Hace pocos días la OMS ha publicado un documento poco riguroso donde se informa que las carnes transformadas y las carnes rojas sin transformar son cancerígenas en grados diversos. Tres días más tarde la misma organización se ha visto obligada a matizar el detalle de sus conclusiones. En el interín, doctores y técnicos alimentarios de prestigio mundial han opinado que el informe inicial de la OMS era, como mínimo, poco riguroso y muy atrevido.
El mercado europeo está saturado de carne porcina desde finales del verano; el informe de la OMS ha sentado como un jarro de agua fría al conjunto del sector porcino europeo. El daño ya está hecho, consciente o inconscientemente, se trata de un golpe bajo.
En este final de octubre podemos constatar dos hechos: los precios en España llevan doce semanas consecutivas de descenso (un total acumulado de 22,70 céntimos por kilo en vivo) y los pesos promedio de la canal aumentan sin freno semana tras semana, con más de cinco quilos de ganancia por cerdo en las últimas ocho semanas.
El matadero sacrifica a buen ritmo pero la fluidez de las matanzas no es suficiente para absorber la enorme oferta actual. En la década de los 90, en una situación parecida, la cotización se habría derrumbado hasta un nivel lo suficientemente bajo que permitiera la exportación de canales. De esta forma se eliminaba drásticamente la sobreoferta estacional, y el precio encontraba un fondo desde el que rebotar. Esto ya no sucede y el descenso del precio peldaño a peldaño y a regañadientes no está siendo suficiente para estimular matanzas récord, sin duda necesarias para restablecer el equilibrio entre oferta y demanda.
La reciente formalización del TPP (Trans-Pacific Partnership) favorecerá el comercio de EEUU hacia Japón en detrimento de la UE; otra mala noticia aunque no para el futuro más inmediato.
Con la producción ya en pérdidas desde hace algunas semanas (precios por debajo de coste), con toda Europa en situación de saturación y con los precios de la carne en caída franca es muy difícil encontrar razones para el optimismo. El temporal no ha terminado y ya veremos hasta donde descenderán los precios hasta encontrar suelo firme.
Estamos en una crisis de la que desconocemos su alcance. Grandes males exigen grandes remedios por lo que la Unión Europea debería introducir medidas de sostenimiento del mercado y ayudar como sea a encontrar nuevos destinos mundiales para la carne de porcino. La diplomacia debería ponerse al servicio de la carne y, nunca mejor dicho, poner toda la carne en el asador.
Como dijo el escritor argentino Julio Cortazar: “La esperanza le pertenece a la vida, es la misma vida defendiéndose”
Guillem Burset