Los peores presagios se han confirmado y, de momento, nuestra carne no puede acceder al mercado ruso. Canadá, Estados Unidos, Alemania, España… todos grandes exportadores que han visto cercenado su acceso al mercado ruso.
Indudablemente las autoridades rusas intentan proteger la producción autóctona (en franca expansión) provocando una rarificación de la carne importada que sostenga los precios internos a un buen nivel para los productores locales. No es esperable un cambio radical de Rusia al respecto; probablemente recuperemos el acceso -aparentemente todo el mundo trabaja para que así sea- pero creemos que será con restricciones importantes.
En nuestro mercado, el difícil equilibrio manifestado en seis lonjas consecutivas con repetición se ha roto finalmente con estrépito. La bajada de 3,40 céntimos por kilo en las dos últimas lonjas parece muy mal presagio al producirse justo en vísperas del inicio del esperado fuerte consumo estacional ligado al buen tiempo.
En abril el precio español resistió semana tras semana aparentemente impasible, no así los precios de las piezas que semana a semana se fueron degradando. El matadero ha visto degradar sus márgenes y ahora mismo se encuentra en una fase de estrés sostenido, intentando aprender a vivir con el agua al cuello (o con ella por encima de la nariz en algún caso…). La llegada del buen tiempo no parece estímulo suficiente para solucionar tan negro panorama, al menos de momento.
Toda Europa parece colapsarse, Alemania ha bajado 10 céntimos en dos semanas probablemente por aquello de que quien da primero da dos veces y todos los demás andan a su zaga.
Con los mataderos cavilando (más estrés añadido) donde colocar lo que Rusia consumía y en un entorno de crisis general que lastra el consumo, no se atisba ni la menor sombra de optimismo. Bastante tendremos con minimizar los descensos, sobre todo si pensamos que Alemania tiene ahora mismo un precio en canal más de 12 céntimos por debajo del nuestro…
Habrá que poner buena cara al mal tiempo y esperar que todo cambie. Resistir –verbo en el que todos los eslabones del sector son expertos- se convierte ahora en la única salida. No hay, momentáneamente, otra opción.
Como dijo una vez Tennessee Williams: “No esperes al día en que pares de sufrir, porque cuando llegue ese día sabrás que estás muerto”.
Guillem Burset