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La marmota de las previsiones porcinas

Parece como si la marmota de las previsiones porcinas hubiera visto una sombra muy larga al salir de su madriguera el pasado febrero y que la frágil esperanza de que las últimas bajadas del invierno hubieran acabado haya quedado en suspenso.

Desde finales de los 1880s, casi todo el mundo en EEUU ha consultado un gran roedor peludo (popularmente conocido como marmota y científicamente como Marmota monax) cada 2 de febrero, para determinar si el invierno terminaría pronto o duraría más de lo esperado. Este ritual nacional tiene lugar en Gobbler’s Knob en Punxsutawney, Pensilvania y se retransmite por todas las televisiones nacionales. Si la marmota ve su sombra (un día soleado) la previsión es de seis semanas más de tiempo invernal. Si está nublado y no hay sombra, se espera con impaciencia el comienzo de la primavera. Por desgracia parece como si la marmota de las previsiones porcinas hubiera visto una sombra muy larga al salir de su madriguera el pasado febrero y que la frágil esperanza de que las últimas bajadas del invierno hubieran acabado haya quedado en suspenso.

¡El cerdo de Punxsutawney!

En estas páginas ya hemos hablado con algún detalle de los patrones estacionales del precio del cerdo y sigue siendo un muy buen indicador de los principales cambios que constituyen el ciclo anual de precios, básicamente por la madre naturaleza. Están relacionados con la duración del día que afecta tanto a la fertilidad de las cerdas (estro estacional) como a la capacidad de muchos verracos durante el calor de finales de verano. Esto hace que, en el hemisferio norte, los partos de enero estén por debajo de la media anual (y al revés en el hemisferio sur).

Pese a que hay una gran aceleración del crecimiento en el engorde a medida que se acerca la primavera, se frena dramáticamente durante el calor del verano haciendo que una población de cerdos que ya es más pequeña de lo habitual tenga que ocupar durante más tiempo las instalaciones hasta alcanzar el peso de mercado. Esto reduce todavía más la materia prima de la industria procesadora y dispara los precios del verano.

Se supone que todo esto funciona al revés en diciembre/enero, cuando los precios bajan a causa de las condiciones de cría ideales de la primavera anterior, inducidas por el alargamiento del día, sumadas a la aceleración del crecimiento producida por las temperaturas más frías del otoño y a la nueva y apetitosa cosecha de maíz. Todos estos elementos conspiran para llevar muchos cerdos pesados al matadero, bastante por encima de la media anual cuando llega diciembre. La reducción de sacrificios durante las festividades de noviembre y diciembre, y la abundancia de cerdos, empujan los precios de mercado a sus mínimos en diciembre. El problema es que todo esto se supone que termina a principios o mediados de enero. Este año no ha sucedido así por varios motivos.

Los que hacen pronósticos están acostumbrados a utilizar los patrones estacionales anuales pero también saben que el ciclo del cerdo sigue un patrón a más largo plazo, con oscilaciones cada 3-4 años. El patrón cíclico del precio del cerdo ha estado inducido históricamente por el crecimiento del censo que se produce cuando los precios son altos durante un tiempo sostenido. Esto va seguido por la contracción del censo producida cuando la superproducción dinamita los precios. Mucha gente olvida que, de vez en cuando, estos dos patrones pueden chocar mitigando sus efectos (uno empuja para subir los precios y el otro para bajarlos al mismo tiempo) o pueden coincidir, lo que a veces puede acentuar dramáticamente la tendencia de cada uno de ellos. Esto, que sólo pasa cada varias décadas, es lo que está sucediendo actualmente. Si a esto añadimos el patrón de consumo estacional tendremos una imagen mucho más completa pero ya hablaremos de esto en un próximo artículo.

 

Tendencia estacional

Fuente: USDA HG-212, precio vivo convertido a un rendimiento del 76%

La reducción de nuevos casos de PEDv y la recuperación de la producción resultante (que imita el aumento de censo debido al efecto cíclico), junto con el incipiente aumento de censo real y la persistencia de pesos elevados (de los que los productores se enamoraron en el pico de la crisis del PEDv), han hecho reducir de forma constante el precio del cerdo durante todo enero y casi todo febrero, un hecho muy destacable (figura 1). Evidentemente esto también se ha visto afectado por el tipo de cambio global que ha hecho que el cerdo de EEUU sea un poco caro para los grandes países importadores y por una huelga de los trabajadores portuarios de California que ha ayudado a aumentar los stocks un poco más.

He estado preguntando a mis amigos del mercado de cerdos de destete/engorde sobre sus previsiones (que nos llegan en forma del precio que están dispuestos a pagar por los cerdos pequeños que estarán listos para vender en verano). Parece que también han visto la marmota del precio porcino y, pese a que a finales de febrero se lanzaron a comprar, han visto la luz, por así decir, y han pasado al modo de mirar y esperar cuando han visto que la sombra de la rentabilidad negativa era más larga de lo habitual.

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