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Empezamos el año con la cotización española a 0,947 €/kg vivo. Después de tres meses nos encontramos a 0,950 €/kg vivo. Tres largos meses en la más absoluta de las penurias.
Después de Navidades existía una bolsa de ganado retrasado que ha lastrado nuestra cotización desde entonces hasta ahora. Mal que bien se ha ido gestionando con el matadero forzando la máquina en las semanas sin festivos. Salimos de Semana Santa con nuevos retrasos –y de ahí el medio céntimo bajado en el ultimo mercado del mes– pero los nubarrones que se ciernen sobre el mercado español ya no son ni tan negros ni tan espesos.
En efecto:
- Todos los mercados, desde América hasta Europa –sin excepción– reportan una extraordinaria actividad exportadora hacia los mercados asiáticos.
- Se ha conocido recientemente que en enero de este año España ha exportado un 21% más que el año pasado (carne + despojos + transformados). Un total de 160.000 Tm en un solo mes, récord para enero.
- Ya estamos en primavera. Se intuyen las barbacoas masivas del norte de Europa y con ellas una mejoría del mercado doméstico de la UE. El buen tiempo es sinónimo de aumento del consumo.
- Tenemos un precio tan bajo que sólo puede evolucionar al alza. No se puede descender cuando uno está en lo más bajo.
Encaramos un calendario con muchas semanas enteras –sin festivos– por delante. El matadero sacrifica a su máxima capacidad y no se prevé que este flujo de matanzas se interrumpa. De hecho es esencial e imprescindible que las matanzas se mantengan a niveles de récord (recordemos que en 2015 hemos sacrificado un 7% más que en 2014: se ha crecido mucho en producción). Matar mucho y exportar todo lo que se pueda, esta es la única receta.
Probablemente las dos o tres primeras semanas de abril servirán para absorber los retrasos y será a partir de finales de mes cuando el precio podrá escalar peldaño a peldaño hacia niveles más decentes.
Estamos todavía en plena crisis –muy larga, muy profunda esta vez– pero de ahora en adelante sólo se puede mejorar (o aliviar que no es poco).
Como afirmó el escritor catalán Noel Clarasó: "En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza, y, al acostarnos, pensemos que amanecerá".
Guillem Burset
