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Desmontando mitos sobre la bioseguridad en las granjas de cerdos

Comentamos algunos mitos frecuentes sobre bioseguridad y cómo las investigaciones de brotes pueden ayudar a mejorar la bioseguridad de las granjas.

Mito nº 1: Se están haciendo progresos

Cuando pregunto a productores o veterinarios de porcino si se está avanzando en materia de bioseguridad, la respuesta suele ser que sí. Para respaldar su respuesta, citan el aumento de la aplicación de prácticas de bioseguridad como el lavado de remolques, las duchas, etc. Pero, ¿es esa la mejor forma de medir los avances? Podría decirse que medir los resultados que las prácticas de bioseguridad pretenden conseguir es una mejor opción para medir el progreso. En EE.UU., la incidencia de brotes causados por vPRRS y vDEP en granjas de cerdas sigue siendo persistentemente alta, y las introducciones laterales de vPRRS, coronavirus y otros patógenos en cerdos de engorde siguen produciéndose con gran frecuencia. En varios países, entre ellos EE.UU. y España, la mortalidad desde el destete hasta la comercialización es elevada y va en aumento, lo que significa que la salud general de los cerdos no está mejorando. Por último, la propagación del virus de la peste porcina africana (PPA) por todo el mundo no sugiere que se esté avanzando en bioseguridad.

¿A qué se debe la falta de mejora de los resultados a pesar de la aplicación de más prácticas de bioseguridad? El sector porcino ha evolucionado de manera muy rápida en los últimos 30 años, lo que ha provocado un aumento sustancial de los riesgos de bioseguridad. La producción en diversos sitios supone que los cerdos para engorde se transporten dos o más veces desde su nacimiento hasta el sacrificio, a veces a grandes distancias, lo que facilita la rápida propagación de enfermedades endémicas. La dependencia de la mano de obra contratada y el desarrollo de centros de inseminación, fábricas de piensos y servicios como la gestión de purines, ha provocado un aumento significativo de la frecuencia de eventos de entrada en las granjas de agentes portadores de patógenos, como personas, semen, piensos, personal de mantenimiento, vehículos y equipos. Al aumentar el tamaño de las empresas, se han creado departamentos especializados que dificultan cada vez más la toma de decisiones coordinadas. Las decisiones que afectan a la sanidad animal las toman cada vez más unas pocas personas, con relativamente escasa participación de los veterinarios. Aunque se ha avanzado en la implantación de prácticas de bioseguridad, la falta de mejores resultados sugiere que los cambios que han acompañado la rápida evolución del sector porcino en los últimos 30 años han incrementado los riesgos de bioseguridad más rápidamente.

Mito nº 2: Ya sabemos qué hacer

Esta es una cantinela que escucho con frecuencia, especialmente de los veterinarios de porcino. Significa que ya sabemos cuáles son las medidas de bioseguridad correctas; realmente no faltan listas publicadas de buenas prácticas de bioseguridad y si las aplicáramos bien lograríamos progresos. Discrepo rotundamente. Para ser eficaces, las medidas de control de bioseguridad deben abordar los riesgos significativos que aumentan la probabilidad de entrada de un patógeno a la granja.

Para que un patógeno entre en una granja, deben producirse tres fallos (Figura 1). Se trata del concepto de tres fallos para identificar riesgos de bioseguridad (Holtkamp et al. 2023). Un riesgo para la bioseguridad se define como una circunstancia, acción u omisión que aumenta la probabilidad de uno o más de los tres fallos, y un análisis de riesgos de bioseguridad consiste en una revisión de los procedimientos operativos para identificar los riesgos. Los riesgos de bioseguridad surgen de la ejecución de los procedimientos operativos, incluidos los necesarios para la producción de cerdos y los que se realizan estrictamente para reducir los peligros de bioseguridad, como ducharse al entrar y salir de la granja. La identificación de los peligros de bioseguridad requiere un conocimiento profundo de los procesos de producción: cómo se realizan los procedimientos operativos, quién los realiza, cuándo se hacen, cuáles son las circunstancias, instalaciones y equipos con los que se realizan y dónde se realizan. Decir que "sabemos lo que hay que hacer" sugiere que ya hemos identificado los riesgos de bioseguridad más importantes. Según mi experiencia en la investigación de brotes durante la última década, los productores y veterinarios rara vez tienen un conocimiento holístico de los detalles del proceso de producción suficiente para evaluar adecuadamente los riesgos de bioseguridad. Si veterinarios y productores inviertiesen el tiempo en identificar y priorizar los riesgos de bioseguridad, descubrirían que la vida real en el sector porcino es más extraña que la ficción y que es un error suponer que ya sabemos qué hacer.

Mito nº 3: El estudio de brotes sólo tiene valor si se identifica la causa

El estudio de brotes es una magnífica oportunidad para identificar y priorizar los riesgos para la bioseguridad. Es posible que hayas oído el dicho "toda crisis es una oportunidad". Los brotes son una crisis y son una oportunidad para aprender, pero el aprendizaje no está garantizado. Si los estudios de brotes se realizan bien, con el objetivo de identificar y priorizar los riesgos para la bioseguridad, la información aprendida, según mi experiencia, siempre proporcionará un retorno de la inversión en la investigación.

En 2021, el Centro de Información Sanitaria Porcina (Swine Health Information Center - SHIC en inglés) financió el desarrollo del Programa Estandarizado de Investigación de Brotes. Se formó un grupo de trabajo de catorce veterinarios porcinos para desarrollar la terminología, el enfoque y el instrumento. La investigación estandarizada de brotes se lleva a cabo como un análisis integrado de riesgos para la bioseguridad y una investigación epidemiológica. El análisis de riesgos aplicado a la bioseguridad en granjas de cerdos es un método de recopilación y evaluación de información sobre riesgos de bioseguridad asociados con la introducción de patógenos a una granja susceptible.

El enfoque y la terminología desarrollados para la investigación estandarizada de brotes se inspiraron en gran medida en la metodología de análisis de peligros y puntos de control crítico (APPCC) de la industria alimentaria. El APPCC se originó en la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) de EE.UU. en la década de los 60. Se concibió como un método sistemático para asegurar la calidad, para identificar los peligros para la seguridad alimentaria y garantizar que los alimentos que acompañaban a los astronautas en las misiones no estuvieran contaminados. La NASA trabajó con ingenieros de procesos de la industria alimentaria para desarrollar un método que garantizara la creación de productos alimentarios seguros mediante el análisis y la supervisión del proceso de producción en lugar del producto final. El énfasis en el análisis y la supervisión del proceso de producción para detectar peligros para la seguridad alimentaria es lo que hace que el APPCC sea adecuado para analizar los riesgos de bioseguridad en la producción porcina.

En un próximo artículo se expondrán casos prácticos de cómo se han utilizado los estudios de brotes para identificar y priorizar los riesgos para la bioseguridad y aplicar medidas de control para hacer frente a los riesgos.

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