La betaína es un compuesto aminoacídico, químicamente trimetilglicina, que se encuentra en la mayoría de las plantas y animales, y cuya concentración es muy elevada en la remolacha azucarera, de donde se obtiene industrialmente. Se forma en el organismo por la oxidación de la colina aunque en el cerdo la actividad de la enzima colina oxidasa es baja comparada con la de otras especies. La utilización de este compuesto como aditivo en las dietas de animales de granja no es algo nuevo, utilizándose en la industria aviar como substitutivo parcial de la metionina y la colina desde la década de los años cincuenta. Su uso como modificador metabólico, es decir, una sustancia capaz de alterar las proporciones relativas de músculo o grasa que deposita el animal, en el ganado porcino, sí ha sido más reciente. Los últimos estudios indican que la betaína puede disminuir la grasa depositada en la canal del animal así como aumentar simultáneamente la formación de músculo. Son conocidas sus funciones como osmoprotector (sustancia capaz de preservar el equilibrio osmótico) así como de donador de grupos metilo.
Como osmoprotector, la betaína se acumula en células u orgánulos celulares sometidos a estrés osmótico o salino protegiendo las enzimas y las membranas celulares de la inactivación iónica. Los efectos beneficiosos de la betaína en aves con diarreas producidas por coccidios se explican en parte gracias a esta propiedad de la molécula de betaína. Parece existir un papel de la betaína en relación con el sistema inmune del animal. Así, la betaína interacciona con aquellos procesos que son regulados por la osmolaridad del medio como son la fagocitosis y la producción de citokinas y prostaglandinas por parte de fagocitos hepáticos. Se ha propuesto también que la betaína podría tener un efecto beneficioso en animales sometidos a estrés térmico.
¿Para qué necesitamos un donador de grupos metilo? Para sintetizar numerosos compuestos vitales que incluyen carnitina (oxidación de ácidos grasos), creatina (contracción muscular), ácidos nucleicos (componentes del ADN), acetil-colina (neurotransmisor), fosfolípidos (componentes de membranas celulares) y hormonas; igualmente, mediante metilación se puede regular la actividad del ADN y ARN. Junto con la colina y la metionina, la betaína contribuye significativamente a los procesos de metilación y se denominan lipotropos, por su capacidad de movilizar lípidos. En cerdos, la enzima que sintetiza metionina a partir de betaína y homocisteína, presenta una actividad basal elevada comparada con la del pollo cuando el aporte de metionina es adecuado, aumentando la misma con la adición de betaína. Como donador de grupos metilo la betaína podría sustituir parcialmente a la metionina y la colina de la ración, aunque en cerdos recién destetados no parece que haya un efecto claramente beneficioso en este aspecto.
La adición de betaína a las dietas para cerdos ha aumentado en la última década, aunque los resultados obtenidos sobre los parámetros de crecimiento y composición de la canal no son concluyentes. Los primeros estudios (Bunge Meat, Australia) indicaron que la betaína disminuía acusadamente el grosor de la capa de tocino dorsal pero sin influenciar otros parámetros del crecimiento. En estudios más recientes con cerdos en fase de acabado, bajo distintos regímenes alimentarios y condiciones experimentales, se ha demostrado, en algunos casos, la disminución de grasa corporal y de la ingesta de alimento. En un estudio realizado por investigadores finlandeses recientemente publicado, al aumentar la cantidad de betaína en la dieta, mejoraban en cerdos de distintas razas en fase de crecimiento y acabado, los parámetros de crecimiento y la eficiencia bruta sin alterarse la composición de la canal. Contrastan estos resultados positivos con otros de cerdos en fase de acabado en que el efecto ha sido mínimo sobre el crecimiento, la ingesta o la grasa corporal. En cerditos en crecimiento (15-50 kg) y con restricción de la ingesta, la betaína parece disminuir la grasa en la canal y aumentar la tasa de deposición de proteína, especialmente a niveles altos de inclusión de la misma en la dieta.
Sin embargo, el mecanismo por el que la betaína disminuye la grasa corporal no ha sido dilucidado hasta la fecha. La evidencia experimental existente indica que la betaína puede disminuir la deposición global de grasa en la canal. En un estudio en vías de publicación realizado en un laboratorio del USDA con cerdos en crecimiento (15-50kg), la betaína no alteró la oxidación de ácido palmítico tanto en ayunas como en estado postprandial, corroborando los resultados obtenidos en un estudio realizado in vitro con células hepáticas en el que la betaína tampoco alteró la oxidación del ácido palmítico. Si el mecanismo que explica la disminución de grasa en la canal no está relacionado con el aumento de la oxidación de los ácidos grasos, es factible que la síntesis de lípidos esté disminuida, pero este aspecto no ha sido demostrado hasta ahora. Los mecanismos de acción de la betaína parecen ser de naturaleza post-absortiva, ya que no se afecta la digestibilidad de la materia seca, el nitrógeno o los hidratos de carbono, según se desprende de un estudio realizado en cerdos en fase de acabado en la Universidad Agrícola de Noruega.
En experimentos realizados en la Universidad de Wageningen utilizando cerdos en fase de crecimiento, la adición de betaína a la dieta dio lugar a una ligera disminución de las necesidades de mantenimiento de los animales. Este hallazgo podría estar vinculado al menor peso de las vísceras en cerdos en crecimiento alimentados con dietas suplementadas con betaína, encontrado en una investigación llevada a cabo en el USDA. Esta disminución de las necesidades de mantenimiento permitiría un importante ahorro en la formulación de las dietas.
Un aspecto que merece la pena considerar es el hecho de que los efectos positivos de la betaína se hayan manifestado más claramente cuando los cerdos estaban sometidos a situaciones que implicaban algún tipo de estrés como, por ejemplo, restricción de alimento o de espacio, es decir, situaciones que en la práctica se dan en las explotaciones comerciales.
Los niveles de inclusión en la dieta que se están recomendando varían de 1-5 kilogramos por tonelada. Los efectos beneficiosos en los parámetros de crecimiento y eficiencia del uso del alimento parecen optimizarse a un nivel de inclusión bajo (1 kg/t), mientras que las mejoras en la calidad de la canal se conseguirían con cantidades mayores de betaína (hasta 5 kg/t para cerdos en crecimiento). Los niveles óptimos de inclusión pueden depender de la fase de crecimiento del animal, el nivel de ingesta, así como del resto de componentes de la dieta. Con respecto a su uso en razas porcinas no mejoradas, hay una falta casi absoluta de información sobre sus efectos tanto en parámetros de crecimiento como de calidad de la canal.
Sin duda es necesario continuar la investigación científica para poder determinar en qué condiciones los efectos beneficiosos de la betaína son más patentes así como para dilucidar sus mecanismos de acción.
La betaína como modificador metabólico en el cerdo
La betaína es un compuesto aminoacídico, químicamente trimetilglicina, que se encuentra en la mayoría de las plantas y animales, y cuya concentración es muy elevada en la remolacha azucarera, de donde se obtiene industrialmente.
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