Los purines contienen parte de la energía y nutrientes de los piensos que no han sido utilizados para el crecimiento animal. Por su contenido, todavía son recursos a los que hay que dar utilidad. El uso como abono para los campos forma parte del conocimiento ancestral, que se enriqueció generación tras generación con una cultura sobre su almacenamiento y mezclas con paja y restos de otros cultivos para producir compost para horticultura. Este abono era necesario cuando no se disponía de otras fuentes de fertilidad para mejorar la productividad de los cultivos. En relativamente poco tiempo se pasó del huerto familiar a los cultivos intensivos, y de unos pocos animales de granja a las explotaciones ganaderas especializadas. Como se indicó en un artículo anterior (La gestión integral de los purines), es necesario crear una cultura tecnológica que valore de nuevo los purines. El objetivo ha de ser gestionarlos, o procesarlos, para obtener el máximo aprovechamiento de este recurso.
Al igual que para la resolución de cualquier problema, hay que ser metódicos, ir paso a paso, evaluar alternativas y tomar las decisiones apropiadas, empezando por definir de forma clara el enunciado del problema a resolver. Es habitual que un ganadero se pregunte cuál es la mejor tecnología a adoptar en su explotación. Esta es una pregunta a hacerse cuando se sabe el problema a resolver, que nunca será el de hacer desaparecer los purines, los cuales, como mucho, se podrán transformar con un coste económico determinado.
Diagrama interactivo de toma de decisiones
En el diagrama de toma de decisiones que te presentamos (ver más abajo) se exponen de forma ordenada las preguntas a hacerse y las acciones a acometer. Estas acciones constituyen el plan de gestión de los nutrientes.
Se inicia con las medidas de minimización en origen, o sea, todas aquellas acciones encaminadas a reducir volumen y carga contaminante de los purines, así como las que reducen las emisiones atmosféricas y conservan su calidad fertilizante. No acometer acciones de minimización implica un mayor problema posterior a resolver.
A continuación debe realizarse el plan de fertilización, diseñado para optimizar el uso de los purines como fertilizantes de los cultivos, minimizando las pérdidas, ya sea a las aguas o a la atmosfera, y maximizando las substitución de fertilizantes químicos. La balsa de purines ha de estar dimensionada teniendo en cuenta este plan de fertilización.
De los dos grupos de acciones anteriores, y con la información que se haya obtenido, se ha de estar en condiciones de definir con exactitud el problema a resolver y la estrategia de gestión a seguir. ¿Existe un excedente de nutrientes? ¿Acometo la gestión de forma individual o colaboro con otras explotaciones para una gestión colectiva? Son dos ejemplos de preguntas que se ha de estar en disposición de contestar de manera clara.
Ya sea de forma individual o colectiva, si se está en una situación de no excedente en la producción de nutrientes, el objetivo de las posibles acciones o tratamientos ha de ser mejorar la gestión y reducir costes. Los posibles tratamientos han de ser simples, ya que no es necesario exportar nutrientes fuera de la zona de ejecución del plan de fertilización, aunque tal vez la operativa de la gestión haya de ser compleja, si la gestión colectiva agrupa a muchos ganaderos y agricultores.
En caso de haber evaluado que se está en una situación de excedentes, necesariamente los posibles tratamientos o las casuísticas de gestión serán complejas, ya que significa que no se dispone de suficiente base agraria. Tendrán, también, un coste elevado, el cual deberá compararse con el de la alternativa más simple, la de transporte hacia zonas agrícolas deficitarias en nutrientes. Debería ser asumible la alternativa de coste relativo más bajo y, en caso de que ninguna solución sea asumible, el diagrama lleva al inicio para reconsiderar todas las decisiones desde buen principio.
Reconsiderar todas las decisiones puede implicar hacer más hincapié en las medidas de reducción en origen, a fin de reducir la magnitud del problema, o bien buscar otras tierras de cultivo para fertilizar, o pasar de una gestión individual a colectiva. Sea cual sea la alternativa, tomar decisiones implica un esfuerzo, implica medir (caudales, concentraciones,…) para caracterizar la situación de partida, e implica informarse para saber si esta situación es mejorable. Implica, también, adoptar una actitud positiva, a fin de pasar de un problema a una oportunidad.
Una vez considerados todos estos puntos, ya puedes empezar a navegar por del diagrama de flujo o por los diferentes enlaces que encontrarás al final de cada artículo y avanzar poco a poco hasta encontrar la mejor forma de gestionar tus purines y hacer de ellos un recurso de valor.
Empezar a estudiar medidas de reducción en origen