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Lo inevitable ha sucedido. Hemos tardado pero la bajada, con aires de derrumbe, ha llegado. Como un barco que roza un fondo arenoso con calados inferiores a cada medición, el precio del cerdo ha ido perdiendo inexorablemente impulso. En Alemania este pasado miércoles, día 22, el cerdo ha bajado de 9 céntimos en canal, en una especie de rendición incondicional frente al cúmulo de dificultades concurrentes al unísono. Lo peor es que estamos sólo al principio de una pendiente que nos lleva a terreno desconocido.
En nuestro anterior comentario decíamos, literalmente: "En fin, el mercado corregirá con creces y con brusquedad cualquier desviación. Tiempo al tiempo". En otro párrafo decíamos: "O sea que lo peor está por venir". En esas estamos. Lamentablemente para la producción, estas predicciones resultan y resultarán ser ciertas.
Demasiados factores adversos han coincidido al mismo tiempo:
- Bares, restaurantes, hoteles, cámpings, etc., todo este importante segmento de mercado ha desaparecido. No existe compensación suficiente en otras áreas. No existe perspectiva de reapertura en breve.
- China sigue comprando pero insiste semana tras semana en bajar sus precios, apoyada en las ofertas americanas a precios mucho más bajos que los europeos. Y consigue renovar sus pedidos en Europa a precios más baratos para cada nuevo contrato.
- Los mataderos no consiguen colocar toda la carne producida. Esta realidad es muy alarmante y está desencadenando una espiral bajista de final incierto. La clave de todo: la oferta de carne es muy superior a la demanda.
- El Estado de Alarma decretado por las Autoridades Españolas es un factor perturbador; inevitablemente la eficiencia de los mataderos se ve comprometida y su capacidad ciertamente limitada por el respeto de las normas impuestas.
- Tanto EEUU como Canadá ofrecen su carne de cerdo en los mercados asiáticos a unos precios imbatibles; sus cerdos son mucho más baratos que los europeos (y su producción está subiendo).
La actual coyuntura bajista empezó en España el jueves 19 de marzo, con posterioridad a decretarse el Estado de Alarma. Desde entonces el precio ha caído (de 1,54 a 1,388) un 10,00% y en Alemania ha caído un 13,50%. Pero Estados Unidos ha visto bajar su precio un 44% y Canadá un 35% (del precio máximo del año al actual).
El precio en España baja. Pero desciende más lentamente que nuestros competidores. No aplicamos aquí aquello de que quien da primero da dos veces. Muy bien, ya que de momento es así pues entonces habrá que correr más mas tarde. Un descenso acumulado de un 10% nos parece suave, incluso muy suave para lo que ha de venir. Sin ninguna duda habrá que agarrarse bien pues vienen curvas.
La misma cantidad de carne que en condiciones normales sería absorbida sin problemas por el mercado se transforma en una avalancha de imposible asimilación a corto plazo a causa de la contracción de las compras. Es inevitable pensar que la situación se complicará. Es importante recordar que el precio actual en sí mismo y desnudo de toda otra consideración está muy por encima del precio de coste. Será necesario realizar concesiones si, pero la situación de partida no es grave. Es importante relativizar las cosas. ¿Crisis? Sí, pero "los duelos con pan son menos".
A comienzos de la semana actual hemos visto lo impensable: el petróleo en los EEUU mantuvo durante 24 horas un precio negativo (es decir, los productores, además de sus costes de producción, debían de pagar para que el mayorista les retirara el petróleo producido). El mundo al revés. Lo impensable ha llegado a suceder. Puntualmente, es cierto, pero ha sucedido. Una consecuencia más de la pandemia. Deberíamos retener eso de que "lo impensable ha llegado a suceder", podría repetirse en otros campos.
No es posible predecir donde estará el suelo firme para el precio de nuestro cerdo. El déficit de China continuará existiendo, la estricta observancia del confinamiento se relajará, los establecimientos de comidas reabrirán, los hoteles también, el verano llegar y recuperaremos gran parte de la normalidad.
Creemos que esta "nueva normalidad" se restablecerá con un precio superior al precio de coste. Falta mucho para llegar al final de esta excepcionalidad; esperemos a llegar allí y una vez superada la dificultad podremos analizar detenidamente los cómos y los porqués. Y sacar consecuencias si es posible.
Quedémonos con la profundidad de un refrán del refranero: "El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar". Simple y en el centro de la diana, ¿no es cierto?
Guillem Burset
