 €/kg vivo.
La China propaga en el mundo entero su mensaje de angustiosa necesidad de carne porcina y todo el mundo se lanza a exportar a la gran potencia asiática toda su disponibilidad en carne de cerdo. Esta es la radiografía, pero hay más.
En efecto, el mercado está tan desbocado en China que nadie sabe cómo terminará todo; de momento el precio allí ya ha doblado con creces su nivel de junio de este año con una importante aceleración de las subidas en las ultimas semanas (8% de aumento el día 9 de octubre, 10% de aumento el día 16 de octubre).
El único límite de la exportación europea hacia China lo establece la capacidad de congelación de las industrias homologadas; los precios en Europa evolucionan claramente a otro nivel que en China: ya son históricamente caros pero están frenados por la renuencia de la Gran Distribución a aceptar subidas absolutamente necesarias e imprescindibles so pena de males muy mayores.
La situación es grave por no decir muy grave: la industria transformadora de carne de cerdo en toda Europa pierde ingentes cantidades de dinero cada semana. Este es el auténtico nudo gordiano de la situación actual: ¿aceptará la Unión Europea la quiebra inevitable de un importante porcentaje de su industria de transformación de carne impasible, sin mover un dedo o decir “esta boca es mía”?
Que la producción porcina esté disfrutando de su propio El Dorado (un reputado integrador nos hablaba de “orgía de beneficios”) no debería implicar la ruina y la desaparición de la industria de transformación (embutidos crudos, curados, ahumados, cocidos, etc.). La UE haría bien en estudiar el problema con los actores implicados y proponer posibles soluciones u ofrecer alternativas.
Mientras tanto la vida sigue, el presente de la producción es esplendoroso y el futuro a corto y a medio plazo se anuncia prometedoramente positivo: la situación en China (y por extensión en el sudeste asiático) no lleva visos de solucionarse hasta dentro de unos años. La lucha contra la PPA exige, entre otras cosas, concienciación de los productores, rigor y disciplina de las autoridades y grandes dosis de implicación y medios económicos para sufragar este combate. Desconocemos qué medidas se están aplicando en China y la eficacia o no de las mismas.
Tenemos ahora en China (como ya hemos comentado antes) un precio que dobla el precio normal. Esta situación en si misma no parece sostenible. Indiscutiblemente el precio de cerdo está hinchando las cifras del Índice de Precios al Consumo (IPC). Dependerá de cuan soportables sean las cifras del IPC para las autoridades chinas que se tomen decisiones drásticas, no excluidas por ninguna fuente conocedora de las intimidades de la política china.
Esperar y ver desde una plataforma de absoluto confort y felicidad de la producción podría ser la consigna. Nunca como ahora un barniz de complacencia lo ha cubierto todo.
El gran Aristóteles expresó un pensamiento que hoy debería ser de rabiosa actualidad para los eufóricos integrantes del sector de la producción porcina. Breve, escueto, simple, muy inteligible y definitivo: "Saber es acordarse".
Guillem Burset
