El mantenimiento de la salud intestinal en lechones es uno de los principales objetivos a la hora de diseñar las dietas sin niveles farmacológicos de óxido de zinc. Los trastornos digestivos son un problema común en el post-destete, principalmente asociado con la fermentación incontrolada de proteínas, afectando el equilibrio entre las bacterias beneficiosas y las potencialmente patógenas, llegando a producir disbiosis intestinal y diarrea. La inclusión de fibra dietética, junto con la reducción en el contenido de proteínas, se ha propuesto como una estrategia nutricional efectiva para controlar la diarrea post-destete.
La diversidad de la composición, y complejidad de propiedades fisicoquímicas hace difícil establecer una definición de fibra adecuada. Un amplio grupo de materias primas puede considerarse fuentes de fibra, aunque sus efectos dependen directamente del tamaño de partícula, solubilidad, viscosidad, fermentabilidad, y la capacidad de retención de agua. Por tanto, no se puede fácilmente predecir su función fisiológica en el cerdo. Desde el punto de vista nutricional, la fibra dietética está compuesta por componentes de la pared celular que atraviesan el tracto gastrointestinal sin ser afectados por la hidrólisis enzimática hasta llegar al intestino grueso, donde sirven como el sustrato para la fermentación microbiana (Jha et al., 2019, Mateos et al., 2019). Los productos finales de fermentación como los ácidos grasos volátiles (AGV): acético, propiónico, valérico y especialmente el butírico, juegan un papel importante en el desarrollo de la función gastrointestinal. Además, pueden mejorar la digestibilidad y absorción de nutrientes (Farré et al., 2021; Lallès and Montoya, 2021). El efecto de la fibra sobre la producción de AGV puede producirse por la fracción fermentable de la fibra, o por los cambios en la microbiota, como puede verse en la Figura1.
La fermentación de fibra insoluble es moderada y prolongada, mientras que las fuentes solubles fermentan más rápidamente, produciendo niveles más elevados de AGV (Jaworski and Stein, 2017; Jha et al., 2019; Tao et al., 2019). En efecto, la fibra insoluble proporciona más ventajas en lechones a edades tempranas. Su inclusión a niveles moderados permite mantener los índices productivos a la vez que favorece la integridad intestinal (Figura 2, Pluske et al., 2014; Slama et al., 2020, Silva-Guillen et al., 2022). Además, permite controlar la incidencia de diarrea post destete (Kim et al., 2008).
Efectos contrarios se han observado con el empleo de fuentes solubles y rápidamente fermentables en dietas pre-starter (Molist et al., 2014; Berrocoso et al., 2015). Los ingredientes como pulpa de remolacha o cítricos aumentan la viscosidad intestinal, lo que, debido a la limitada capacidad digestiva de los lechones, disminuye el consumo, altera la morfología intestinal (Hendemann et al., 2006, Pascoal et al., 2015; Shang et al., 2019), digestibilidad de nutrientes (Jha y Berrocoso, 2015; Navarro et al., 2019), y en definitiva lleva a comprometer el crecimiento del animal. Sin embargo, estos efectos indeseables disminuyen con la edad, a medida que se desarrolla el digestivo del animal y su diversidad del microbiota, y la capacidad fermentativa se vuelve más eficiente.
Por otra parte, cabe mencionar otro grupo de fibras como los oligosacáridos (FOS, GOS, MOS, XOS), o la inulina que, a pesar de ser solubles, presentan una actividad prebiótica, proporcionando sustrato para el crecimiento selectivo de microbiota de Lactobacillus y Bifidobacterium, así como la limitación de la proliferación de patógenos (Schokker et al., 2018; Chang et al., 2019).
El diseño de la dieta de post-destete basado en la reducción del contenido proteico, y la selección adecuada de ingredientes fibrosos, puede ser una forma efectiva para controlar los problemas digestivos. Tanto las fuentes de fibra insolubles como las solubles ejercen efectos sobre la morfología y fisiología intestinal, como la modulación de la microflora. Durante las primeras dos semanas post-destete la salud intestinal se ve más beneficiada al administrar las fuentes de fibra insolubles que pueden estar acompañados con una pequeña proporción de fibra prebiótica. Por otra parte, en la dieta starter, la inclusión de fibra soluble y fermentable puede ser superior, dada la mayor madurez del tracto gastrointestinal, siempre que se usen ingredientes que no alteren la viscosidad intestinal. La administración conjunta de fuentes insolubles y prebióticas puede proporcionar ventajas gracias a su actividad sinérgica, dirigiendo la fermentación para fomentar la proliferación de las bacterias beneficiosas, y potenciando el efecto barrera necesario para controlar la diarrea post destete.