Febrero no ha sido, en forma alguna, un mes malo para los productores de porcino españoles: en efecto, la cotización ha aumentado más de un 10% en cuatro sesiones de lonja (desde 1,032 € / kg vivo al comienzo hasta los 1,145 € / kg vivo de la última sesión).
Estas alzas en febrero son completamente atípicas y excepcionales; lo que suele acontecer es que el precio aumenta en marzo, justo en la antesala de la primavera. En anteriores comentarios ya mencionábamos que este podía ser un ejercicio diferente, mejor que los años precedentes en términos relativos.
La subida en España ha sido más rápida y más violenta que en cualquier otro mercado de la UE. Esto entraña riesgos si los demás países de referencia no nos siguen. En Francia hemos visto que febrero arroja un aumento de 9,90 céntimos por kilo canal con debilidad marcada en la última semana; Alemania empezó con un aldabonazo de + 4 céntimos pero después ha repetido dos semanas hasta el derrumbe de hoy (-6 céntimos en una sola sesión, más barato que al inicio del mes).
Estimamos que el matadero español no ha podido repercutir en la carne ni siquiera un 50% de esta subida, esto es negativo de por sí al aumentar la presión y la tensión entre productores y mataderos. Es obvio que el margen del matadero retrocede y ya empezó el año con más dificultades de las esperadas. La reciente compra corporativa de un centenar de camiones de cerdos vivos en Francia obedece a varias razones: excitar el mercado francés al alza, aprovechar el enorme diferencial en el precio y disminuir la presión en la compra local.
Los precios de la carne en los mercados internacionales permanecen, por lo general, imperturbables hasta ahora con contadas excepciones en pocas piezas; si no experimentan ningún cambio al alza pueden erigirse en barrera infranqueable a las legítimas aspiraciones de la producción.
Nuestro precio se ha instituido como el más caro de Europa –con diferencia- en poco tiempo. De momento esto es así. Una primera aproximación a los precios netos percibidos por los productores (calidad equivalente en la canal) nos informa que el diferencial entre Francia y España es de un mínimo de 22 céntimos por kg canal, lo que es una barbaridad (canal bretona = 1,113 base + 16 céntimos por calidad en promedio por un lado; precio vivo en España con un rendimiento del 76% a la canal por otro) ciertamente insostenible y quizás malsana. Francia es nuestro vecino y primer destino, con este diferencial es prácticamente un milagro que continuemos operando.
La realidad actual –en nuestra opinión- es como sigue: o bien Europa (Francia y Alemania) nos sigue y podemos consolidar el actual nivel español sin mayores ambiciones por el momento (la hipótesis más plausible sin el derrumbe alemán de hoy) o bien Europa (Francia y Alemania) continúa titubeando obligándonos a un descenso transitorio (o a tensiones completamente insoportables entre producción y mataderos).
Seguimos pensando que este año será atípico (aunque mejor que los anteriores) y que lo que ocurre ahora mismo es que el reloj español adelanta con relación a nuestros vecinos.
Como decía Descartes “daría todo lo que sé por conocer sólo la mitad de lo que no sé”.
Guillem Burset |