1
En este mes que termina hemos visto que la demanda de cerdos para sacrificio en nuestro mercado ha excedido largamente a la oferta. Con la puesta en marcha del nuevo mega-matadero de Aragón la capacidad de sacrificio instalada en España excede —con mucho— la capacidad de la oferta. Parece claro que este estado de cosas está destinado a persistir a corto y a medio plazo.
Alemania sigue siendo el mercado director europeo. Sin ninguna duda, a pesar del descenso sostenido de sus sacrificios. Los tres últimos mercados allí se han cerrado con + 6, + 5, + 6 céntimos por kilo en canal (¡unos increíbles 17 céntimos en tres lonjas!). Una carrera alcista casi desesperada motivada por la lenta —y hasta hoy inexorable— reducción de su oferta nacional. Hace años que Alemania compra una parte sustancial de sus cerdos de sacrificio en los países limítrofes (Dinamarca, Holanda, Bélgica y Polonia principalmente). Los mataderos luchan por asegurarse el suministro y no paran mientes en lo que los cerdos les cuesten.
En nuestro mercado nos hemos limitado a seguir a rebufo de los alemanes, limando y moderando los movimientos de acuerdo a la superior visión de mercado (con más perspectiva) de quienes configuran la mesa de Mercolleida. En efecto, hemos subido, sí, pero no tanto como ellos (12,50 cents por kilo en canal en las tres últimas lonjas). La producción ha apostado firmemente por entregar cerdos más pesados (hasta casi 3 kilos más en canal que en las mismas semanas del año pasado) para rentabilizar aún más su actividad.
Ocurre, no obstante, que el coronavirus (SARS-CoV-2 según la OMS) lo impregna todo. En China, la mayoría de los puertos siguen casi paralizados (o cuando menos muy al ralentí) tras su Año Nuevo, el tráfico marítimo se ve fuertemente perturbado y la llegada de la carne de importación, su descarga y distribución se retarda de forma frustrante. Digamos que a la carne le cuesta mucho más de lo normal llegar al punto de destino.
A pesar de los esfuerzos gigantescos que China ha realizado, y está realizando, en su lucha contra el coronavirus, aún no puede afirmar que la enfermedad esté bajo control. Y parece que para ello falta mucho… Mientras los efectos sobre la economía mundial aumentan sin cesar, sobre todo por los confinamientos obligatorios o voluntarios.
El ritmo de nuevos pedidos de carne de cerdo hacia China sigue exasperadamente lento; los precios son más que aceptables pero lejos de los máximos históricos (e histéricos) del año pasado.
Hace años que exportamos más de la mitad de lo que producimos en España. China ha crecido en importancia como destino aunque Europa sigue siendo nuestro destino principal. Debemos cuidar este mercado más cercano —y casi doméstico— pues en los Terceros Países la competencia de EEUU se hará sentir cada vez con más fuerza, ya que la producción allí está creciendo sin cesar. Además, no podemos esperar que China mantenga su gigantesco déficit de carne para siempre jamás o "ad aeternum".
Necesitamos (toda Europa lo necesita) que China recobre la normalidad, tanto en la fluidez de sus puertos como en la regularidad de sus pedidos. La situación actual es interpretada por casi todos los grandes operadores como provisional y de espera. Entretanto se congela todo lo que no se puede vender confiando en la normalización de todos los factores ahora perturbados. En otras palabras: los stocks aumentan y aumentan. Matar para congelar se hace y se puede continuar haciendo… pero todo tiene un límite. De una u otra forma nos estamos acercando a este límite. Crucemos los dedos y esperemos que China recupere su normalidad cuanto antes mejor. La normalidad en China es el factor clave del actual mercado mundial de carne de cerdo. Hoy por hoy las cosas son así.
A favor de la firmeza del mercado juega la cercanía de la primavera, aún lejana pero que ya se huele en el ambiente. El buen tiempo siempre ha sido sinónimo de aumento del consumo, aunque sólo fuera por las barbacoas en Alemania.
A pesar de la exuberancia del precio actual y a pesar del increíble balance de los últimos doce meses, una nube de incertidumbre planea por encima de nuestras cabezas como un pájaro de mal agüero (por lo menos eso piensa quien suscribe). A lo mejor se trata del “mal de las alturas” (por el nivel de precio) o del “vértigo de los barrancos” (por lo que pudiera ocurrir). Esperemos que los factores cambien y entren todos de lleno en la senda de la normalidad. Esperemos no tener que vivir aquel aforismo de que los grandes males demandan grandes remedios… Esperemos, esperemos.
El gran Albert Camus escribió: "ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas".
Guillem Burset
