Ocho lonjas consecutivas de baja han arrastrado la cotización española hasta 1 €/ kg vivo, lo que representa un extraordinario retroceso de un 24%. El panorama se nos presenta prácticamente como indescriptible.
España empezó su carrera bajista el 10 de septiembre, marcando posteriormente el ritmo al resto de los países productores europeos que no han querido perder competitividad. Octubre termina con una situación de mercado absolutamente deprimida, en una carrera suicida para poder vender, aunque para ello haya que sacrificar en el precio lo que haga falta.
Parece que la crisis financiera que padece el planeta se haya contagiado al mercado de la carne porcina: los precios bajan, bajan y vuelven a bajar sin que ni los más veteranos operadores encuentren una explicación coherente. La verdad sea dicha, no hemos encontrado ningún operador que ose decir que esto se veía venir.
Con este panorama de ignorancia total sobre las razones que han conducido al mercado hasta esta profunda sima, no podemos ser nosotros quienes encontremos una explicación coherente. El mercado tiene un comportamiento caótico donde resulta imposible prever lo que acontecerá mañana.
Si buscamos puntos de referencia no los encontramos; ni siquiera hay antecedentes de algo similar desde nuestro ingreso en la UE (efectivo desde el 15 de mayo del 1989, fecha de oro en la que se confirmó que España dejaba de ser país endémico de la PPA).
Jamones y lomos no encuentran comprador, a tal punto que -según manifiesta algún matadero- los sacrificios pueden verse comprometidos por ello (si no se puede vender ni el lomo ni el jamón habrá que ver si se puede seguir matando). Hay que tener presente que el lomo y el jamón representan conjuntamente más del 50% del valor de la canal. La falta de liquidez gravita como una losa sobre demasiadas empresas (ventas bajo mínimos significa que los stocks aumentan y hay que financiarlos….). Esta situación es general en todo el ámbito de la UE, especialmente en los países más significativos (Alemania y Francia hoy en día).
Aunque se trate de verdades de Perogrullo, enumeramos algunos factores que pueden ayudar a no ser víctimas de un pesimismo total:
- El consumidor continuará comiendo (la pregunta podría ser: ¿qué?).
- Los especuladores han abandonado posiciones en el mercado mundial de los cereales y los precios bajan consistentemente.
- Ninguna crisis ha durado eternamente
Esperemos que durante noviembre se alcance un suelo firme para luego rebotar, aunque habrá que verlo. De momento, la baja continuada retiene a los compradores y ocasiona un gran número de inconvenientes comerciales (cuando se carga el precio ya resulta caro para el momento, lo que se traduce en quejas de calidad, etc.).
Días se fueron y días vendrán, lo que unos trajeron los otros se lo llevarán.
Guillem Burset |