El primer trimestre del año no suele ser nunca una buena época para el ganadero; este año sin embargo se empezó con un precio de 1,055 €/kg vivo y la cotización se ha gestionado sin sobresalto alguno hasta los 1,16 €/kg vivo actuales.
No aparecen por ninguna parte signos de debilidad, lo que nos induce a pensar que abril tendrá una evolución de firmeza continuista para llegar a mayo–junio prestos a constatar el aumento tradicional de todos los años.
Los últimos casos de peste porcina clásica detectados en Alemania (ayer un nuevo caso en Renania del Norte-Westfalia) perturban fuertemente la actividad de grandes unidades de sacrificio alemanas; esta circunstancia no puede aportar más que firmeza a la cotización española.
Es cierto que la oferta de ganado para sacrificio se presenta fluida (la benignidad de la climatología ha ayudado) pero no es menos cierto que las matanzas continúan a buen ritmo —por lo menos en su globalidad— y la carne encuentra compradores sin dificultad.
El retraimiento progresivo de la oferta belga y holandesa (ambos países acumulan descensos importantes de su cabaña en el lapso de los cinco últimos años) facilita el espacio comercial necesario para nuestros productos, he aquí un factor (otro más) de descongestión de nuestro mercado.
No hace falta ser un lince para pronosticar un ejercicio más que correcto (quizás espléndido) para los productores españoles, lo que buena falta hace.
Se concretan por toda la geografía española fuertes inversiones para modernizar y ampliar mataderos y salas de despiece. Nos consta que solamente cinco empresas aumentarán su capacidad global en 50.000 cerdos sacrificados por semana ¡en un plazo inferior a un año! Es obvio que cuando se pongan en marcha de forma efectiva todas estas ampliaciones la demanda de ganado experimentará un salto hacia adelante que debe traducirse en un precio tensionado al alza. Creemos que ya se aprecian los primeros síntomas de esta situación.
Parece que no hay lugar para el pesimismo; esperamos acertar.
Gota a gota, finalmente, el agua horada la roca.
Guillem Burset |