Uno de los retos actuales a los cuales se enfrenta el sector productor de porcino es desarrollar sistemas de alojamiento alternativos a las jaulas de maternidad que, desde su introducción a mitades del siglo XX, se han convertido en el alojamiento más utilizado a nivel mundial. Sin embargo, la presión social para eliminar las jaulas en la producción ha aumentado. En Europa, la iniciativa legislativa “End of the Cage Age”, lanzada en 2018, logró reunir más de 1,5 millones de firmas, lo cual obligó al parlamento europeo a pronunciarse con una propuesta de cambios legislativos a partir de 2027 (CE, 2021). Esta situación ya había sido precedida por la opinión científica de la EFSA acerca de los posibles efectos adversos de las jaulas de maternidad en el bienestar de la cerda, así como por desarrollos tecnológicos de sistemas alternativos por parte de la industria. Es evidente, por lo tanto, que el contexto indica que se avecinan cambios en un futuro a medio plazo y el sector debe prepararse para responder a estos retos. Así, por ejemplo, países como Alemania han declarado que el uso de jaulas permanentes quedará prohibido en 2035 y que solo se permitirá un confinamiento parcial durante 5 días tras el parto, en alojamientos de al menos 6,5 m2.
Las jaulas se diseñaron fundamentalmente para prevenir el aplastamiento de los lechones y la mortalidad neonatal, además de facilitar algunas intervenciones de manejo sobre la cerda. La mortalidad postparto se ha asociado fundamentalmente a causas como el aplastamiento, la hipotermia o la inanición/malnutrición, o sus combinaciones (Edwards, 2002). En el contexto actual, además, el uso de genéticas hiperprolíficas ha conllevado una media de peso del lechón al nacimiento inferior y un aumento de la mortalidad (Kobek-Kjeldager et al., 2020). Los factores de riesgo que causan la muerte de un lechón se asocian tanto a su vitalidad en el momento de nacer y durante las horas inmediatamente posteriores (asociada al peso nacimiento, hipotermia, habilidad en calostrar, mayoritariamente), como a la capacidad maternal y al estrés de la cerda.
Antes del parto la cerda se ve sujeta a cambios hormonales fundamentalmente asociados a los niveles de prolactina y oxitocina, que la inducen a desarrollar patrones de comportamiento de nidificación (búsqueda y transporte de material, hozar, escarbar). Tal y como se observa en este vídeo de la web freefarrowing.org, la domesticación, el tipo de alojamiento o la presencia de los materiales adecuados para desarrollar la conducta, no impiden que la cerda muestre algunos de los patrones característicos de la conducta de nidificación.
La incapacidad por parte de la cerda de realizar una conducta de nidificación adecuada en jaulas, por falta tanto de espacio como de materiales disponibles, se ha asociado al aumento de las hormonas del estrés como el cortisol, que actúan negativamente sobre los niveles de oxitocina. De ahí, la conexión entre el estrés pre y durante el parto de la cerda, con una menor vitalidad del lechón, puesto que la duración del parto y el intervalo de nacimiento entre lechones aumentan como consecuencia del estrés y la eyección de calostro y leche pueden retrasarse. Se ha descrito que los lechones nacidos con baja vitalidad, a consecuencia de una posible hipoxia durante el parto o un bajo peso, pueden asumir un riesgo aumentado de permanecer cerca de la cerda para compensar estas carencias. Ser un lechón de menor vitalidad es especialmente relevante en camadas de elevado número de lechones, puesto que la competición social para conseguir una mama funcional es muy elevada. En este sentido, uno de los grandes retos cuando se utilizan madres hiperprolíficas, con una media de entorno a los 17,5 lechones nacidos vivos, es lograr su correcto crecimiento cuando la cerda dispone únicamente de 14-15 mamas funcionales. Este reto es especialmente importante en sistemas de alojamiento sin confinamiento. Así, en un estudio reciente con cerdas hiperprolíficas se describió una mortalidad superior en camadas estandardizadas el día 1 en 17 lechones, comparado con 14 lechones/cerda, y un riesgo relativo de mortalidad de 1,8 en sistemas de alojamiento sin confinamiento comparado con jaulas (situación control, riesgo relativo de 1). En contrapartida, en los sistemas de alojamiento sin confinamiento se observó un efecto menor de la elevada competencia en la ubre de estas camadas de elevado número, presentando las cerdas menos lesiones en la ubre, y los lechones una menor tendencia a masajear la ubre entre amamantamientos.
Los sistemas de alojamiento alternativos presentan un buen potencial para mejorar aspectos de bienestar de la cerda en la etapa de maternidad. Sin embargo, el correcto diseño y manejo de estos sistemas es crucial para que los efectos positivos en reducción de estrés de la cerda, no se vean superados por efectos adversos en la mortalidad de lechones o en la facilidad de manejo y trabajo de los ganaderos. Un estudio reciente ha sugerido que las jaulas presentan un 22% de riesgo relativo superior a producir mortinatos comparado con alojamientos sin confinamiento o de semiconfinamiento (Glencores et al., 2019). Por el contrario, las jaulas todavía disminuían, según este metaanálisis, el riesgo de mortalidad neonatal tras el destete (14% superior en sistemas libres). Asimismo, existen otros aspectos de manejo y requerimientos de espacio para poder definir adecuadamente las zonas funcionales en los nuevos alojamientos que representan todavía un reto de desarrollo. En la infografía se han comparado jaulas y sistemas alternativos según su efecto sobre la cerda, el lechón, y al ganadero. En el próximo artículo se describirán distintos tipos de sistemas alternativos, fundamentalmente aquellos sin ningún confinamiento, los de confinamiento temporal o los grupales.